domingo, 25 de abril de 2010

Los muertos mandan, no los podemos olvidar


Al cumplirse los dos primeros meses de la muerte de Orlando Zapata Tamayo, hemos querido mantener vivo el espíritu de lucha de uno de nuestros últimos mártires y por tanto, revivir esos días agónicos de su vida, en una huelga de hambre hasta su muerte. En el día de hoy traemos el testimonio de Idalmis Núñez Reinoso, quien participara en el acto de protesta en la ciudad de Camagüey, para llamar la atención sobre la situación de Orlando Zapata Tamayo.

Tenemos una solemne deuda con nuestros mártires y debemos empezar a saldarla. Acudir a la memoria viva del gran sacrificio independentista realizado por el pueblo cubano desde 1968, cuando Carlos Manuel de Céspedes lanzó en Yara el grito de “Viva Cuba Libre” hasta la propia generación que derribó la dictadura de Fulgencio Batista, para hallarle paralelos a la Cuba de nuestros tiempos nos permite demostrar que las calamidades innumerables y los excesos repulsivos de la anterior dictadura fueron enormes, pero hay en la reciente un sello de crueldad más grande y más censurable.

Una marcha cívica, que para muchos fue una rememoración de la insurrección de Las Clavellinas, recorrió las céntricas calles de la ciudad de Camagüey en apoyo a Orlando Zapata Tamayo, a principios del mes de febrero de 2010. Una representación de organizaciones defensoras de los derechos humanos, encabezada por la Alianza Democrática Oriental clamaba por la vida del hermano que convalecía en el hospital provincial de Camagüey Amalia Simoni.

Una de las voces que imploraba por la vida de Orlando Zapata Tamayo, en la tierra del Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz, era la de Idalmis Núñez Reinoso, delegada de la Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales en el municipio de Santiago de Cuba y Presidenta del Partido Republicano Cubano, quien accedió a conceder una entrevista para nuestra agencia de prensa, APLOpress.

¿Cuándo y a qué hora llegan ustedes al hospital “Amalia Simoni” en la ciudad de Camagüey?

-Todos los hermanos, junto a Reina Luisa Tamayo Danger, madre de Orlando Zapata y Reina María llegamos al hospital Amalia Simoni sobre las 8 de la mañana del 3 de febrero. Reina trató de entrar para darle agua y asear a su hijo, pero no la dejaron penetrar. Instantes después nos percatamos de la presencia en el lugar de la policía política.

¿Ante la inconmovible posición asumida por los responsables del hospital que impedían el acceso de Reina y a ustedes, a pesar que conocían la gravedad de Zapata, qué decidió hacer la dirección del grupo?

-La ira nos dominaba, pero sabiendo del carácter pacífico de nuestra lucha, decidimos mantenernos en el lugar exigiendo el derecho de Reina a visitar a su hijo. Hasta pasada las 4 de la tarde permanecimos en el lugar, pero al no poder cumplir tampoco con nuestro objetivo de visitar al hermano Zapata, decidimos ir hacia el centro de la provincia de Camagüey, específicamente a la dirección de la Fiscalía Municipal, para que Reina Luisa hablara de la situación que estaba presentando y consiguiera una autorización para ver a su hijo.

¿Lograron ser atendidos y obtuvieron alguna respuesta de los funcionarios de la Fiscalía?

-De ninguna manera, prácticamente nos expulsaron del lugar, razón por la cual nos dirigimos esta vez a Fiscalía Provincial. Es bueno resaltar que un grupo de aproximadamente 12 jóvenes activistas de derechos humanos de Camagüey se unió a nosotros, que éramos más de 30 y nos sirvieron de guía en la ciudad. Ya frente a Fiscalía Provincial, fuimos literalmente maltratados por una funcionaria del lugar quien nos obligaba a salir del sitio y nos prohibía estar en los alrededores de dicha institución, momentos más tarde alegó que sólo atenderían a la madre de Zapata.

¿Acataron lo orientado por la funcionaria, o permanecieron en el lugar?

-Temíamos que fueran a raptar a Reina y desaparecerla, por eso nos mantuvimos en el lugar. Pero al ella comunicarnos que no había obtenido ningún resultado positivo en la conversación con los funcionarios de la Fiscalía nos despedimos de Reina y nos trasladamos a la Plaza de la Solidaridad, donde estuvimos por un tiempo prolongado. Luego nos dirigimos al parque principal de Camagüey, con la idea de sentarnos en el piso y confeccionar un cartel donde le daríamos a conocer al pueblo camagüeyano la injusticia que se estaba cometiendo con Orlando Zapata Tamayo en un hospital de esa ciudad.

¿Cuántas cuadras marcharon antes de ser interceptados por la policía política? ¿Es cierto que el primer secretario del partido en la provincia participó en el operativo?

-Caminando hacia el parque. decidimos darle a conocer al pueblo la situación con nuestras propias voces. Caminamos unas ocho cuadras hasta que fuimos rodeados y golpeados salvajemente por la policía política y sus lacayos. Ante el inminente ataque de esos esbirros, nuestros hombres se cruzaron de brazos dejando a las mujeres en el centro y de esta forma trataron de protegernos, pero la furia y el odio con que fuimos golpeados fue tal que la mayoría de nuestros activistas terminaron lesionados.

-Fue algo típico de regímenes totalitarios como el nuestro, donde no existe el más mínimo respeto a la vida humana. En mi caso terminé con una fractura en el dedo meñique de la mano de derecha, y fuertes golpes en dos costillas del lado izquierdo. El hombro y la inflamación del labio superior casi no me permitían articular palabras. Y efectivamente, el primer secretario del partido de la provincia se trasladó hacia el lugar.

¿Fuiste atendida en algún centro hospitalario? ¿Qué hizo la Seguridad del Estado en Camagüey?

-Hasta autos particulares tuvieron que detener y obligar a sus choferes a conducirnos a sus cuarteles. Después fuimos deportados para nuestras respectivas provincias, porque junto a los camagüeyanos habíamos jóvenes de Guantánamo, Antillas, Palma Soriano, Las Tunas, Santiago de Cuba... Al llegar a la Unidad de Operaciones, el propio jefe de enfrentamiento se alarmó por el estado en que me encontraba y se brindó a llevarme al hospital, pero me negué rotundamente.

¿Idalmis, tu sabes que se está realizando una campaña de identificación de todas las personas que cometen abusos contra la oposición pacífica y los defensores de los derechos humanos?

-Sí, claro. La oposición en general y digo en general, porque en Cuba todos tenemos que ser opositores por la característica del régimen: los periodistas independientes, los miembros de la sociedad civil, incluso la población,tienen que participar en la documentación de nuestra memoria histórica. No podemos que estos abusadores queden impunes.

-Incluso desde ya, hay que emplazarlos en los sitios públicos, haciéndole saber a sus familiares a qué se dedican algunos de sus miembros. Ellos son muy valientes y agresivos cuando están en las turbas, pero en sus barrios se comportan como verdaderas ratas y allí es donde debemos irlos a buscar, para que respondan por su comportamiento.

¿Coincides con mi opinión que la determinación de cumplir inflexiblemente el mandato que brota de los ejemplos de nuestros mártires, desde Pedro Luis Boitel hasta Orlando Zapata Tamayo, debe de ser nuestro más sagrado deber?

-Plenamente. Además, debe ser un motivo más por el cual debemos erguirnos ante el recuerdo de nuestros muertos, pues ellos son los que mandan, no los podemos olvidar.

Juan Carlos Hernández Hernández

Director de la Agencia de Prensa Libre Oriental

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