Memorias del cine cubano
La vida comienza ahora: la primera película cubana de 1959
Ignacio Omar Granados • La Habana
Fotos: Cortesía del autor


La vida comienza ahora es una película realizada durante el año 1959, después del triunfo revolucionario, pero que por el concepto de su rodaje, concluido el 1º de noviembre, de quienes la filmaron y de los propósitos que perseguían, encaja perfectamente dentro del período de cine sonoro cubano antes del ICAIC.[1] La promoción y el financiamiento de esta cinta tiene características especiales, ya que surge de una Cooperativa obrera formada en una de las distribuidoras de cine norteamericano, donde sus integrantes tomaron la decisión de cerrar sus operaciones en Cuba. Por todos estos antecedentes, esta película que, además, fue la primera cinta de ficción cubana en tocar el tema de la Revolución, requiere un análisis detenido de sus posibles valores artísticos y, sobre todo, históricos, dentro de esta etapa del cine cubano.
ORIGEN DE LA COOPERATIVA R.K.O. DE CUBA
La R.K.O. Pictures era una de las tantas distribuidoras cinematográficas existentes en la Isla. Distribuía, entre otras, la producción fílmica de la compañía Walt Disney. Intervenida por el Gobierno Revolucionario, sus obreros adoptan la decisión de seguir trabajando y mantener esta empresa en forma de Cooperativa obrera autofinanciada. Se instituye jurídicamente para la producción de películas cubanas, así como para la compra y exhibición de filmes europeos y de otros países que fueran sustituyendo a los filmes norteamericanos que dejarían de entrar al país.
El interventor de dicha firma, Mariano Posada Valiente, apoya también esta idea, y conjuntamente con la directiva obrera plantea un plan inicial de producción de tres largometrajes: el primero de ellos sería basado en un argumento suyo, que él “vende” como original, y, posteriormente, realizarían una comedia musical en colores y una cinta de aventuras. La idea central de la Cooperativa es hacer un cine superior a la “media" de lo realizado hasta el momento y, además, lograr un cine de taquilla que pudiera compensar el dinero invertido en la realización de los filmes, amén de producir ganancias para continuar el desarrollo de la misma.
Para la primera producción que se acomete, Posada obtiene con dificultad un préstamo del Banco de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba (BANFAIC), entidad que había financiado tres películas cubano-norteamericanas en el período 1956-58, sin lograr mucho éxito[2]. El costo de esta cinta se estimó en aproximadamente 50 000 pesos, lo que puede considerarse una cifra baja para esa época.
Es necesario señalar también el hecho de que esta Cooperativa se adelantaba al Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos —creado el 24 de marzo de 1959— en la producción de un largometraje. La dirección del ICAIC aprobó el argumento de La vida comienza ahora, sometido a su consideración, y facilitó los estudios del Biltmore (hoy Cubanacán), los cuales habían sido nacionalizados en virtud de la Ley No. 169, del 20 de marzo, generadora del organismo rector de la industria del cine cubano revolucionario.
EQUIPO TÉCNICO
Para la realización de su argumento —que resultaba no ser más que una versión del melodrama mexicano La hija del penal (1949), de Fernando Soler, conocido en nuestro país—, la Cooperativa contrata a Antonio Vázquez Gallo (1918-2007). Aunque sin experiencia en el cine, Vázquez Gallo era una de las figuras de más éxito en la producción y dirección de programas televisivos, incluyendo novelas y teatro. Como camarógrafo se utiliza a José Tabío (1915-1975), vinculado inicialmente a la Cuba Sono Film, y que había obtenido una buena escuela en el noticiero "Cine Revista", al lado de un magnífico equipo que incluyó a Jorge Herrera y Tomás Gutiérrez Alea. La dirección de fotografía fue encomendada al español Juan Mariné, por entonces residente en nuestro país, con algunos trabajos en el cine español[3].
