lunes, 26 de abril de 2010

Modelo óptico de Jacques Lacan (1-2)



La experiencia del ramillete invertido, experiencia óptica que Lacan utiliza en el Seminario 1 para diferenciar el lugar de los registros: simbólico, imaginario y real. Realizado entre dos asociaciones psicoanáliticas (APERTURA Sociedad Psicoanalítica de Buenos Aires, Sociedad Psicoanalítica de la plata) y la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata -Departamento de Física

Los aparatos ópticos




Los aparatos ópticos

Lacan dice que el estadío del espejo tiene una presentación óptica. La ilusión se producirá según se ubiquen estos objetos ante un ojo. O mejor dicho, según se ubique el ojo.

La ilusión reside en ver las flores (que en verdad están ocultas por la caja) en el florero. El ramo, cuando aparece en el florero, es una imagen real, se forma en el espacio real, delante del espejo curvo. La peculiaridad de las imágenes reales es que se comportan como objetos ; esto quiere decir que es posible obtener una imagen virtual de una real, por ejemplo, enfrentándola al campo de reflexión de otro espejo. El arco iris es una imagen real, es posible verlo en un espejo o hasta incluso fotografiarlo.

Las imágenes virtuales son las que se forman detrás del espejo en el espacio virtual (en los espejos planos)-

Una hipótesis de la óptica dice que a cada punto dado en el espacio real le corresponde un punto y sólo uno en otro espacio imaginario. En ocasiones el espacio imaginario y el real se confunden ; tal es el caso de las imágenes reales. Lo que debemos retener es que no habría espacio imaginario sin una ley simbólica que hiciera corresponder un punto con un punto. Sin ley simbólica no habría construcción científica.


El ramo invertido:


Lacan sugiere colocar en la caja el florero, entonces : las flores serán reales y el florero (una vez producida la ilusión) será una imagen real. Todo dependerá de la ubicación del ojo.

Tanto los objetos reales ante el campo de reflexión de un espejo plano producen imágenes virtuales, en el espacio virtual.

El ojo deberá cambiar de posición para ver la imagen virtual que llamamos i’(a). ahora deberá situarse en el borde del espejo esférico.

El modelo óptico da cuenta de la formación del yo y de la función de desconocimiento que lo caracteriza.

El florero oculto en la caja representa la realidad biológica del cuerpo, en tanto inaccesible como tal para el sujeto de no ser por la mediación de la imagen. Pero, como dijimos, el modelo destaca la función de desconocimiento que la imagen implica, de donde el cuerpo como tal está perdido.

Las flores señalan el lugar de los objetos perdidos alrededor de los cuales hacen un circuito las pulsiones parciales. En el Seminario 10 las flores no se reflejarán en el espejo plano. Es que el espejo plano figura el espejo en el que se produce la identificación que da por resultado la formación del yo.

Estos objetos de las pulsiones, pongamos por caso el pecho, no forman parte de la imagen narcisista en tanto pertenecen al estatuto de lo perdido. Dicho de otro modo, no son especularizables, no forman parte de la imagen del yo. Serán llamados objetos a.

Del lado izquierdo figura lo real en el sentido de lo imposible de los objetos a y del cuerpo.

En cuanto al espejo curvo, Lacan dice que figura el cortex, la localización anatómica donde se forman las imágenes ; y advierte que localizar no significa explicar, la explicación, en el sentido de dar cuenta por qué se producen, la encontramos en el espejo plano.

El espejo plano viene a representar la matriz simbólica donde el yo se precipita y es lo que figura en los Grafos 3 y 4 como A. de la posición del espejo (A) depende la posición del sujeto en el orden de la palabra y el resultado de esto será la constitución de su mundo. En otras palabras, el mundo de los objetos imaginarios sólo podrá constituirse con relación a la dimensión simbólica.

Cuando hablamos de la posición del sujeto, es lo que en el modelo está representado por el ojo.

Recordemos que el A en el piso inferior de los Grafos 3 y 4 está en el lugar desde donde un significado es sancionado, esto quiere decir que la imagen en la que el sujeto se aliena implica no sólo la imagen que ve efectivamente en el espejo sino fundamentalmente las significaciones producidas por el A.

entonces, i’(a) es la imagen en A. Aquella con la que el sujeto se identifica y que se le impone como una forma de otro cuya prestancia lo captura. El sujeto sólo ve su forma realizada, total, el espejismo de sí mismo, fuera de sí mismo.

El objeto amado equivale al Ideal del Yo, en virtud de la captura que opera sobre el sujeto. Es el Ideal del Yo quien dirige las relaciones con el semejante. Es quien guía y sitúa el deseo, está más allá de lo imaginario a niel del intercambio verbal. Pertenece a la dimensión simbólica.

En cambio el Yo Ideal es imaginario.

¿Por qué el objeto amado entonces equivale al ideal del Yo ? Porque en el amor el objeto que se pone en el lugar del Ideal del Yo captura narcisísticamente al sujeto como Yo Ideal. El A pone el Ideal del Yo, en tanto hablante, y allí el sujeto se captura como Yo Ideal.

La cuestión del deseo, la cuestión de la estructuración imaginaria, sólo es pensable en función del ideal del Yo en tanto más allá de lo imaginario. Decimos cuestión del deseo y sus objetos por cuanto es en lo imaginario donde aquél encuentra señuelos. El Ideal del Yo sitúa al sujeto para capturarse como Yo Ideal.

Lacan habla de rasgo unario para referirse a la diferencia significante ; cuando el rasgo unario es tomado como emblema de la omnipotencia del Otro se eleva a la función del Ideal del Yo. Esto vale tanto para la mirada de la madre en el estadio del espejo como para el pene del padre en el tercer tiempo del edipo.

En el lado izquierdo figurábamos con las flores los objetos perdidos de la pulsión. Del lado derecho el cuerpo imaginario es representado por la imagen virtual del florero (según el Seminario 10, sin las flores). Este florero tiene un borde que figura los bordes del cuerpo, las zonas erógenas. La unidad de la imagen depende de que la imagen ponga entre paréntesis al objeto a, lo que se escribe i’(a).

Es necesario advertir el valor del objeto a del lado derecho indicando por el vacío que dejan las flores. Por un lado representa lo no especularizable de la pulsión. Por el otro señala aquello que es verdaderamente la causa del deseo en tanto es lo que se pierde por la ley del significante en el lugar del A. De este modo una carencia real es recubierta por otra carencia simbólica. Lo imaginario viene a velar esa falta.

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