miércoles, 26 de mayo de 2010

Los campesinos independientes tenían la razón.

Los campesinos independientes tenían la razón.
Víctor E Sánchez
Periodista Independiente
victorernestosanchez@ymail.com


Santiago de Cuba, 25 de mayo - (www.aplopress.com) Al conmemorarse este pasado 5 de mayo, 13 años de constituida la primera cooperativa independiente en Santiago de Cuba, decidimos dar un recorrido por el tiempo y sus protagonistas. Sin embargo el tiempo se ha encargado de demostrar que las condiciones que hicieron a aquel grupo de campesinos tomar tan importante decisión, subsisten y se mantienen.

En conversación con Antonio Alonso, uno de los fundadores de aquel movimiento, quien aún conserva los documentos originales del proyecto de la cooperativa independiente Transición nos dice: “Al ver las conclusiones a que han llegado los campesinos que participaron en este último congreso y lo comparas con los planteamientos que realizamos aquel 5 de mayo de 1997, te das cuenta, que los campesinos independientes tenían la razón”.

Al revisar el documento constitutivo de la cooperativa independiente Transición, nos fijamos en el inciso e) Situaremos parte de nuestros productos en lugares o clientes como corporaciones extranjeras, hoteles para turistas, etc. Este solo ejemplo demuestra que la represión y persecución política que sufrió este grupo de campesinos por su proyecto, nunca tuvo justificación, cuando hoy es una de las recomendaciones salidas del Congreso Campesino. Sin embargo, las autoridades a las más altas instancias del país, han tenido que reconocer lo irracional de la política agraria, pero medidas parciales, como la entrega de tierra en usufructo, por si solas no son la solución. El propio Marino Murillo Jorge, vicepresidente del Consejo de Ministros y ministro de Economía y Planificación al referirse a las tierras entregadas a usufructuarios al amparo del decreto ley 259, dijo que habían sido repartidas 920 mil hectáreas, pero indicó que alrededor de la mitad de las asignadas permanecen ociosas o insuficientemente explotadas.

La política agraria en Cuba ha sido un desastre desde el mismo comienzo de la Revolución. El primer fraude y que hasta hoy sigue siendo un mito, fue la Reforma Agraria. Solo basta con remitirse al DISCURSO PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE CUBA, EN LA CLAUSURA DEL VI CONGRESO DE LA ANAP, EFECTUADA EN EL TEATRO "CARLOS MARX", EL 17 DE MAYO DE 1982, "AÑO 24 DE LA REVOLUCION". En este discurso Fidel Castro reconoció categóricamente cómo por su propia decisión, no se repartieron las tierras. Al final de este trabajo agregamos una síntesis de ese discurso, para facilitar la información.

Si la política agraria fue un fracaso, no menos ha sido su comercialización. En 1968 se desplegó una gran campaña denominada “ofensiva revolucionaria” para erradicar los pequeños comerciantes, lo que se les calificaba de “timbiriches”. Durante su mandato Fidel Castro siempre se opuso a los intermediarios o comercializadores, algo que ahora se ve como un logro de una nueva concepción económica en la que quieren enrumbar el país y más, se descubre que la forma de regular los precios es la oferta y la demanda. Observen esta publicación del periódico Granma:


“Con carretones, mulos y caballos salimos hacia la sierra a comprar mercancías. Sin gasto de combustible mantenemos una oferta entre 18 y 30 renglones. El precio es de oferta y demanda. En la actualidad, cerca de 300 carretilleros salen al amanecer a comprar frutas en jardines y parcelas, que luego venden en diferentes puntos de la ciudad cabecera. El pregón vuelve a estas históricas calles con marcado beneficio e impacto social”.

La ciudad de Santiago de Cuba, con más de 450 mil habitantes y una amplia red de turismo y hospitales de no puede garantizar sus abastecimientos con mulos y carretones. Eso necesita una amplia infraestructura de servicios y de una alta producción agrícola.

Un análisis en perspectiva de estas dos variables tan importantes en la económica agrícola: tenencia de tierra y mercado, te obliga a analizarlas por separado, para llegar a las incidentales que en cada una de ellas de desenvuelven.

La tenencia de tierra en propiedad, bajo las prerrogativas de la libertad económica es un principio básico para el manejo económico de los productores agrícolas, pues sirven sus tierras como colaterales de préstamos y la toma de decisiones a favor de sus intereses aseguran la selección de los cultivos y actividades agrícolas que mejor les convenga, de acurdo a su experiencia o algún estudio de inteligencia de mercado.

