miércoles, 2 de junio de 2010

LA PARÁLISIS DE VENEZUELA

Eso es así...No estás viendo una foto de un supermercado de Cuba, es Venezuela.

El Gobierno y la oposición, las dos fuerzas políticas en que se encuentra dividida esta otrora próspera nación, se achacan la culpa mutuamente, sin soluciones aparentes a corto plazo.

El desabastecimiento e inflación son las dos nubes negras que la producen y con las que el venezolano tiene que luchar diariamente.

Por Angélica Mora

Nueva York

Diario de América


El caos económico envuelve hoy al país caribeño, como una niebla sutil pero pertinaz que avanza y lo cubre todo. El desabastecimiento e inflación son las dos nubes negras que la producen y con las que el venezolano tiene que luchar diariamente.

El Gobierno y la oposición, las dos fuerzas políticas en que se encuentra dividida esta otrora próspera nación, se achacan la culpa mutuamente, sin soluciones aparentes a corto plazo.

En estos últimos días, el régimen exacerba a los trabajadores estatales en contra de las empresas privadas y usa a Fedecámaras como el chivo expiatorio, responsable de todos los males económicos que sufre el país.

La mano del estado está presente detrás de la movilización de los empleados, quienes han realizado marchas de protestas y se han congregados frente a las instalaciones de la entidad empresarial en Caracas, para denunciar un supuesto plan conspirativo de acaparamiento y especulación que atenta contra el abastecimiento, crea inflación y altera otros elementos económicos.

Fedecámaras por su parte, declara que no existe ningún plan desestabilizador, ni conspirativo desde la instancia empresarial y a su vez culpa al gobierno de los problemas, surgidos por expropiaciones y un mal funcionamiento de las finanzas del país.

Especialmente, dice, afecta a Venezuela la política de importaciones que mantiene el Gobierno, quien según el presidente encargado de Fedecámaras, Leopoldo López Mendoza “acaba con el aparato productivo interno, poniendo en riesgo nuestra soberanía alimentaria y sustituyendo la producción venezolana por la foránea”.

Hay un elemento que se ha sumado a la indignación popular y es el hecho de la localización de cientos de contenedores con alimentos podridos en diferentes lugares de descarga del país.

Se observa complicidad entre las autoridades, especialmente sanitarias y del ambiente ante este hecho, porque conocen sobre la existencia de los contenedores con productos de la canasta popular que tanto necesita la población y que sin embargo se pudren fuera de las bodegas.

Mientras tanto, pese a los dedos acusadores que señalan los problemas, los responsables de la situación no remedian nada. Ni siquiera se dan por aludidos para tomar cartas en el asunto. Todo en medio de una desidia total, incomprensible para la gravedad que vive Venezuela.

Estas dos situaciones, la que maneja el gobierno y la que exponen los empresarios, las conoce el pueblo. A la mayoría poco le importa de donde provienen.
Las decenas de mensaje diarios que recibo desde Venezuela apuntan a que lo que se quiere es una terapia intensiva rápida para levantar la niebla. Acciones efectivas para hacer que el país salga de su enfermedad paralizante y se eche a andar de nuevo, como en los viejos tiempos.

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