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27 May 2010 Toda esta crueldad pone al descubierto una vez más la falsedad del Informe Nacional de la República de Cuba, que el gobierno presentó en el año 2009 al examen Periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos, donde en uno de sus párrafos decía, que el trabajo en las prisiones cubanas era remunerado según las tarifas salariales vigentes en el país garantizándose la protección e higiene en la realización de las labores.
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Efren Fernández Fernández
Preso de Conciencia de la causa de los 75
(www.miscelaneasdecuba.net). La esclavitud en pleno siglo XXI, está severamente prohibida, pero de forma solapada aún prevalece en Cuba, a pesar de no estar permitida por la actual Carta Magna.
También, en la mayor de las Antillas, el artículo 14 de la Constitución de la República veda la explotación del hombre por el hombre. Sin embargo, las autoridades de esta prisión realmente parece que han encontrado un conjuro mágico que ha hecho retroceder el tiempo hacia siglos pasados pues estas dos aborrecibles prácticas existen en este recinto penitenciario.
Unas de las evidencias es el caso de 8 presos comunes dedicados a confeccionar diferentes objetos artesanales, en un reducido e inhóspito taller que ellos han acondicionado con recursos propios. Al frente de esa labor se encuentra el temido sud teniente Elvio Anache Fundora más conocido por el apodo del indio.
Este militar que es repudiado por su contante agresividad, malos tratos e incluso por sus golpiza contra los presos, se comporta en ese taller como un mayoral, que explota sin compasión a los reos artesanos.
Estos cautivos cumplen a cabalidad la norma de producción establecida, no obstante de los 275 pesos que deberían ganar mensualmente solo perciben 150 pesos a lo sumo.
La trabajadora civil que atiende las finanzas en la prisión nombrada Yamelis manifiesta que ella desconoce el porqué una parte considerable de sus respectivos salarios se esfuma. Por su parte el militar Anache Fundora refiere que el no sabe nada al respecto ya que eso es incumbencia de la entidad estatal del pueblo de Guanajay, que comercializa los productos artesanales.
Esta situación, viola la regla 73 inciso dos de las Reglas Mínimas para el Tratamiento de Reclusos de las Naciones Unidas, donde se establece que la administración de la prisión tiene la obligación de asegurar que las condiciones del contrato sean absolutamente explicitadas debiendo garantizar el pago de salario normal a cada preso por su rendimiento.
Varios militares de esta prisión, así como algunos familiares de los presos residentes en el poblado de Guanajay, le han manifestado a los reos artesanos que el sud teniente Anache Fundora para su lucro personal vende en esta localidad muchas de las obras artesanales de los presos.
Algunos de los cautivos artesanos le tienen pánico a este verdugo de la dictadura que para enriquecerse les exige una producción que excede lo normado. Con este proceder no solo los explota y los esclaviza a ellos pues también hace sufrir muchísimo a su respetiva familia ya que son las suministradoras de casi toda la materia prima con la cual confeccionan los trabajos.
Muchos individuos tan malhechores y abusadores como este oficial son los encargados de custodiar y rehabilitar a los presos en Cuba.
El inescrupuloso Anache Fundora también utiliza su jerarquía militar para apropiarse indebidamente de recursos estatales los cuales esconde en esta prisión que es su madriguera. Por ejemplo al preso común Yunieskis García Márquez, del destacamento numero 7 que trabaja en el taller de artesanía lo hace cómplice de su fechoría ya que si es descubierto un motor eléctrico que el sud teniente Anache Fundora oculta en ese local, ese preso debe alegar engañosamente que es suyo.
También en las proximidades de una pequeña fábrica de bloques y otros elementos para la construcción ubicada en la parte posterior de la prisión tiene escondida una hormigonera de color amarillo, fruto de su raterismo, cuyo motor lo mantiene guardado disimuladamente a escasos 4 metros del lugar.
Si viniera a la prisión alguna visita o inspección de las autoridades superiores y se interesaran por la hormigonera, el preso común Eloy Cárdena Valdez del destacamento número 6 tiene que decir sumisamente la gran mentira indicada por Anache Fundora de que el referido aparato pertenece a la fraudulenta escuela de capacitación técnica en oficios ubicada al lado de la fábrica.
La barbarie y la perversidad de este oficial corrompen, degrada y daña a los presos, sus familiares y la sociedad.
En la llamada escuela de capacitación técnica en oficios, aproximadamente unos 25 presos recibieron un curso de albañilería y otra cantidad similar el curso de carpintería, durante los meses de noviembre a febrero, donde las calificaciones de albañiles y carpinteros B, sin tener en cuenta que la mayoría no saben poner un ladrillo en una pared en construcción, ni aserrar con un serrucho una tabla.
En varias ocasiones estos presos tuvieron que trabajar en la fábrica anteriormente citada, trasladando bloques de un lugar a otro sin percibir un centavo.
