jueves, 27 de mayo de 2010

HOY EN EL CALENDARIO CUBANO, 27 DE MAYO


Pez en Rodas


• Santos católicos que celebran su día el 27 de mayo:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

Santos Julio y Ranulfo, mártires y Santa Restituta, virgen y mártir

- En el Almanaque Campesino de 1946:

Santos Beda el Venerable, Julio y Ranulfo, mártires y Juan, papa y Santa Restituta, virgen y mártires



El 27 de mayo en la Historia de Cuba

• 1640 -

- Confirmación de las Ordenanzas de Cáceres.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 301-302 nos describe los acontecimientos del 27 de Mayo de 1640 en la Historia de Cuba:

“Las ordenanzas para el cabildo y regimiento de La Habana y demás villas y lugares de Cuba que el oidor Alonso de Cáceres sometió a la consideración del ayuntamiento de la capital de la Isla en el año de 1574 rigieron desde entonces en esta Antilla. Semejante hecho no fue consecuencia de la soberana aprobación del mentado cuerpo jurídico. La obra de Cáceres pasó por complicados y largos trámites en las Antillas y en España. En tanto los municipios cubanos acomodaban su vida a las reglas redactadas por el Oidor se siguió fuera de la Isla una serie de diligencias y dilaciones que pudo parecer interminable.

“De La Habana las ordenanzas de Cáceres pasaron a manos de Felipe II. El Rey, desde Aranjuez, en mayo de 1574, las trasladó a la audiencia de La Española o Santo Domingo. La Audiencia se tomó poco menos de un cuatrenio para dictaminar. En España el procedimiento se dilató enormemente: sesenta y dos años transcurrieron desde que la Audiencia devolvió las ordenanzas de Cáceres a la Corona hasta que esta las confirmó.

“En 27 de mayo de 1640, en Madrid, Felipe IV expidió la cédula destinada a confirmar y aprobar, como dijo, las ordenanzas municipales salidas de La Habana en 1574. Tuvo que referirse a trámites iniciados bajo el reinado de su abuelo. Y fue su voluntad que tales ordenanzas se guardasen, cumpliesen y ejecutasen en San Cristóbal de La Habana y demás pueblos y lugares de la isla de Cuba, en todo y por todo como en ellas y en cada una de ellas se contenía y declaraba.

“En 26 de abril de 1641, fiara conocer la determinación de Felipe IV sobre las ordenanzas de Alonso de Cáceres, se juntaron, en el ayuntamiento de La Habana, el licenciado Fernando de Aguilar, los capitanes Alvaro de Luces y Caamaño y Pedro Pedroso, los regidores Hernando Calvo de la Puerta, Juan de Añues, Luis Castellón y Rodrigo Carreño, el procurador general Melchor de Rojas Sotolongo y el escribano Hernando Pérez Barreto. Pedro Pedroso presentó las ordenanzas hechas para et buen gobierno de la ciudad, ratificadas por el Rey, firmadas por el propio monarca y refrendadas por su secretario Gabriel de Ocaña y Alarcón. El Cabildo mostró su acatamiento a la voluntad soberana. En realidad de verdad, ya llevaba dos tercios de siglo rigiéndose por lo que aparentaba recibir como una merced regia. En Cuba se había comprendido la importancia de no aguardar a que la Corona adoptase una medida de aquella índole para entrar en el lleno de su aplicación.

“La especial importancia que tuvo la aprobación regia de las ordenanzas de Alonso de Cáceres consistió en que adquirieron carácter y fuerza de ley normas relativas a la regulación económica y al orden social de Cuba. El reparto de tierras y la, esclavitud de la raza africana fueron considerados en las Ordenanzas hasta donde esto era compatible con la idea de dotar de legislación adecuada al cabildo y regimiento de San Cristóbal de La Habana y a los cabildos y regimientos de las demás villas de la Isla. Dentro de las limitaciones de la visita de un oidor había llegado Cáceres a lo sumo. Y el Rey, bien que al cabo de sesenta y seis años, sancionó lo hecho por el juez y legislador de las Antillas.”



• 1586 -

- Sir Francis Drake frente a La Habana.

-Emilio Roig de Leuchsenring en “Cuba en la Mano” por Arnelio González, La Habana, 1940, página 575:

“Francis Drake, discípulo y compañero de Hawkins, célebre en la historia de la marina inglesa, constituyó durante los años de 1585 y 86 la preocupación y el terror de los gobernantes y vecinos de La Habana, al tener noticias de una proyectada incursión pirática de aquél a la villa, al frente de una escuadra de veintitrés buques, con mil trescientos tripulantes, salida de Plymonth el 15 de septiembre del primero de dichos años, rumbo a América, para vengar la traición española que al escuadrón de Hawkins realizó Don Henríquez en San Juan de Ulloa, pero, afortunadamente para los habaneros, el temido corsario no llegó a atacar la población, aunque el 27 de mayo del 86 siete barcos ingleses persiguieron, frente a La Habana, infructuosamente, una galeota española cargado de palo campeche, que pudo guarecerse en el puerto, castigando a los naves enemigas los fuegos de La Punta y El Morro. Ese mismo día, a las tres de la tarde, catorce buques de Drake barloventearon frente a la población, y a la madrugada siguiente se presentó el resto de la escuadra, permaneciendo al pairo hasta el 4 de julio, en que se dirigió rumbo al noreste, sin intentar ataque ni desembarco alguno. Una de las embarcaciones, al quedar rezagada, sufrió la captura por dos galeotas españolas, que la trajeron a La Habana con su tripulación. Si bien se trató de ahorcar a todos estos ingleses piratas, se les perdonó luego, por haber alegado que no habían ocasionado daño a la villa, obligándoseles únicamente a cooperar en las obras de la fortaleza. Igual suerte experimentaron los tripulantes de una nave pirática francesa, capturada también en esos días.”

- Nota: Existen pequeñas discrepancias entre este relato de Emilio Roig de Leuchsenring y el de Emeterio S. Santovenia del 29 de este mismo mes.

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