domingo, 4 de abril de 2010

Institucionalizar la oposición y la sociedad civil cubana


No es un secreto para nadie, que el fin de la dictadura castrista -en su versión actual- biológicamente está terminando. Muchos son los escenarios que se plantean para su final. Incluso, cómo las fuerzas políticas y sus respectivos intereses, interactuarán para que ese final sea de acuerdo a sus conveniencias.

Sin embargo, el principal problema que tenemos que superar es aceptar nuestra realidad. Muchos esperan que la democracia en Cuba llegue de las manos de un gobierno de oposición a los Castro, con capacidad de impartir justicia a partir de la fuerza de su poder.

La necesidad de los de arriba de no poder seguir viviendo como hasta ahora, debe propiciar cambios a corto plazo en Cuba. Esos cambios, no necesariamente tienen que coincidir con la transición a la democracia que muchos conciben o esperan. No obstante, serán bien vistos por una gran arte de la población cubana, tanto por la de aquí, como la radicada en el exterior.

Una apertura desde arriba, con la intención de mantener un control político, que garantice el patrimonio económico de los descendientes de la nomenclatura actual, tal vez la oposición no lo vería con mucho agrado, pero cabría preguntarse, ¿se ha hecho lo suficiente para evitarlo? Estoy seguro que no.

La iniciativa más activa y la que más respaldo está recibiendo actualmente es la protagonizada fundamentalmente por las Damas de Blanco, con sus marchas en demanda de la libertad de los presos políticos. Ahora reforzada con el pedido de Reina Luisa Tamayo para extender esas manifestaciones a todos los municipios del país, que tendrá su prueba de fuego este próximo domingo, pues si Reina Luisa no logra intentar la primera marcha a despecho de las consecuencias, la iniciativa puede morir.

No obstante, para que esta iniciativa se convierta en un arma efectiva en la lucha política, tiene que cumplir ciertas premisas: que las marchas se realicen sistemáticamente por zonas de alta densidad poblacional; incentivar la participación, para que todos los presos de la causa de los 75 tengan representación en el movimiento de las Damas de Blanco; que todos los presos políticos estimulen a sus familiares para que se incorporen al Grupo de Apoyo a las Damas de Blanco y que se eviten restricciones que impidan su crecimiento; convertir las marchas en una tarea priorizada de la oposición, donde todas sus mujeres y las integrantes de la sociedad civil, mediante el Grupo de Apoyo se sumen a este movimiento cívico.

Otra de las acciones que están moviendo el clima político son las huelgas de hambre, inspiradas en la connotación que tuvo la muerte de Orlando Zapata Tamayo. Muchos las consideran inútiles, pero ante el totalitarismo toda estrategia es buena, siempre y cuando conduzca a saturar la represión. Ese es uno de los principios de ingobernabilidad democrática.

Todo intento aislado es inútil y conlleva a un esfuerzo supremo, que solo se justifica, si sirve para trazar pautas. El comportamiento de Zapata y Fariñas han demostrado hasta donde es necesario llevar el sacrificio, si de libertad y patria se trata. Aquí Fariñas debe manejar con cautela su decisión, ya que puede perder su credibilidad si su caso se prolonga demasiado.

El comportamiento y métodos de las fuerzas represivas actualmente no se corresponden con los mecanismos tradicionales de la dictadura castrista. La represión sistémica fue su mejor estrategia durante años, no se concibe esa represión pública, que los descalifica moralmente ante la población y la opinión publica nacional e internacional. Ellos fueron producto de esa represión pública, que justificó su arribo al poder, y ellos lo saben. A no ser que fuerzas ocultas estén actuando para precipitar la caída del régimen.

Aunque sobre esto último hay que reflexionar. No se tiene claro, cuál sería la magnitud necesaria de un estallido social, que haga el país ingobernable. Una ingobernabilidad que de pie al surgimiento de una Junta Militar que controle el poder. Esta es la única salida que le va quedando al pueblo cubano, si no se trabaja en la institucionalización de la oposición y la sociedad civil cubana.

Sin embargo, para institucionalizar la oposición y la sociedad civil se necesitan recursos y una disposición de los líderes de la oposición interna y externa a cambiar su mentalidad. Todo el mundo sabe y coincide que el principal obstáculo de la oposición cubana es la falta de vinculación o identificación con las masas, pero no se hace nada al respecto. Con ese propósito, se elaboró el proyecto de los Municipios de Oposición, pero no ha sido defendido con energía y audacia por los principales representantes de las organizaciones políticas y de la sociedad civil, tanto en la Isla como en el exterior.

La estrategia de la inteligencia cubana actual, es impedir el movimiento de los activistas más destacados a sitios de mayor impacto, como es la capital del país y algunas capitales provinciales o donde se esté realizando una activad significativa. Esto, más la falta de recursos para movilizarse, hace se tome en consideración la necesidad de efectuar las acciones de forma territorial, como bien ha pedido Reina Luisa Tamayo Danger.

La falta de recursos para la oposición interna, como capital de trabajo, no como modo de vida, conllevará a la estampida migratoria masiva de la oposición mediante el programa de refugiados. Lo único que pudiera disminuir un tanto los efectos de esta situación, sería la formación masiva de líderes por medio de los Municipios de Oposición.

Según los reportes escuchados aquí por Radio Martí, en la marcha efectuada en Miami, participaron más de 100 mil personas y las de California, Nueva York y Madrid estuvieron concurridas, lo que significa que hay un exilio con motivación política suficiente como para movilizar los recursos operacionales que la lucha demanda. Lo que no existe es un Estado Mayor estratégico con la logística necesaria de donde emanen las orientaciones de las acciones que se deben ejecutar, por eso nuestra oposición es reactiva, no proactiva como debiera ser.

Algo que también incide en nuestra sociedad civil, es que no está vinculada a los organismos internacionales, ni siquiera a las Redes de Organizaciones No Gubernamentales, algo por lo que se viene abogando hace mucho tiempo, convertir a Cuba en un país igual a los demás. Eso reforzaría la credibilidad de nuestras demandas y, que se sepa, eso no sucede por culpa o responsabilidad de Gobierno cubano. Existen otras razones que hay que identificar y vencer.

Si no actuamos con inteligencia y prontitud, la disidencia interna, la que existe dentro del propio gobierno, será la que alcance mayor protagonismo. Si no, observen las reacciones que se produce ante cualquier pronunciamiento de Pablo Milanés, Silvio Rodríguez o cualquier otro camaján.

Si la actual nomenclatura decide llegar hasta el final de su capacidad biológica y se produce un vacío de poder, esa disidencia estaría en mejor condiciones de formar gobierno, a no ser que nos preparemos desde ahora y logremos institucionalizar la oposición y la sociedad civil en Cuba.

Víctor E. Sánchez

Periodista independiente

Agencia de Prensa Libre Oriental

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