Por Juan Antonio Madrazo LunaPublicado Hoy
El Vedado, La Habana, 27 de mayo de 2010, (PD) Por tercer año consecutivo, el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) que dirige Mariela Castro Espin, junto a instituciones como la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y diversas entidades artísticas, sociales y religiosas como el Centro Memorial Martín Luther King, celebraron la tercera jornada cubana por el Día Mundial Contra la Homofobia.
Expedición que intentó vestirse de largo con debates y paneles de sensibilización en materia de sexualidad, presentaciones de libros, performances, lecturas de escritores invitados, presentación de materiales audiovisuales, un homenaje al dramaturgo José Milián, gala de transformistas junto a la habitual y populista conga santiaguera , donde travestís, transexuales, centenares de activistas cubanos bailaron y marcharon por la popular avenida 23 del populoso barrio del Vedado.
Más allá de la negociación como estrategia política, el arte de las emociones y el deseo diseñada por Mariela, la comunidad LGBT continúa siendo una población vulnerable, cercada por altos riesgos. Aun no es bienvenida al mundo de la diversidad. Hoy es un grupo social que demanda autonomía, garantías, legalidades, capacidad de dialogo con las otras voces que hacen la textura de la nación. Exigen tener voz propia, interactuar con la sociedad desde la emancipación ciudadana, impulsar un nuevo estado de cambio en una Cuba que se refracta y se multiplica.
La Homofobia es un conflicto social y político que aun continúa siendo pasto de la censura, una etiqueta articulada que de manera unidireccional excluye la diferencia, un incendio en el cual muchos prefieren quemarse. Salvo una reseña en el Noticiero Nacional de Televisión de la conferencia de prensa impartida por las instituciones involucradas en la jornada. Los medios masivos de comunicación contribuyeron a silenciar una vez más el acontecimiento. Tanto la prensa oficial como la televisión se ajustaron muy bien la corbata del silencio, la opinión pública sobre el tema fue dinamitada.
La sociedad cubana junto al estado aun le cuesta mucho asumir y desnudar sus prejuicios. La homofobia y el miedo al negro son hábitos heredados de la ideología patriarcal, prácticas socializadas por toda una Cultura de Impunidad. Son espirales de violencia que aun continúan muy activas. Somos aun una sociedad encerrada entre los muros de la intolerancia. A lo largo de 50 años de movimientos sísmicos se han desarrollado eventos y conductas impropias que han lacerado el espíritu y la autoestima de quienes han asumido una vida sin máscaras. El discurso machista-leninista ha sido muy higiénico en torno a identidades que no se adecuan al canon revolucionario. El mapa de la homofobia revolucionaria registra eventos como la Parametración de artistas e intelectuales, la presión sobre homosexuales a abandonar el país durante el éxodo del Mariel en 1980, mediante la Operación “Dignidad” en el 2005 y la Operación “Avioneta” en el 2007 se realizaron incursiones y detenciones policiales entre grupos de jóvenes, fundamentalmente en la Habana a los cuales se le aplicó la figura jurídica de índice de peligrosidad pre-delictiva.
Para muchos la labor del CENESEX más allá de la defensa legal y jurídica de los transexuales, es una plataforma de comunicación cuyo guión aparenta ser brillante pero carece de libertades. Se acomoda en espacios de poca profundidad temática, neutraliza la agudeza de las grandes interrogantes, evade los conflictos de mayor riesgo, no apuesta al desnudo las marcas de su propio cuerpo. Palabras como justicia y libertad aun no recobran sentido. El discurso de la justicia social es cotidianamente violado. La Cultura de la Impunidad aun legitima las redadas policiales, el ejercicio de índice de peligrosidad social pre-delictiva. Los travestís son mariposas que continúan saltando al vació pues muchos se insertan en el programa del CENESEX para adquirir legitimidad ciudadana, si no, están fuera de la ley. Los estereotipos solicitan continuar anclados en los medios audiovisuales hacia lo diferente en la diversidad, intocables límites de fronteras entre género y política subsisten.
La voz de la homofobia desde el poder no es emplazada, se considera el concepto nacional de pareja excluyente y homofóbico con relación al acceso a clubes y discotecas.
En la comunidad LGBT muchos consideran que se hace necesario un temblor de tierra que permita oxigenar ideas, incorporar nuevos índices, notas al pie que saquen a la luz pública accidentes represivos que todavía son visibles. Otros piden borrón y cuenta nueva. Políticamente el uso de la voz acarrea peligros enormes, solo el estado escucha el discurso de las lealtades, las tendencias disidentes son reprimidas o se intenta domesticarlas.
La problemática racial y la homofobia son patologías en las cuales el estado mediante el desarrollo de plataformas que respondan a sus intereses, busca cambiar la imagen para sobrevivir a la actual crisis de legitimidad. El discurso de la diversidad se ha convertido en la cortina de humo para no discutir problemas medulares que comprometen el futuro de la nación. El CENESEX es una cofradía dominada por un gueto médico-psicológico y político que monopoliza el tema dentro y fuera de Cuba. Otros discursos no tienen licencia para dialogar con el oficial. La sociedad cubana de hoy exige trazar mapas posibles donde podamos aprender a escucharnos, amplificar escenarios que sean reales aduanas de intercambio, espacios de libertad y diálogo. Aceptar lo diferente que no significa perdonar es el respeto que todos debemos sentir por la vida.
Fotos: Juan A. Madrazo
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