Publicado para hoy 23 de junio
Planta Eléctrica: el primer alumbrado público de Santa Clara era de 1858, y 37 años después contó con uno más moderno.
Marta Abreu
en Patriotas Cubanas
por la Dra. Vicentina Elsa Rodríguez de Cuesta
Marta de los Angeles Abreu y Arencibia, nació en Santa Clara, el 13 de Noviembre de 1845, de opulenta y acaudalada familia.
Constituyó esta matrona ejemplar una excelsa figura cuya luminosidad espiritual ejemplariza con resplandores de gloria las altas virtudes de la mujer cubana, vibración exquisita de bondad, de nobleza y de abnegación que da a nuestra historia y a nuestra personalidad, como pueblo, una inconfundible tónica de espiritual elegancia y generosidad.
Desde muy joven viajó Marta Abreu por los Estados Unidos del Norte y Europa, donde conoció a plenitud las bondades del progreso y de la libertad de que carecían sus hermanos los cubanos.
Contrajo matrimonio con don Luis Estévez y Romero, abogado, publicista y catedrático de la Universidad de la Habana, quien en todo momento la secundó admirablemente en sus empeños de practicar la caridad a manos llenas y de lograr una patria libre y soberana.
La prócer dama fue, sin temor a equivocarnos, una de las precursoras del Servicio Social en nuestra isla. Amó con profunda intensidad a su ciudad natal y en ella dejó imperecederas obras ya para mantener la fe católica que practicaba, haciendo donaciones de dinero y objetos a la Iglesia o ya de carácter artístico u ornamental, como el Obelisco en memoria de los Presbíteros Martín de Conyedo y Francisco Hurtado de Mendoza, en el Parque Vidal de Villa Clara, llamado hoy, generalmente, con exquisita justicia, Ciudad Mana.
Construyó el gran teatro La Caridad, que donó con destino al sostenimiento del Asilo de Ancianos que también fundara. Instituyó el Asilo San Vicente de Paúl para él alojamiento de pobres sin albergue. Fundó la escuela “El Gran Cervantes”, donde recibieron educación e instrucción los niños de la raza de color, tan maltratados injustamente en aquella época por el gobierno, en su empeño inicuo de mantener la esclavitud. Estableció, dotándola de material científico, la Estación Meteorológica de Santa Clara. Construyó un cuartel para el Cuerpo de Bomberos. Donó la casa y el instrumental necesario para el establecimiento del dispensario “El Amparo”, negándose con extraordinaria modestia a que llevara su nombre, como era el deseo de los doctores Rafael Tristá y Eugenio Cuesta. En unión de sus hermanas Resa y Resalía, fundó las escuelas de “San Pedro Nolasco” y “Santa Resalía”, a quienes dieron los nombres de sus progenitores: Pedro Nolasco Abreu y Resalía Arencibia, bien amados en toda la región, a pesar de sus riquezas aladinescas, por sus virtudes cristianas y su probada munificencia.
Dio el dinero necesario para la construcción de un puente y arreglo del camino sobre el arroyo “El Minero”. En su afán de divulgar la enseñanza, tan atrasada entonces en toda la nación, fundó otro nuevo plantel que denominó “Escuela de Buen Viaje”.
En Marzo de 1895 apartó para siempre las tinieblas que envolvían a su amada comarca, dotándola de una planta eléctrica para el servicio del alumbrado público, y para ampliar el progreso de Villa Clara, estableció una fábrica de gas.
Designó profesor de su hijo Pedro, al sabio y nunca bien recordado naturalista don Carlos de la Torre y Huerta, haciendo posible que nuestro ilustre científico recorriera el mundo, ampliando sus conocimientos.
Compadecida de las mujeres pobres que lavaban las ropas ajenas y propias a la intemperie en las márgenes de los ríos, estableció cuatro Lavaderos Públicos con plenas comodidades, cuyos modelos tomó en uno de sus viajes a Suiza.
Aparte de todo lo reseñado, las puertas de su casa jamás se cerraron para los pobres de Santa Clara que a ella acudían en demanda de ayuda material.
Pero su obra magna fue su gran contribución monetaria y moral a la causa de la Revolución por la independencia, pasando de 240 mil pesos las donaciones de que se tiene conocimiento, hechas al Delegado del Partido Revolucionario Cubano, don Tomás Estrada Palma.
Por canales muchas veces desconocidos, hizo llegar su ayuda a los deportados de Ceuta y Chafarinas. Arrastró con su ejemplo a la colonia rica de cubanos en París, para que cooperaran a la causa de la libertad.
A la muerte de Antonio Maceo y presintiendo el decaimiento de la revolución, alentó a los cubano con sus palabras y nuevas aportaciones de dinero entregaba bajo el seudónimo de “Ignacio Agramonte”. Establecida la República, su ilustre esposo fue nombrado Vicepresidente y asistió conmovida en su amorosa compañía, el 20 de Mayo de 1902, al acto solemne de izar nuestra insigne y tricolor bandera en los muros centenarios de la histórica fortaleza del Morro.
Marta Abreu de Estévez, la gran benefactora, la insigne patriota, murió en París el 2 de Enero de 1909, y el compañero de aquella unión de amor no pudo sobrevivirla, y con el signo de lo trágico, la siguió pocos días después. Esta mujer extraordinaria merece ser conocida en toda la isla, ya que ella contribuyó a la obtención de la sagrada libertad de que hoy gozamos todos los cubanos.