La posesión de tierra solamente no asegura una rentable producción agrícola. En Cuba, luego de que el gobierno reconoció su error conceptual inicial sobre la tenencia de tierra, el 30 de enero de 1991 el Decreto-Ley No. 125 establece en su Artículo 3 que la tierra propiedad del Estado podrá ser entregada en usufructo. Esto no cambió la situación, los que intentaron explotar la tierra fracasaron y la abandonaron, por falta de recursos y de libertades económicas, principalmente las inherentes al mercado: de compra y venta.

El fracaso que marcó ese antecedente no fue suficiente y el 10 de julio del 2008 se promulgó el Decreto-Ley No.259 sobre la entrega de tierras ociosas en usufructo. Luego de casi dos años de entrar en vigor, no ha presentado resultados positivos alguno. A todos estos fracasos agroeconómicos se suman los planes alimentarios en Ciego de Avila y otros lugares donde participaron miles de santiagueros. Así como la llamada agricultura urbana, los hidropónicos y organopónicos. Ahora nos vienen con el cuento de las parcelas y patios familiares, como solución a una crítica situación que no admite un experimento más.


“Yo fui una de las víctimas de la Reforma Agria, como tenía más de 5 caballerías, me la quitaron todas. Solo me dejaron una parcela alrededor de la casa, pero eso me ha ayudado con la alimentación, pero no da para vivir como productor agrícola. Ese kiosco que aparece en la foto del periódico, lo prepararon así para la foto. Mis hijos en el exterior son los que me han mantenido hasta ahora” Nos dice Maurilio García, un campesino del Cujabo, a unos 15 kilómetros de la ciudad de Santiago de Cuba.

El mercado ha sido el principal escollo de la producción agrícola en Cuba. La comercialización (intermediarios) siempre fue un pecado para los llamados dirigentes históricos de la revolución, principalmente para Fidel Castro, quien prefería comprar a precios internacionales las frutas, vegetales, hortalizas y hasta flores en el exterior, para no darle participación a sus nacionales. Este que fue uno de los planteamientos de los campesinos independientes en 1997, hoy los traen como un descubrimiento del congreso campesino. Observen esta supuesta intervención: “La expresión de Pedro Castillo, vecino de La Caoba, en el municipio de San Luis, fue tácita: ¿Qué hace una nación agrícola comprando frutas, flores y alimentos en el extranjero?".

Uno de los principales argumentos de Fidel Castro eran los posibles altos ingresos, incluso los denominó “macetas”. Sin embargo, ahora se resalta como al mercado “El Avileño” en esta ciudad de Santiago de Cuba ingresan como promedio 20 000 pesos por jornada. Sus trabajadores devengan un salario que oscila entre 1 500 y 3 000 pesos al mes. Lo que de ser cierto - un trabajador del mercado - gana dos tres veces más, que el mejor profesional de nuestra comunidad.

Hay algo que quiero dejar claro en este articulo. En Cuba, en ningún foro, al menos a los nacionales no se les permite hacer planteamientos espontáneos. Las intervenciones son escogidas, y seleccionadas las personas que las van a exponer. Así que todas estas intervenciones son las manifestaciones que el gobierno quiere se hagan públicas. No obstante observen el próximo párrafo y vean la realidad de nuestro campesinado hasta hoy día:

"En Santiago de Cuba se perdía más del 50% de las frutas, y nosotros teníamos que venderlas, a escondidas, a orillas de la carretera", cuenta Edilberto Hernández, uno de los trabajadores del quiosco de la CPA Victoria de Girón, del municipio de Contramaestre, por donde comenzó la experiencia de concertar vínculos más eficaces entre productores y vendedores, en aras de diversificar ofertas, sustituir importaciones y, en consecuencia, ahorrar.

En este experimento político, económico y social el Gobierno cubano ha valido todos los medios para utilizarlos a su manera. La cooperación internacional no ha escapado a sus artimañas y crearon una serie de proyectos y ONG´s <>de desarrollo rural para captar fondos de la Comunidad Económica Europea, para sus financiamientos. Sin embargo, todo esto también terminó siendo un gran fracaso.

A pesar de toda esta cadena de fracasos y el engaño evidente y comprobado del campesinado cubano, muy poco se ha capitalizado su situación como estrategia política. Obsérvese esta apreciación del propio Fidel Castro de cómo el si la supo aprovechar: “…hay circunstancias políticas determinadas en que el reparto de tierra es la única alternativa, por ser, sin duda, la medida más política, la que promueve más apoyo revolucionario…” No por gusto la famosa alianza obrero-campesina era una iniciativa que dio ciertos resultados en las luchas sociales.

