miércoles, 12 de mayo de 2010
Stalinistas No, Gracias. Desde la Izquierda, contra el Stalinismo. Carta abierta a los compañeros del Partido Comunista de España.
Stalinistas No, Gracias. Desde la Izquierda, contra el Stalinismo. Carta abierta a los compañeros del Partido Comunista de España a propósito del gobierno cubano .
Juan Ramón Capella - España .Habéis convocado, el 18 de marzo, una concentración de "apoyo al pueblo cubano, su revolución y al gobierno". Me temo que el apoyo, si miramos las cosas con ojos limpios de hipocresía, es esencialmente apoyo al gobierno cubano. Que es el concernido estos días por fundadas protestas de mucha gente por el durísimo trato que dispensa a los disidentes políticos. Quisiera convocaros a reflexionar conmigo sobre lo que le ha sucedido a la revolución cubana, y también sobre los tics inconscientes que aquejan a veces al Partido Comunista de España.
Por supuesto, estoy de acuerdo con vosotros en que donde principalmente se ha torturado en Cuba ha sido en la base norteamericana de Guantánamo; y también podemos estar de acuerdo en que mucha gente sensible a cualquier comportamiento poco aceptable de los dirigentes políticos que gobiernan actualmente Cuba cierra los ojos a barbaridades realmente importantes, muy graves, cometidas por regímenes como los de Arabia Saudita, Irán, Egipto y tantos otros; gentes que miran para otro lado cuando los Estados Unidos delegan en terceros la tarea de torturar a sus presos políticos, como hizo la administración Bush y ahora no quiere investigar Obama.
Todo eso es verdad. Pero que lo sea no quita un ápice de gravedad a los torpes, injustos y crueles comportamientos de los dirigentes cubanos. Hoy condenan hasta a veintiocho años de cárcel a disidentes políticos pacíficos. Eso, compañeros, se mire como se mire, es una barbaridad. Y es la continuación de muchas cosas que probablemente empezaron a torcerse —muchos de vosotros llevaríais entonces pantalón corto— con el caso Padilla, un poeta —un poeta— quejoso con el rumbo que tomaba eso que todo el mundo ha llamado 'la revolución', o sea, el derrocamiento de Batista por un grupo guerrillero triunfante.
Con el caso Padilla los dirigentes políticos y los intelectuales adictos al nuevo régimen cubano empezaron a emplear los métodos de represión enormemente hipócritas que había usado el stalinismo. A eso se le pueden añadir otras cosas: la persecución de las personas de condición homosexual, de la que ha dado cumplida cuenta alguien a quien no podéis ignorar: nuestro compatriota Néstor Almendros. Del comportamiento permitido a los policías y carceleros contra disidentes por la autoridad política —dicho pura y llanamente: la tortura— ha escrito otro poeta: Reinaldo Arenas.
Cierto: en Cuba hay asistencia sanitaria para todos. Y otros beneficios sociales. Pero ¿el fin justifica esos medios? ¿Creéis eso?
Porque si se dejan de lado los anteojos que a muchos hacen ver las cosas de color de rosa sólo con escuchar la palabra mágica socialismo (aunque el socialismo esté tan lejos que no haya siquiera su condición previa, que es verdadera democracia), advertiríais que en Cuba —como también en Venezuela— se da como en ninguna parte el culto de la personalidad. ¿Recordáis lo que fue —y reconocéis lo que es— el culto de la personalidad?
Sin anteojeras: la toma del poder por la guerrilla cubana no fue una revolución socialista. Ninguna minoría puede hacer una revolución socialista. Y nunca, nunca, ha habido socialismo en un solo país. El populismo castrista se llenó la boca con la palabra socialismo y se alió con los gobernantes de la Unión Soviética. Y muchos creyeron que eso era el socialismo, con una idea completamente degradada de lo que el socialismo ha de ser. Era sólo una mejora respecto de la situación anterior. Pero sólo eso.
Los dirigentes cubanos han cometido errores tremendos de los que ni siquiera se les ha ocurrido hacer autocrítica. Uno fue la zafra diez millones, una idea tan marxista que ni se alcanzó el objetivo ni tampoco fueron previstas las consecuencias del incremento de la producción en el mercado mundial del azúcar. Otro error grave fue permitir la instalación en su territorio de missiles que podían alcanzar en minutos a los Estados Unidos. Ciertamente, ni Cuba confía en los USA desde Bahía Cochinos ni los gobernantes americanos pueden confiar en sus homólogos cubanos. Así, las cosas, lo correcto sería que trataran de dar pequeños pasos para mejorar las relaciones. Sin embargo lo que uno ve es que los gobernantes cubanos, que nunca han confiado en su propio pueblo, se asustan —ésa es la palabra, compañeros— cada vez que dan un paso aperturista, y su reacción a su propio miedo es una brutal respuesta autoritaria por temor a que la apertura se les vaya de las manos. Que, por ese camino, es lo que tarde o temprano acabará por ocurrir.
Queridos compañeros del PCE: me parece absurdo apoyar al gobierno cubano. Apoyemos al pueblo.
Apoyemos todo lo que podamos al demos de Cuba, a la población cubana. Para que pase lo que pase no pierda sus conquistas sociales (como las perdieron los rusos, por ejemplo). Combatamos el boicot norteamericano y su bloqueo. Pero aprendamos, en casa, a distinguir. Nadie es comunista si no es capaz de ver y pensar por su propia cuenta. En casa, compañeros, como muestra vuestra poco afortunada convocatoria, hay mucho que hacer.
Cordialmente,
Juan Ramón Capella, marzo de 2010
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Juan Ramón Capella. Barcelona, 1939. Miembro del Partido Comunista de España. Catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Barcelona. Fue profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona durante sus diez primeros años de existencia y, muy brevemente, por obligación burocrática, también de la Universidad de Extremadura. También fue director de los siguientes departamentos de la Universidad de Barcelona: Filosofía del Derecho, Sociología y Teoría Sociológica, Filosofía del Derecho y Metodología de las Ciencias Sociales.
Es miembro del consejo editorial de las revistas Mientras tanto, Revista Crítica de Ciências Sociais, Revista de Filosofía Política, Crítica Jurídica, Nous Horitzons, Anuario de Filosofía del Derecho y Doxa. Patrono de la Fundación Giulia Adinolfi-Manuel Sacristán.
Integra el Instituto de Filosofía, de la Societat Catalana de Filosofía, de la Sociedad Española de Filosofía del Derecho, de la Associació Catalana de Juristas Demòcrates, de la International Association of Lawyers Against Nuclear Weapons y de la Asociación por el Derecho a Morir Dignamente.
Asesora a las editoriales Trotta, Península, Ariel, Fontanella, Ciencia Nueva y Tecnos (España) y Dedalo (Italia). Ha impartido cursos y conferencias en numerosas instituciones y universidades europeas y americanas, además ha traducido al español a autores como Gramsci, Russell, Castoriadis, Marcuse, Pasolini, Weil, Rossi, Barcellona, Deutscher, Bernal, MacPherson y numerosas obras en el ámbito de las ciencias humanas y sociales.
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