La técnica de sonido de los Estudios Conde, utilizada en otro filme anterior: La vuelta a Cuba en 80 minutos (1958), dirigida por Manuel Samaniego Conde, su propietario, es nuevamente ensayada en La vida comienza ahora, que se filma sin sonido para ser doblada con posterioridad.
Para los papeles protagónicos del filme era necesario escoger una pareja de impacto que garantizara la promoción y taquilla del mismo. Lilia Lazo, estrella radiante de la TV cubana en aquellos días, y con la experiencia de haber trabajado con un equipo norteamericano en El árbol de la fiebre (Affair in Havana, 1958), de Laslo Benedek, es la primera seleccionada. Como contrapartida se escoge a Pedro Álvarez (1925-1991) quien, de los galanes jóvenes de la televisión, había incursionado con éxito en el teatro y era, sin dudas, uno de los mejores actores de su generación.
El resto del equipo técnico y del reparto, lo cubrirían técnicos y actores de experiencia en la televisión, con los cuales Vázquez Gallo había trabajado con anterioridad y estaba familiarizado con los mismos.
VALORACIÓN DE LOS ASPECTOS PRINCIPALES DEL FILME
Guión y Dramaturgia
Un mal endémico en todo el cine cubano prerrevolucionario —que hemos encontrado en un sinnúmero de películas, incluso posteriores— es incuestionablemente, la elaboración del guión. Encomendados en muchas ocasiones a personas que no son verdaderos escritores o dramaturgos, los guiones quedan lastrados por deficiencias de forma y contenido en una apreciable cantidad de filmes, a las que se añaden también la cursilería, los personajes y situaciones epidérmicas, reiteraciones innecesarias y problemas del lenguaje evidenciados en diálogos pobres y ampulosos, que restan veracidad a los mismos.
La vida comienza ahora parte de un argumento endeble, al cual se le incorpora el tema de la Revolución en la parte final, en una operación no lograda que incide negativamente en la dramaturgia del filme que, hasta ese momento, mantenía al menos una coherencia satisfactoria.
Como muestra de este análisis, he aquí una sinopsis argumental: "María, la protagonista es hija del Director de una prisión en las afueras de la capital y trabaja en el mismo como enfermera. Toda su vida se desenvuelve dentro de este penal y, como es lógico, simpatiza con algún hombre joven del mismo. La selección recae en Arturo, que cumple condena por la única causa moral que justifica el homicidio que cometió (ultimó al canalla que ultrajó el honor de su hermana). La simpatía se convierte en amor entre los dos jóvenes. El padre se opone terriblemente al noviazgo (sin causas conocidas) y los novios, ante la amenaza del padre de separarlos, tienen que fugarse de la prisión, lo cual logran con facilidad. Posteriormente, Arturo es perseguido y decide rápidamente marchar al extranjero; pasa el tiempo y María, embarazada, no recibe noticias de él, su vida se amarga pues tampoco su padre le habla, ni reconoce a su nieto. Pasan varios años sin noticias, María trabaja ahora en un hospital y recibe un herido grave, se da cuenta que es Arturo y tiene que atenderlo y esconderlo, pues la policía lo busca. El médico es sometido a torturas pero no delata. María desaparece del hospital para cuidar a Arturo y nadie sospecha de ella. Luego un inusitado 'Happy Ending' lo arregla todo: la curación de Arturo, un hijo que descubre a su padre y enseguida lo idolatra, el padre perdona a los novios y se convierte, además, a revolucionario (él era culpable del silencio entre María y Arturo, pues escondía las cartas que curiosamente tenía en su poder), María y Arturo se aman nuevamente y huye el tirano. Triunfa la Revolución. Del médico preso nada más se sabe, pero tampoco les preocupa…"

Con este argumento tan inconsistente era difícil estructurar un buen guión y, por ende, un buen filme. No obstante, Vázquez Gallo trata el tema con cierta seriedad, sin caer en chabacanerías e incoherencias como muchas otras cintas de la época. Tampoco acude a números musicales en cabarets, hoteles, clubes o guateques, ni al sensualismo barato de las películas de Juan Orol y otros cineastas mexicanos, rodadas en locaciones de la Isla en aquella etapa para llenar huecos argumentales o alargar determinadas situaciones, pero si analizamos someramente la historia, nos resulta algo anodina y, en ocasiones, poco válida.
