Publicado para hoy 20 de junio
Internacionales/ El cuento de la Buena Pipa
Cubamatinal/ Cuando en febrero de 2009, la monarquía hereditaria Castro Ruz invitó a la isla-prisión al Relator de la ONU contra la Tortura, Manfred Nowak, todos fuimos sorprendidos. Un grupo tiró a mondongo lo dicho, conocedor de la poca seriedad de la “familia”. Otros menos suspicaces pensaron que habría una posibilidad. Mientras, los optimistas ingenuos, se arrullaron al calcular los “cambios”. Año y medio después, los desconfiados se alzaron con la mala razón. Lo dice el proverbio: un pesimista es un optimista con información. Sin embargo, tras el portazo, se esconde el temor a verse desbordados.
Por Julio Antonio Aleaga Pesant
La Habana, 18 de junio /PD/ El 9 de junio, Manfred Nowak anunció públicamente que no podrá investigar el caso Cuba. Las autoridades insulares no fijaron fecha para una visita antes del final de su mandato, el 30 de octubre. Sobre el tema, Nowak expresó su “profunda decepción” tras conocer que el gobierno militar no fijaba fecha para la realización de la investigación antes del fin del mandato.
En una muestra del “cinismo corriente”, la Misión Permanente ante la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra y los Organismos Internacionales con sede en Suiza, la monarquía mostró su “sorpresa” tras el anuncio del relator, un jurista independiente austriaco. Consideró que el comunicado de Nowak “no se corresponde con el permanente esfuerzo adelantado por las autoridades cubanas para facilitar la realización de la visita y con los intercambios realizados entre las dos partes”.
Sin embargo, no hay nada nuevo bajo el sol. Antes que a Nowak, los relatores especiales de la desaparecida Comisión de Derechos Humanos (CDH), también recibieron portazos al confrontar al gobierno militar. En los años noventa del siglo XX, quedaron en el umbral los embajadores de Colombia, Rafael Rivas Posada; y de Suecia, Carl Johann Groth, y la jurista francesa Christine Chanet. Todos fueron victimas además del emplazamiento y el ataque personal por cancerberos y cortesanos.
La culpa de tales desplantes la tuvo la actitud de los demócratas en 1988. Hombres y mujeres desafiaron todas las presiones de la tiranía. Se presentaron en el Hotel Comodoro, en La Habana, ante el embajador senegalés, Alioune Sené y relataron cientos de casos de violaciones de los derechos humanos.
Luego de la amarga experiencia, los comunistas accedieron a invitar a otros tres relatores, siempre que estuvieran bajo su control. En febrero de 1999, el relator especial sobre el Uso de Mercenarios, realizó una visita acomodada a la presencia en las prisiones de un terrorista y asesino salvadoreño. Ese mismo año, nos visitó la relatora especial sobre la Violencia contra las Mujeres. Diez años después, el contumaz relator especial del CDH sobre el derecho a la alimentación, Jean Ziegler, quien tras visitarnos declaró: “En Cuba no hay problemas de alimentación”.
Pero la advertencia del portazo estuvo en las primeras declaraciones de Nowak tras la invitación oficial. El austriaco dejó claro que no aceptaría presiones del gobierno. Visitaría libremente las cárceles y se entrevistaría con presos políticos y defensores de los derechos humanos. Además, en el escenario internacional, la balanza también apoyaba la justicia.
A raíz de conocerse la invitación cursada a Nowak, Mary Simona, del Diario de Cuba, entrevistó a su Secretario General, el suizo Eric Sotta. Este señaló que la monarquía “tendrá que responder de manera honesta qué pretende con la recién cursada invitación al relator de la ONU contra la Tortura […] Y si le va a permitir el libre acceso a los detenidos políticos, a las prisiones y a todas las personas con las cuales desee entrevistarse”. Según narra Mary, “en su enfoque, Sotta precisaba que cuando introducía el elemento de honestidad, lo hacía para que Cuba respondiese claramente “si esa invitación es solamente un gesto de impacto, de cara al examen periódico universal del CDH, para evitar un análisis o un juicio duro contra el gobierno, o si es realmente el principio de un proceso”. Más claro ni el agua.
El aumento del reclamo de la liberación de los presos políticos en toda la sociedad, junto con la presión que hacen los demócratas y comunicadores hacia el exterior, ponía en peligro los resultados de la visita de Nowak para el gobierno. El crecido prestigio de las Damas de Blanco, nominadas ahora para el Premio Nobel de la Paz 2011, además de la curva descendente de los apoyos a la satrapía tras la muerte por huelga de hambre de Orlando Zapata, hacía obligatorio el portazo como un mal menor.
Moratinos, mon amour
Sin quitarse la modorra matutina, los parisinos supieron que el canciller Bruno Rodríguez se reunió con el Ministro de Exteriores Español, Miguel Moratinos, en la casa del embajador madrileño en París. Bruno descansaba del jet-sick. Venía del Lejano Oriente (Australia y Timor Este) y suponemos que Miguel, todavía estaba bajo los efectos de la “parada” israelí a la “fuga” ensayada por los turcos, con su flotilla de la libertad y sus nueve muertes y otros tantos heridos.
Ese encuentro fue el último y desesperado esfuerzo del ministro socialista para que la satrapía lo ayudara en la suspensión de la Posición Común de la UE de 1996. Miguel Moratinos esperaba una última palabra de amor. Para eso viajó a Francia, en ruta a Roma, donde acompañó al Presidente José Rodríguez a su reunión con el Papa.
Con el mismo rictus de sus antecesores Roberto Robaina o Felipe Pérez, Bruno Rodríguez le exigió a Miguel Moratinos que la Unión Europea modificara su política hacia la isla.
Acotó a través de un documento oficial: “La injerencista y unilateral Posición Común de la Unión Europea hacia nuestro país constituye el principal obstáculo para la normalización plena de las relaciones”.
El amoroso Moratinos, que se apunta la liberación de presos de conciencia que su política no logró, aspiraba a modificar este marco de relaciones, pero tuvo que admitir tras la reunión que “siguen existiendo algunas diferencias en una voluntad de acercar posiciones”, según la agencia española de noticias EFE.
La Posición Común hacia Cuba fue aprobada por Europa a instancias del ex presidente del gobierno español José María Aznar. Moratinos se empeñó en eliminarla, pretendía reemplazarla por un acuerdo bilateral de cooperación, mientras que el gobierno militar dejaba morir a Zapata y golpeaba a las Damas de Blanco, la Bloguera Yoani Sánchez y a otros demócratas.
Finalmente adolorido, Miguel comprendió que en este año la Posición Común no sería derogada. Solo queda comprender los móviles de Bruno para dar el portazo y además pedir igualdad de condiciones con los europeos. Se refiere a que deben tener presos políticos, reprimir con hordas a las familiares de los presos, tener partidos únicos y ser gobernados por déspotas.
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