Publicado para hoy 24 de junio
La imagen amorosa de una mamá inclinada sobre su niño, al tanto de cada detalle, que ajusta el cinto del pantaloncito, le besa y le despide en la puerta de la escuela, mientras le pide que se esfuerce, sea bueno y sea varón, se repite como símbolo de cubanía, cada vez que las Damas de Blanco salen a las calles de La Habana en demanda de libertad.
Estas mujeres, con su rito consagrado de civilidad en las marchas, ajustaron el cinto del valor a todos los cubanos. Su ejemplo, nos demanda el esfuerzo colectivo para recuperar los valores ciudadanos perdidos u olvidados. Traen al recuerdo al Padre de la Patria, cuando pedía a los cubanos que se incorporaran y dejaran de mirar el poder opresor de España de rodillas, porque visto de pie, “el opresor ya no es tan intimidante”.
La dictadura, que sabe lo que le conviene, en su momento exigió que las Damas de Apoyo recesaran y no volvieran a salir en respaldo a sus hermanas, las Damas de Blanco. La demanda fue rechazada con firmeza. Hundido en el descrédito, el régimen cubano se vio obligado a iniciar un diálogo con la Iglesia católica. Para ello, el presidente designado, general Raúl Castro invito al cardenal Jaime Ortega Alamino.
El resultado inicial de las conversaciones fue el cese de la injusta represalia adicional representada por el extrañamiento de los prisioneros políticos y de conciencia, en prisiones ubicadas a mucha distancia de su lugar de residencia. También, aquellos con la salud en peor condición recibirán asistencia médica en instituciones habilitadas y especializadas en estos fines.
Los traslados de prisioneros a establecimientos cercanos a sus lugares de residencia ya dejan de ser noticia. El ingreso de los más enfermos en centros hospitalarios de aceptables condiciones asistenciales, también. Esta victoria fue lograda a golpe de amor y coraje. El martirio de Orlando Zapata Tamayo y la entereza de nuestras Damas de Blanco, junto a sus ya inmortales hermanas de apoyo, lo hicieron posible. Ellas todas, son nuestras valientes cubanazas de blanco.
Al cierre de esta edición se supo que el Gobierno cubano completó el trasladó de algunos presos desde las grandes distancias donde les confinaron originalmente, hasta prisiones ubicadas en la vecindad de sus localidades y provincias de residencia. Algunos (los más enfermos) fueron ingresados en hospitales y se impone una espera imprecisa. La población penal política cubana asciende a más de 190 prisioneros políticos y se teme que lo logrado hasta el momento se limite sólo al prestigioso Grupo de los 75 surgido a partir de los sucesos de la Primavera Negra de 2003. Este resultado es evaluado desde la Isla como parcial e insuficiente. ■
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