Los esfuerzos de los campesinos independientes por organizarse y exigir sus derechos, no tuvo un gran respaldo por la oposición interna y externa, nos dice Antonio Alonso, Director del Proyecto de Desarrollo Cívico Rural Cubano. “La falta de recursos y de interacción con los demás proyectos que adelanta en Cuba la oposición fueron las causas principales de poco crecimiento de este movimiento de desarrollo cívico y rural, que tanto hubiera aportado para el futuro modelo de desarrollo rural en Cuba”, concluye Alonso.

La designación de un Comisionado de Agricultura en las estructuras de los Municipios de Oposición, bien pudiera corregir esa situación que plantea Antonio Alonso, que también es Comisionado de Agricultura por el Municipio de Santiago de Cuba. Esa estructura facilitaría la posibilidad de realizar demandas conjuntas de carácter nacional, que emplace la necesidad de realizar una verdadera ley agraria en Cuba.


Nota:

DISCURSO PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE CUBA, EN LA CLAUSURA DEL VI CONGRESO DE LA ANAP, EFECTUADA EN EL TEATRO "CARLOS MARX", EL 17 DE MAYO DE 1982, "AÑO 24 DE LA REVOLUCION".

(VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)

Lo importante en realidad no iba a ser los detalles de la ley, sino el contenido en cuanto a la profundidad de la reforma; pero se hablaba de zonas de desarrollo, repartos de tierra, etcétera.

Pero no estaba claro todavía qué íbamos a hacer con los grandes latifundios. Hasta aquel momento, hasta el final, casi lo único que aparecía en la ley, según los técnicos, era repartos de tierra. Esa palabra siempre tuvo mucha simpatía.

… la reforma agraria en forma de repartos de tierras tenía ciertos predicamentos en el pensamiento revolucionario, porque por lo general era una demanda de los campesinos, y hay circunstancias políticas determinadas en que el reparto de tierra es la única alternativa, por ser, sin duda, la medida más política, la que promueve más apoyo revolucionario, ¡magnífica!, pero que puede, incluso, liquidar la producción agrícola.

Yo meditaba que en nuestro país la Revolución tenía un tremendo apoyo de los campesinos, de los obreros y que no por razones estrictamente políticas debíamos de crear cientos de miles de minifundios; además, aquel reparto tenía un inconveniente: que no había tierras para todo el mundo, y cuando se hablaba de repartos de tierras, hasta mucha gente de la ciudad ya estaba aspirando a que le dieran un pedazo de tierra. La tierra a una caballería por cabeza iba a beneficiar a 100 000; 150 000; 200 000 familias, pero se iban a quedar cientos de miles de familias sin tierra, o habríamos tenido que dividirla todavía en fracciones más pequeñas, agravando la situación.

No teníamos una real necesidad política de aplicar aquella reforma de reparto de tierra. En cierto modo estábamos repartiendo tierra de latifundistas, cuando a más de 100 000 familias campesinas las hacíamos propietarias de aquellas tierras que estaban cultivando.

En nuestro país se daban las circunstancias de que la agricultura tenía cierto desarrollo capitalista: plantaciones de caña, plantaciones de arroz, plantaciones de diversos tipos, grandes fincas ganaderas, y teníamos un proletariado agrícola…

Trataba de imaginarme cómo sería un campo de caña dividido entre 10 propietarios y cada uno de ellos sembrando unas cuantas matas de plátano, otras de yuca, otras de arroz, otras de frijoles y un pedacito de caña, ¡qué sería de la industria azucarera!

Entonces fue cuando empezamos a analizar la conveniencia de no hacer repartos de tierra y a acariciar la idea de las cooperativas. Después nos dimos cuenta, al menos yo pensaba así cuando veía una enorme hacienda ganadera que tenía miles de cabezas de forma extensiva y unos 10 ó 12 obreros, cómo nosotros podíamos formar una cooperativa en aquella enorme hacienda, íbamos a hacer ricos de la noche a la mañana a aquellos 10 ó 12 obreros; veíamos otros tipos de plantaciones arroceras grandes en las que se producía el mismo fenómeno, y decidimos crear las primeras empresas estatales en aquellas haciendas ganaderas y otras grandes empresas agrícolas.


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