Orquesta Casino de la Playa Canta"Orlando Guerra"
Orquesta Casino de la Playa Canta"Orlando Guerra" arturodmonte
arturodmonte — June 12, 2009 — Ernesto Caparrós dirige Ritmos de Cuba (1942), donde el tenor René Cabel interpretó La canción del guajiro, de R... arturodmonte — June 12, 2009 — Ernesto Caparrós dirige Ritmos de Cuba (1942), donde el tenor René Cabel interpretó La canción del guajiro, de Rodríguez Fiffe. Por otra parte, la rumba, en su vertiente guaguancó, volvió al cine cubano en Un brujo en Guanabacoa, donde actuaba y cantaba "Cascarita" (Orlando Guerra). Otros títulos son Ritmo de maracas, Cancionero cubano y Flor de Yumurí, inspirados en las composiciones de Jorge Anckermann, interpretadas por Esther Borja con arreglos musicales del maestro Adolfo Guzmán.
Ernesto Caparrós, uno de los directores más prolíferos del cine musical cubano, dirigió la película Romance musical en eso años. En el elenco figuró América Crespo, y tuvo actuaciones especiales de Rita Montaner, René Cabell, Olga Chorens y Elsa Valladares.
Esta relación entre la música y el cine cubano dio un primer salto al exterior con Embrujo antillano, que se realiza entre México y la Habana en 1945, y que dirigió Geza P. Polaty, con la colaboración de Juan Orol. Aquí se escuchan canciones de Osvaldo Farrés, Julio Brito, rumbas, guarachas, más el bolero-tema Embrujo antillano, del entonces muy joven compositor José Carbó Menéndez. En 1947, Raúl Medina realizó Oye esta canción, donde se puede escuchar al cantante Tony Chiroldes y la orquesta Almendra. En la película cubano-mexicana El ángel caído, Daniel Santos canta con la Sonora Matancera. En el año 1949 se produjo entre Cuba y Argentina A La Habana me voy, protagonizada por Blanquita Amaro. En el filme aparece la orquesta Anacaona y Pedro Vargas.
Rita Montaner, que continuaba su carrera ascendente dentro del cine en 1948, canta y actúa en María la O, filme que se realiza sobre la zarzuela cubana del mismo nombre (tenía música de Ernesto Lecuona y libreto de Gustavo Sánchez Galárraga, y el argumento estaba basado en la célebre novela de Cirilo Villaverde, Cecilia Valdés). Esta obra de Lecuona sienta pautas sobre la visión comercial que se tenía de su música, que póstumamente ha sido reconocida por temas más comerciales como Siboney, Siempre en mi corazón, etcétera.Ritmos de Cuba. Corto musical realizado en 1942 y producido por SAICA, dirigido por Ernesto Caparrós, contó con las actuaciones del tenor René Cabell, conocido como el tenor de las Antillas, Orlando Guerra y Estelita Rodríguez, y la Orquesta Casino de la Playa.Orlando Guerra (conocido profesionalmente en la escena como Cascarita) fue una de las voces mas versatiles y dinamicas de la musica cubana. Cascarita estaba muy influenciado por el blues y el swing norteamericano y sus grabaciones con La Orquesta Casino de la Playa asi lo demuestran, donde se se posiciono como vocalista lider despues de que el reconocido Miguelito Valdes dejara la isla en 1940 para radicarse en Los Estados Unidos.
Otro aspecto que tambien valdria la pena mencionar seria que Cascarita fuel el encargado de recomendar al pianista matancero Damaso Perez Prado (posiblemente el padre del Mambo) para ser el pianista y arreglista principal en la Orquesta Casino de la Playa en la decada de los 40.En noviembre de 1945 comienza una nueva etapa en la orquesta, con la inclusión como cantante de Orlando Guerra, más conocido como "Cascarita", y, por presiones de éste, entra un nuevo pianista, que también haría historia: Dámaso Pérez Prado. Éste permaneció poco tiempo, pues tenía un proyecto propio, como se supo atronadoramente después. Tal parece que el destino de esta agrupación, al igual que el de su antecesora, fuera crear fabulosos disidentes.
A partir de 1948, año en que Cascarita abandona a la Casino de la Playa, la orquesta sufre altibajos, hasta desaparecer a finales de los cincuenta o comienzos de los sesenta. El balance que hoy se puede hacer de esta orquesta es desigual. Su sonido (que recuerda demasiado al de las orquestas más comerciales de los Estados Unidos), nunca tuvo la grandeza que le atribuyeron sus contemporáneos, pero fue precursora de muchos fenómenos, algunos de los cuales terminaron por opacarla, como Benny Moré y su Banda Gigante.
Protagonizó el acercamiento del son a las jazz band, pero serían otras agrupaciones, como el Conjunto Kubavana o Machito y sus Afrocubans, los responsables máximos de esa integración, aunque por una vía diferente. A pesar de que Sacasas era un excelente pianista y arreglista, el resto de los músicos carecía de la brillantez que caracterizarían las múltiples relaciones entre el jazz y la música cubana que se establecen a partir de los cincuenta, tanto en Cuba como en los Estados Unidos.
Se trató, ante todo, de un fenómeno comercial, con todas sus ventajas y desventajas. Pero de lo que no cabe duda es que pertenece a nuestra historia.
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