jueves, 1 de abril de 2010
LA CARTA QUE SILVIO NO FIRMA
Por Luís Alberto Ramírez- Miami
En respuesta a una pregunta hecha directamente a Carlos Alberto Montaner por Silvio Rodríguez, este último le pregunta si firmaría una carta que condene los excesos de la CIA, el otro responde que si, como lo haría cualquier hombre amante del respeto humano y la libertad ¿Qué de divino puede tener la CIA para que no se le critique? Y aunque divinidad fuera, no quedaría jamás fuera del escrutinio de un hombre libre.
La pregunta de Silvio no es ingenua, con ella deja en la mente de la escasa multitud de idiotas de la izquierda que aun quedan en la tierra, que la CIA es santo de devoción del escritor cubano exiliado, argumento esgrimido en más de una ocasión por la dictadura castrista y que por mucho repetir ha hecho metástasis en el cerebro de Silvio y todos los apologistas de la dictadura cubana.
Como contraataque intelectual Carlos Alberto le hace una contra pregunta: ¿firmarías tú una carta en la que se denunciaran los atropellos a los presos políticos cubanos y el acoso a las Damas de Blanco? Una carta en la que mostraríamos nuestro respeto por Orlando Zapata Tamayo, Guillermo Fariñas y todo aquel dispuesto a morir defendiendo su dignidad de ser humano. Una carta en la que solicitaríamos la condena a los policías responsables de la muerte de 41 infelices, la mayor parte niños y mujeres, que huían de Cuba en un barco en la madrugada del 13 de julio de 1994. Una carta en la que los cubanos les pediríamos perdón a los somalíes por la matanza de miles de personas llevada a cabo en 1977 y 1978 por el ejército cubano en la Guerra de Ogadén, cuando Cuba se alió a la dictadura etíope. Una carta en la que se condenara la censura, el dogmatismo, el partido único, la persecución a las personas por tratar de defender sus ideas políticas, sus creencias religiosas, sus preferencias sexuales. Una carta en la que les dijéramos a los hermanos Castro que 51 años es un periodo demasiado prolongado para continuar imponiéndoles a los cubanos un sistema fallido y cruel en el que ya casi nadie cree.
Silvio no va a contestar esa pregunta, sus motivos tiene, pero yo si, yo voy a contestar por él, porque una pregunta como esa no merece quedarse sin respuesta: Silvio Rodríguez no firmaría esa carta, por lo menos no hasta que a la dictadura castrista le quede un aliento de vida, después seguramente que si, pero ya para entonces nadie se acordará de tal pregunta. La historia de Silvio nos revela los motivos por lo cuales no puede firmar esa carta. Su comportamiento como ser humano es tan desafortunado que echa por tierra toda su capacidad intelectual, y entrega su talento al estilo del mayor de los oportunistas, en beneficio de la dictadura más prolongada de América, en detrimento de su pueblo, y con el egoísmo más repugnante que ojos humanos han visto alguna vez. El mayor capitalista de Cuba, el único autorizado a serlo solo por fingir a ser castrista es Silvio Rodríguez ¿Cómo puede firmar una carta como la descrita por Carlos Alberto Montaner sin poner en peligro todo por lo que ha luchado en estos últimos cincuenta años?
Detrás de Silvio Rodríguez se atrinchera lo más repugnante de la sociedad cubana. Un oportunista sin límites, sin sentimientos y con la capacidad de engañar multitudes, un hombre así es impredecible, pero jamás firmaría en contra de sus intereses. Carlos Alberto afirma que si, pero esa estrategia es tan simple y gastada, que ni “Silvito el libre” caería en la trampa.
Carlos Alberto Montaner, tratando quizás de confundir a Silvio le da el titulo de reformista, sin argumento básico alguno, solo porque en cierta ocasión el hombre dijo que había que quitarle la R a revolución ¡Ese no es argumento que soporte un comportamiento aperturista por parte del Poeta castrista! Silvio Rodríguez fue miembro del parlamento cubano, y fue al mismo tiempo tan idiota que dijo que para serlo no tuvo que ir a elecciones, un día lo llamaron del alto mando revolucionario y le dijeron ¡eres miembro del parlamento cubano! Sin embargo, dentro del parlamento no habló de quitarle una sola letra a la revolución sino, todo lo contrario. ¿Cómo puede un hombre que hace cincuenta años afirmó que ojala por lo menos a Fidel se lo llevara la muerte, creyendo que del norte estaba a punto de llegar un disparo de nieve, y al ver que no vendría ese disparo dijo que Cuba sería castrista aunque el machete se enredara en la maleza, apostar a estas alturas del juego por aquel disparo de nieve?
No Carlos Alberto, perdóname, pero no se le puede pedir a un castrista que deje de ser oportunista, sería más fácil pedir que un elefante pusiera huevos.
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