martes, 20 de abril de 2010

(Parodia sobre el tema): «El problema de Cuba…



Jorge Ferrer - 21/04/10

…lo tienen que decidir los cubanos de la Isla.»

Esa ubicua muletilla… (Por cierto, ¿las «mulas» son Isla, son Exilio o solo mulas son?)


Ayer en Supermarket TREEW, una empresa con base en Canadá que lleva comida a los cubanos de la Isla pagada por los cubanos del exilio, reparé en un acápite que no había visto antes: «Cenas a la carta».

Veamos.

Resulta que la asociación entre el supermercado de marras y el restaurante El Palenque, propiedad de la que se siente muy ufano el Estado cubano, permite ya no que desde el exilio enviemos muslos de pollo o «Combos de congelados» a nuestros parientes en Bauta, Placetas o Consolación del Sur.

No, ahora la sofisticación de las relaciones entre «la nación y la emigración» hasta nos permite decidir plato a plato, desde el entrante hasta los postres ―pasando por si pan con mantequilla sí o no―, qué come quien invitamos a cenar allá. Literalmente.

Llega familia cubana, se sienta a la mesa y no ve la Carta. La «carta» llegó antes por e-mail a la cocina.

«¿Qué van a tomar los señores?», preguntará el solícito camarero. «La Orden 3445 de Hialeah» o la «8971 de Madrid», responderán los comensales.

Veamos más. Atendamos a qué tal una cena para cuatro personas encargada por gusano para revolucionario completo, a medias o a regañadientes. Revolucionario bien hecho, medio hecho o poco hecho, para decirlo en jerga aplicada al caso.

Et voilà !

Por 107,69 euros o 144,82 dólares, Ud., estimado exiliado desprovisto de todos los derechos civiles en su país de origen, ha decidido minuciosamente qué comerán en Cuba sus invitados, los cubanos que deciden, los únicos cubanos que deciden, al decir de la muletilla.

¡Aplíquese, exiliado! ¡Cuando le tomen nota, no olvide decidir que les sirvan postre! Y sobre todo: ¡qué les sea dulce!

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