¿Por qué la terrible oposición del padre, al noviazgo de su hija con Arturo? ¿Qué sentido tenía escapar de la prisión sin rumbo definido y cuando a Arturo no le faltaba mucho tiempo para cumplir condena? Por otra parte, no se plantea en ningún momento que Arturo tenga ideas revolucionarias; su llegada al hospital —al inicio del filme— producto de un encuentro con la policía de Batista, podía ser tan casual como que viniera de una riña callejera o un accidente de tránsito. Otro aspecto nada creíble es, sin duda, el "silencio" entre Arturo y María; el recurso de las cartas escondidas es algo ingenuo. ¿No podía Arturo buscar otro medio de comunicación, en varios años, para conocer la verdadera situación de María, sabiendo la oposición del padre?
Al analizar otras cuestiones del guión podemos señalar la torpeza en algunos diálogos y los intervalos vacíos en las escenas de la pareja, propios más del leguaje televisivo que del cinematográfico. El doblaje del filme denota algunas "costuras" y no está totalmente logrado. La extensión del guión y, por tanto, del filme, es otro elemento que conspira contra la realización. Un corte de por lo menos 20 minutos (la duración es 114), hubiera favorecido, indudablemente, a un mayor dinamismo y concreción del tema.
Fotografía
Es una lástima que, como consecuencia de un revelado opaco, con decadencia de la luz en muchas escenas, se disminuyan notablemente los buenos momentos fotográficos que logra el binomio Mariné-Tabío en este filme, los cuales no pueden apreciarse del todo. Las variaciones en los escala de los planos, con la utilización del primer plano o close-up en los diálogos de la pareja y las escenas iniciales, son una muestra de un camarógrafo que rompía con el esquematismo fotográfico del cine cubano de los años precedentes, e incursionaba con audacia en otras tomas de cámara. Sin que exista una completa realización artística en el uso de los mismos y el lastre de la opacidad antes citada, puede decirse que la fotografía superó lo acostumbrado en las cintas de la época, a pesar de los escasos recursos con que se filmó.
En las escenas de exteriores, sin embargo, podría haberse logrado algo más imaginativo y de mayor belleza plástica, lo cual está casi ausente en el filme.
Banda sonora
El rubro musical, encomendado al maestro Félix Guerrero, no puede considerarse malo en lo que respecta a la banda sonora como tal, pero la utilización de la misma no es adecuada y presenta muchos fallos, hecho que resta fuerza y emotividad al tema.
El sonido —grabado después de la filmación— logra una calidad y nivel de audición satisfactorios, pero denota imprecisiones en el doblaje de las voces, que es señal de la inexperiencia del equipo técnico responsabilizado con este trabajo.
Las actuaciones
El nivel interpretativo no presenta, en general y a juicio nuestro, muchas desigualdades. El trabajo de conjunto es aceptable tanto en los intérpretes principales, como en el reparto, sin que ninguna actuación pueda destacarse como sobresaliente. El deficiente guión resta posibilidades de lucimiento, por ejemplo, a personajes como el padre (Alfredo Perojo) o Pancho (Amador Domínguez), cuyos papeles son superficiales por la poca profundidad que el guión les otorga. Los protagonistas, Lilia Lazo y Pedro Álvarez, demuestran pocos matices en sus actuaciones, aunque este último consiga, por momentos, dotar de alguna "vida interior" a su caracterización. El niño Carlos Cotón pasa la prueba de su primera actuación decorosamente y otro tanto puede decirse de José Díaz Lastre (el pescador) y Ángel Espasande (el médico)
A pesar de todas las falencias antes mencionadas, podemos considerar que La vida comienza ahora, representó en su momento un pequeño paso de avance, vacilante, pero paso al fin, en relación al cine cubano promedio que, hasta ese momento, se había producido en Cuba. Su valor histórico quizá sobrepasa a su valor artístico, aunque es necesario considerar también lo positivo de la misma en este segundo aspecto.