Antes de comenzar en esta escuela les prometieron que recibirían en cada uno de los tres meses del curso un estipendio de 85 pesos, es decir 255 pesos en total, pero ya han pasado tres meses de haber finalizado el curso, y aún el dinero no acaba de aparecer.
En la fábrica de bloques y otro elementos para la construcción, donde trabajan 24 presos comunes, hasta el pasado mes de abril con un esfuerzo sobre humano, devengaban un salario mensual de hasta 900 pesos por el sobre cumplimiento de la extenuante norma establecida. Los militares de la prisión manifestaban públicamente su desacuerdo por considerar muy elevado los sueldos de estos presos, que con el agobio y sudor de su frente realizan una labor meritoria.
Estos oficiales, con su odio, envidia y ambición característica obstaculizan y frenan el buen desenvolvimiento creativo y productivo. Ellos como secuaces de la dictadura no quieren que nadie gane con su esfuerzo un sueldo superior a sus elevadísimos y privilegiados salarios.
Por eso, a partir de ahora los presos que trabajan en la referida fábrica ganarán alrededor de un 45% menos de salario. No obstante deberán seguir laborando con la misma intensidad.
A estos cautivos que realizan la mayor parte del trabajo de forma manual con procedimientos obsoletos, les suministran una alimentación excesivamente pésima que no suple el descaste físico que ha demacrado sus rostros.
El colmo de la desfachatez y la farsa gubernamental que desarrolla una explotación desproporcionada sucedió cuando lacearon profundamente a estos presos e incluso al resto de la población penal.
Resulta, que para cinematografiar la producción de los bloques, trajeron 7 overoles de color azul y 7 cascas de color amarillo, con los cuales vistieron a 7 reclusos que fueron los únicos en aparecer en las engañosas imágenes que no muestran la triste realidad de estos hombres que en su mayoría trabajan con ropa andrajosa y que casi están descalzos por el mal estado de sus calzados sin contar la ausencia de medios de protección.
Al culminar la filmación, los presos debieron devolver los atuendos de la actuación. Estas atrocidades quebrantan la regla 74, inciso 1 para el tratamiento de recluso de las Naciones Unidas, pues las autoridades penitenciarias no toman las precauciones pre escrita para proteger la seguridad y la salud de los presos trabajadores.
De los 24 presos que laboran en la fábrica, 4 no perciben ni un centavo, pues están optando por una plaza remunerada. En igual situación se han encontrado algunos de los que ya ganan un sueldo pues con anterioridad debieron trabajar muchísimo sin recibir honorarios.
En las mismas circunstancias están muchos presos, que trabajan y no tienen salario. Algunos lo hacen para no estar encerrado todo el día y otros para tratar de lograr un empleo remunerado cuando exista la posibilidad.
En estos casos las autoridades penitenciarias suelen exigirle que escriban sus generales y plasmen sus rúbricas en un documento que de manera arbitraria elaboran con antelación para justificar la esclavitud de estos presos que supuestamente solicitan trabajar sin percibir un sueldo.
También existen reos que realizan una labor remunerada y sin embarco no perciben ni un centavo pues ilógicamente su sueldo lo devengan los presos confidentes de los militares o van a parar a un lugar incognito.
Casi todos deben conseguir sus implementos de trabajo con sus familiares y son coaccionados constantemente por los militares que en ocasiones llegan a ofenderlos con palabras obscenas e hirientes, chantajeándolos con dejarlos cesantes y encerrados en sus respectivos destacamentos cuestión que afectaría en el futuro sus buenas aspiraciones.
Toda esta crueldad pone al descubierto una vez más la falsedad del Informe Nacional de la República de Cuba, que el gobierno presentó en el año 2009 al examen Periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos, donde en uno de sus párrafos decía, que el trabajo en las prisiones cubanas era remunerado según las tarifas salariales vigentes en el país garantizándose la protección e higiene en la realización de las labores.
Esta inhumanidad, infringe los artículos 43 y 45 de la Constitución de la República que estipulan la remuneración equitativa por el trabajo realizado. Y viola la reglas 76 inciso 1 para el tratamiento de recluso de las Naciones Unidas que determina el pago equitativo a los reclusos trabajadores y, la 71 inciso 4 donde se especifica que el trabajo deberá contribuir por su naturaleza a mantener o a aumentar la capacidad del preso para ganar honradamente su vida después de su liberación.
La lamentable situación de la gran mayoría de los presos que trabajan en esta prisión de Guanajay, jamás lo reeducaría o rehabilitarían. Pues el servilismo imperante los deforma convirtiéndolos en hombres fingidores, mentirosos, deshonestos y viles.
El gobierno cubano debería tomar cartas en el asunto y tener presente la sentencia de Samuel Feijoo que dijo “empleo sin salario produce ladrones.
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