miércoles, 14 de abril de 2010

¿Tú también, Sabina?


Por Armando Añel

"No firmaré ningún manifiesto ni carta contra Cuba mientras existan cosas como (la prisión de) Guantánamo o el bloqueo (embargo estadounidense)", ha dicho Joaquín Sabina en la presentación de su último disco, Vinagre y rosas.

Pero se equivoca esta vez. No es una carta contra Cuba a lo que se refiere, es una carta por Cuba, a favor de Cuba, a favor de los derechos humanos de los cubanos. No a favor de los privilegios de la casta favorecida que ha frecuentado el cantautor, ni de la familia Castro, ni de la nomenclatura, ni de los comunistas. Es a favor de los cubanos todos. A favor de los de a pie, los explotados, los que reciben los miserables salarios, los que temen decir lo que piensan, a los que se les impide acceder a los sitios donde el propio Sabina es bienvenido y agasajado, los reprimidos, los olvidados, los presos, a los que no le permiten escuchar –porque las censuran en la radio y la televisión castristas– algunas de las canciones del cantante español, como aquella en la que menciona a Silvio Rodríguez y recorre la degeneración de La Habana. Seguir confundiendo retóricamente a Cuba con la casta militar que la subyuga –y sus seguidores– no es más que un recurso propio de reaccionarios. Quién iba a decir que el rebelde que había en Sabina iba a terminar defendiendo a un régimen retrógrado, explotador y anquilosado, aterrado ante la posibilidad de que su pueblo pueda conquistar los derechos que le han sido conculcados durante medio siglo.


Cuba no son los Castro, Sabina, y ni siquiera los seguidores de los Castro. Cuba son todos los cubanos o ninguno. No se puede camuflar detrás del nombre de un país a un régimen excluyente que discrimina a unos cubanos y favorece a otros, y, lo que si se quiere es más impresentable aún, que discrimina a los nacionales y favorece a los extranjeros.

Sabina, ¿no se te ocurre que meter en medio de un asunto de derechos civiles, un asunto a resolver entre los gobernantes y su pueblo, las políticas de un gobierno extranjero, es una forma de anexionismo mental? ¿Te habría pasado por la cabeza esperar que los afroamericanos abandonaran su lucha por los derechos civiles porque Estados Unidos mantenía una confrontación política con la desaparecida Unión Soviética y en esas condiciones no podían aspirar al fin de la segregación racial? El culpable de la falta de derechos con que malviven los cubanos, de la represión, de los fusilamientos, de la prohibición de facto de las alternativas políticas, de que haya cubanos que no dejan regresar a su país, de que haya cubanos que no dejan salir de su país, de que todos los medios de comunicación y producción estén en manos del Estado, etcétera, etcétera, etcétera, es el Gobierno castrista, no ningún Gobierno extranjero. ¿No habría firmado Sabina una carta de denuncia al apartheid sudafricano, a pesar de que ese régimen sí estaba bloqueado comercialmente?

Eso que Sabina llama bloqueo (Estados Unidos es hoy uno de los principales socios comerciales de Cuba), y esa prisión de Guantánamo a la que se refiere, son asuntos de política exterior, de gobierno con gobierno, no se puede justificar con ellos la represión a quienes piensan distinto, la falta de libertades, la ausencia de derechos. Quienes pidieron la firma de Sabina quieren que se resuelva un problema histórico entre el actual Gobierno cubano y la nación. ¿Se animaría a estampar su firma Sabina en apoyo al pueblo cubano, al que carece de voz, al que ha sido dividido artificialmente, ese que ni siquiera tiene derecho a circular libremente en su propio país?

Lástima de Sabina. Muchos cubanos, tras escuchar sus canciones, comenzaron a verlo, allá por los años noventa, como el representante de una izquierda diferente, más humana, más sensible y responsable. ¿Tendrá la humildad, y la humanidad, de rectificar y hacer algo por los cubanos? ¿O también se subirá al carro de los que quieren mantener secuestrada a Cuba en el museo de reliquias de la Guerra Fría?

Fuente: Libertad Digital

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