La relativa seriedad en el tratamiento de un tema, su coherencia en gran parte de la obra y las pretensiones de la fotografía, sitúan el filme por encima de la mayoría de los melodramas filmados en toda la etapa sonora Pre-ICAIC y —en mi opinión— por debajo solamente de un pequeño grupo de filmes de calidad que se lograron filmar en esos años como son los casos de Siete muertes a plazo fijo (1950) y Casta de roble (1953), dirigidos ambos por Manuel Alonso, quizá los dos mejores títulos del período 1937-1958.
Su mérito histórico es notable, por ser producto de una Cooperativa obrera, incorporar por primera vez el tema del triunfo revolucionario en una cinta de ficción y realizarse casi íntegramente con personal cubano y sin la colaboración de otras cinematografías extranjeras. Por derecho propio, La vida comienza ahora, única incursión de Antonio Vázquez Gallo en la realización cinematográfica, ocupa un puesto en la historia del cine cubano que, de ningún modo, puede soslayarse.
FICHA TÉCNICA:
Cuba, 1959. Dirección: Antonio Vázquez Gallo / / Guión: Mariano Posada y Margarita Alexandre / Fotografía: Juan Mariné / Camarógrafo: José Tabío / Asistentes de dirección: Bernardo Menéndez y Plácido González / Música: Félix Guerrero / Edición: Enrique Bravo / Sonido: Estudios Conde / Iluminación: Manolo Bruguet / Producción: Mariano Posada / Intérpretes: Lilia Lazo, Pedro Álvarez, Alfredo Perojo, Marta Jiménez Oropesa, José Díaz Lastra, Ángel Espasante, Enrique Almirante y el niño Carlos Cotón / Duración: 114 minutos. Blanco y Negro / Fecha de estreno: 1º de agosto de 1960, cine Fausto.
BIBLIOGRAFÍA
Agramonte, Arturo: Cronología del cine cubano, Ediciones ICAIC, La Habana, 1966
Aguirre, Mirta: Crónicas de Cine, selección de O. Miranda y M. Castillo. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1989. Tomo II
Canel, Fausto: "Historia del cine cubano", revista Bohemia, octubre 1964
Ríos, Alejandro: "Un cine extraviado", La Gaceta de Cuba, agosto 1990
Rodríguez Alemán, Mario: "Ayer y hoy en el cine cubano", revista Cine Cubano, octubre 1967
Rodríguez, Raúl: "Diálogos y Enfoques" No. 2 Folleto del Centro de Información Cinematográfica del ICAIC
Revistas Cinema, años 1959-1960
NOTAS:
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[1]. La vida comienza ahora fue una producción independiente realizada al margen del naciente ICAIC, cuyos dos primeros largometrajes producidos fueron: Cuba baila (1960), de Julio García-Espinosa e Historias de la Revolución (1960), de Tomás Gutiérrez Alea, que sería el primero en estrenarse, el 30 de diciembre de 1960.
[2]. Las tres películas son: El señor Salomón y la reina Cleopatra (Mr. Pharaon and the Cleopatra, 1957), de Don Wis; El árbol de la fiebre (Affair in Havana, 1958), de L. Benedek y El beso del adiós (Kiss Her Goodbye, 1959), de Albert Lipton.
[3]. Juan Mariné (Barcelona, 1920) se forma profesionalmente como operador e interviene por primera vez como director de fotografía en uno de los episodios de Cuatro mujeres (1947), de Álvaro del Amo y, a continuación, asume toda la responsabilidad en La sombra iluminada (1948), de C. Serrano de Osma. Es fotógrafo de La gata (1955), de la actriz, directora y productora Margarita Alexandre. En Cuba trabajó también en El joven rebelde (1961), de Julio García-Espinosa.
