domingo, 23 de mayo de 2010

Cuba es de todos los cubanos


Las voces disidentes al gobierno cubano adquieren categoría popular. Lo que ayer, y durante muchos años fueron voces aisladas, hoy son un murmullo generalizado; incluso los que sienten el temor a flor de piel critican susurrando al oído.

Llama poderosamente la atención el hecho de escuchar desde un intelectual hasta un artista, incluyendo obreros, médicos, campesinos, deportistas, maestros, además de la siempre rebelde juventud criticar la grave situación que atraviesa el país, detectando como principal factor el embargo de los Estados Unidos a la isla como la causa de tantos males, al extremo de poner en peligro supuestos logros del gobierno.

No es secreto que los éxitos, a pesar de altibajos sirvieron para mantener al pueblo entretenido y fiel al régimen. Hemos llegado a un punto sin retroceso. Analizar sin objetividad nuestros problemas nos envuelve en una encrucijada peligrosa e impredecible. No sólo está en juego el poder de la administración comunista, que a duras penas se mantiene gracias al poderío militar y el miedo en la conciencia de gran parte de nuestra sociedad.

De no actuar consecuentemente, se puede llevar a la nación a un estado de ingobernabilidad fatal para las aspiraciones de los cubanos, y lo que es peor, perder la credibilidad de que si podemos avanzar y construir una patria con todos y para el bien de todos, sueño irrealizado por el más ilustre de los cubanos, el apóstol José Martí.

En la prensa oficial aparecen artículos narrando la triste realidad de otros países. Sin embargo, al parecer aquí todo es color de rosa. Salvo raras excepciones, no se ven publicados escritos prácticos y veraces de la problemática nacional.

En mi opinión, el periódico Granma, órgano oficial del partido comunista de Cuba cuenta con una de las secciones mas abiertas dentro de los sistemas informativos oficiales: cartas a la dirección. Muestra los criterios de un sector dispuesto a no callar y aprovechar la más mínima fisura para exponer una idea. Debo señalar que los criterios son personales y no reflejan necesariamente los puntos de vista del gobierno de La Habana.

Este es el séptimo aniversario en que la intolerancia gubernamental priva a un grupo de personas de disfrutar de la compañía de sus familiares del sexo femenino y que han realizado el sueño mayor de una mujer: ser madre. Se siente el cercano fin de una pesadilla, la cual desde el primer momento cubrió con el manto de la injusticia y la infamia esta tierra, considerada también nuestra madre.

No debo, no puedo finalizar este comentario sin recordar el dolor de la familia Sigler Amaya, por no contar este año con Gloria, progenitora de una familia fiel a los principios democráticos. También Reina Luisa Tamayo ocupa un espacio en mi corazón. Orlando Zapata, su hijo, se fue físicamente, pero vive, se multiplica en cada cubano digno, dispuesto a sacrificarse por la patria.

Por último, honor y reconocimiento a las Damas de Blanco, en especial a las madres. Es posible que el principal eslabón para cambiar el destino de Cuba sea la liberación de los presos políticos y de conciencia. Nadie debe temer al futuro cuando el presente resulta incierto. Quieran unos y otros no, Cuba es de todos los cubanos. Callar resultaría complicidad. Al fin y al cabo, la reconciliación es inevitable.

La paz, prosperidad y el bien común responden a dos palabras, poderosas como el poder de Dios. Si ahora mismo apelamos todos al amor y el diálogo, el camino sería menos escabroso y complicado para el deseo popular. Mañana, mañana puede no existir la posibilidad de salvarnos y salvar a los demás.

Pablo Pacheco, desde la cárcel de Canaleta

Tomado del blog Voz tras las rejas

Foto: hans hendriksen, Flickr

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