miércoles, 21 de abril de 2010

Luces y sombras


21 Abril 2010 por Regina Coyula

En la literatura, existen obras de ficción que terminan cumpliéndose. El arte imita a la vida, pero la regla se confirma en las excepciones. Hay un escritor cubano muy reverenciado, las malas lenguas afirman que le gustaba hacerse el francés. Personas serias que lo conocieron personalmente aseveran que no, que sólo arrastraba las erres por tener frenillo. Estoy hablando de Alejo Carpentier.

A mí Alejo me encanta, hay quien no soporta su barroquismo, recuerdo muy bien la sensación que me dejó la lectura de El Reino de este mundo. Fue algo confuso porque yo era muy joven entonces, pero sentí la grandeza. La consagración de la primavera no me produjo el mismo impacto, pero su prosa me deslumbró. Cuando llegué a Los pasos perdidos, sí se cayó el dinero Es una de mis novelas favoritas, he tenido y regalado sucesivas ediciones, y aún conservo la primera que tuve.

Pero les quiero hablar de su novela más famosa, novela que ha sido llevada al cine y traducida a un montón de idiomas. El Siglo de las Luces. Es una pieza apasionante, al menos para quien gusta de la historia. Se puede seguir la interesante trama situada entre el Caribe y Francia en el siglo XIX; pero si lee la novela como anticipación, verá nuestros últimos cincuenta años de historia.

Tal vez Alejo no entrevió el porvenir de la Revolución Cubana. Empecé diciendo que hay veces que la vida imita al arte. Vuelva a leerla.

ACLARACIÓN: En Hotel Regina hablé de que tenía que recibir autorización para fotografiar el Campoamor. Pero no para fotografiarlo por fuera, que sería imposible evitar hacerlo. Yo pedí permiso para entrar, pues atisbé a través de las tablas que ciegan la entrada que había acceso al interior desde un parqueo aledaño. Allí me dijeron lo de la autorización, que me la debían dar en el Teatro García Lorca, me explicaron que no se podía pasar porque lo iban a restaurar y ya había materiales de construcción allí para tales efectos, entonces, dulcemente le pregunté a la custodio del parqueo -que nunca entendió nada- si lo restaurarían antes del derrumbe total.

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