Historia de la TV Cubana"I"
arturodmonte — April 11, 2010 — 1950, CUBA: Llegó la Televisión. / Mayra Cue Durante la primera mitad de la década del 40 en el siglo XX nortea... arturodmonte — April 11, 2010 — 1950, CUBA: Llegó la Televisión. / Mayra Cue
Durante la primera mitad de la década del 40 en el siglo XX norteamericano, se inauguraron varias cadenas de Televisión comerciales en EE. UU., hecho que muy pronto repercutió en Cuba por la existencia de un fuerte, vasto y exitoso sistema radial con objetivos comerciales, que ya incluso alcanzaba una incipiente concentración de emisoras en los que serian después importantes grupos multimedios nacionales, potenciado además por las excelentes relaciones entre las firmas electrónicas estadounidenses y los principales ejecutivos y empresas radiales radicadas en La Habana, reflejo de la íntima relación política desde el propio Gobierno.
Paradójicamente, el azar quiso que la primera demostración de Televisión realizada en nuestro suelo fuera llevada a cabo por un matrimonio de cubanos, en forma independiente a toda la estructura de poder radiofónico existente, quienes devinieron, sin pensarlo, en patrocinadores y protagonistas de este suceso histórico. La historia comenzó para ellos al viajar a New York por su luna de miel. Allí se deslumbraron con este invento y tomaron la decisión de dar los primeros pasos con ejecutivos de televisoras estadounidenses, para realizar una exhibición de Televisión en La Habana.
La pareja en cuestión eran la actriz y cantante Maria de los Ángeles Santana (Premio Nacional de Televisión 2003) y su esposo, el empresario y también actor Julio Vega, quienes financiaron toda la operación y lograron en Diciembre de 1946, durante una semana completa, mostrar a los asombrados habaneros los misterios de esta tecnología, con breves espectáculos improvisados por artistas cubanos y estadounidenses y las rondas de espectadores que querían verse reflejados en esa pequeña caja.
De esta forma nuestra querida Maria de los Ángeles, fue la primera artista cubana que apareció en una pantalla de TV en Cuba.
El intento duró muy poco, no solo por la escasez de recursos financieros del matrimonio, sino también por el malestar que el suceso creó entre los principales ejecutivos radiofónicos, quienes desataron una campaña contra ellos acusándoles de timadores al anunciar una tecnología que no tendría éxito. La arremetida llegó al punto de que Amado Trinidad Velasco, el propietario de la entonces poderosa cadena radial "RHC Cadena Azul", después de tratar de disuadir a Maria, le rescindió el contrato.
Paradójicamente, después de esta clarinada precursora, muchos de estos empresarios se volcaron de lleno a los proyectos de invertir en serio en la Televisión, pero esta vez con pretensiones mayores pues se proponían la fundación de una televisora comercial que transmitiera programación regular.
Todos querían el titulo de fundador de la Televisión en el país, pero con un sistema comercial televisivo sustentado en el Patrocinio y en la Publicidad de los anunciantes, nadie quería pagar el costo y el riesgo inicial, ni los ejecutivos que sabían que su negocio estaba en el aumento de la tenencia de equipos receptores, ni la mayoría de los anunciantes que titubeaban en invertir en un medio de comunicación, donde aun no era rentable el segmento de los televidentes potenciales, promisorios consumidores habituales de la programación regular, dentro de la que se insertarían sus mensajes comerciales.
De esta forma, en la segunda mitad de la 40, se desencadenó la carrera por esta primacía mediática, en un ambiente donde todos aseguraban que serian los primeros. Algunos daban pasos concretos, mientras otros se limitaban a estudiar las posibilidades y peculiaridades de la novedosa Televisión dando a tiempo que el mercado permitiera invertir en serio en el negocio, porque de eso se trataba precisamente, de un negocio.continuara en Historia de la TV Cubana"II".
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