miércoles, 28 de abril de 2010

Infierno en la carretera


Por Luis Felipe Rojas

A cada rato me subo a un camión jaula que me lleva a la más oriental de las provincias cubanas Guantánamo. Siempre voy pensando si me he acostumbrado a la pestilencia de los macutos con viandas, los animales vivos y los zapatos y ropas malolientes de los pasajeros que componen el grupo de quienes viajan. Es el camion más barato en esa ruta, por tres pesos, cubanos claro, se puede atravesar de una provincia a otra.

Entre el humo que el motor echa para adentro del camión y la gente fumando, cada tramo es un infierno. Cada cinco kilómetros hay un inspector, un policía, un funcionario que se acerca al chofer para informarle que harán un registro, luego suben al camión para revisar los paquetes de los pasajeros. Los asientos de metal, el humo del tubo de escape, mi cara tiznada, los rostros demacrados de las mujeres a mi lado, la geografia cubana que pasa como a sesenta kilometros por horas. A veces miro afuera y veo pasar los autos marca Lada, los nuevos modelos Toyota con tipos con cara de directivos y pienso en mi paciencia y la de los cubanos.

Leo la prensa oficial por respeto a Sonia que antes de bajarse en una parada me dijo “no dejes nunca de leer las mentiras que dicen ellos, ahí esta la clave de todo” Pero yo no puedo encontrar esas claves que van envueltas en las disculpas “bloqueo americano, invasion imperialista o cambio climatico.”

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