sábado, 19 de junio de 2010

COMPRANDO SOGAS PARA 74 PESCUEZOS

Publicado para hoy 20 de junio


Por EstebanCL


Siempre que se escriba o hable sobre “disidencia” cubana en la isla, debe hacerse midiendo muy bien cada palabra, ya lo he señalado en otras oportunidades. Las hojas donde se escriba deben estar compuestas por pétalos de rosas y tienes que estar muy atento a que no se te escape una sola espina. Se corre el alto riesgo de ser acusado de extremista y en el peor de los casos de agente encubierto del régimen. Razón por la que muchos compatriotas dispersos en todo el mundo, se limitan a leer lo que les llega, callan y tragan bilis. Con el paso del tiempo, se ha construido una especie de burbuja blindada alrededor de ellos y se ha logrado formar un amplio reino de intocables. No pocas son las veces donde se nos recuerda que ellos se encuentran allá y nosotros del lado de acá, estableciendo de esa forma ciertos límites que no deben violarse y fijando derechos o propiedades tomando como referencia el código postal. Tan importante ha sido esa línea de conducta, que algunos proyectos concebidos dentro de la isla, no han dejado de tener un fondo peligrosamente excluyente para los compatriotas que una vez decidieron abandonar aquel fatal paraíso. Situación que provoca cierta desconfianza, apatía y bastante desinterés hacia la causa cubana por un amplio sector del exilio. Escenario del que solo sale beneficiado el régimen que lleva más de cincuenta años en el poder riéndose de nosotros.
Durante medio siglo hemos disfrutado el amargo sabor de la complicidad, silencio y traición a todo un pueblo. Cuando después de tantos muertos y presos se logra despertar en algo a la opinión pública internacional, aparece alguna acción “casual” que echa por tierra todo el sacrificio invertido. Unas veces, esas acciones son desarrolladas por el propio pueblo y otras, son realizadas por un grupo de hombres que se llaman “disidentes”. Lo cierto es que solo provocan los deseos de colgar los teléfonos y apagar las computadoras. Creo que la generosidad y resistencia del exilio cubano no deja lugar a duda alguna. Mientras exista un solo hombre preso por sus ideas, no renunciarán al papel que vienen desarrollando desde hace media centuria, dignos de admirar si se tiene en cuenta que resulta más sencillo olvidarse de aquel infierno con todos sus habitantes incluidos, ¿no salen a marchar y a votar en falsas elecciones?
Hoy nos ocupa uno de esos contratiempos a los que deberíamos estar acostumbrados, una carta escrita por un grupo de esos llamados “disidentes” a los congresistas norteamericanos, donde piden mediante infantiles análisis, la apertura de los viajes de ciudadanos de este país como turistas a la isla. Me llama mucho la atención la utilización de una palabra en franco desuso en el idioma español e inexistente en nuestro lenguaje criollo, me refiero a “empoderar”. ¿Quién habrá confeccionado el mamotreto? Eso no tiene importancia, es solo un detalle superfluo.
Digo que el análisis resulta infantil, porque al parecer, los “disidentes” que firmaron esa carta desconocen a fondo al régimen que los oprime y su comportamiento durante este largo tiempo de pesadillas. Lo cierto es que la misma coincide “accidentalmente” con sus intereses, los de abrir otra brecha que los ayude a soportar uno de los peores momentos por los que atraviesa su maltrecha economía. ¿Quién les dijo a esos firmantes que un simple turista se va a encargar de visitar presos, familiares, disidentes, etc.? No sé cuál será el límite de la estupidez humana, al parecer en nuestra isla no acaba de tocar fondo. Olvidaron que fue precisamente Castro quien cerró la entrada de esos turistas a la isla para evitar los vicios que conforman esta industria. Olvidaron que la apertura a la comunidad cubana se produce en medio de otra grave crisis económica, tampoco recuerdan que se le abrió las puertas a ese turismo precisamente cuando se iniciaba la caía del bloque socialista. Muy desmemoriada esa “disidencia” que acude a argumentos puramente humanistas y que responden plenamente a los intereses de su gobierno. Desde esos años han viajado millones de canadienses, franceses, españoles, italianos y otros países, sin que se reporte un solo beneficio para nuestra población. Los niveles de prostitución, tráficos de drogas y humanos, provocaron escándalos nunca antes experimentados en nuestra tierra. ¿Piensan estos “disidentes” que con el público norteamericano será diferente? La ingenuidad, inocencia, infantilismo, candidez, ¿y por qué no?, la manipulación y hasta mala fe, tienen un precio altísimo cuando se trata de luchar por la libertad de su país.
La muerte de Tamayo disparó todos los resortes publicitarios internacional y el gobierno quedó muy mal parado ante los ojos del mundo. Muy poco después, varias maniobras se han realizado para neutralizar los efectos de esa oposición casi muda en la isla y con eco en este exilio inagotable. Son lógicas las manifestaciones de rechazo por un amplio sector de la diáspora que cada día va perdiendo la confianza en quienes han adoptado su “disidencia” como una profesión o modo de ganarse la vida. Las reacciones del gobierno no se hicieron esperar y su experiencia en este terreno es meritoria. Ocurrieron maniobras que asombró a todos los que de una u otra manera sirven de soporte o eco a ese supuesto movimiento, siempre esperando por un gesto que nunca ha llegado y al parecer no llegará por parte de sus verdugos.
Varios hombres se pudren en nuestras cárceles, no ha existido piedad con ellos y eso lo saben todos los firmantes de esa cartica. Piden la apertura de una inversión que solo servirá para comprar sogas que apretarán sus pescuezos, lamentablemente el dinero de esa industria alcanzará también para ahorcar a hombres con dignidad y vergüenza que no ceden en sus posiciones. Es una verdadera pena, no pidan que nos callemos.


Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
2010-06-16.

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