Publicado para hoy 1 de julio
Enviado por Jesús V. Díaz
La Habana, Cuba
Hola amigos:
Llegué el martes a la casa. Como imaginan estoy muy feliz de poder estar junto a mi familia, en mi casa, de reencontrarme con los amigos y continuar la labor a la que me dedico en favor de la libertad de Cuba.
También me albergan sentimientos de tristeza y pena porque aunque ya terminó para mí el sufrimiento de la prisión, otros centenares de hermanos de lucha siguen tras las rejas injustamente por sus ideas políticas y labor opositora, además de decenas de miles de cubanos que soportan las condiciones infrahumanas de la cárcel por el mero hecho de querer alimentar a sus familias.
La experiencia que viví durante estos 11 meses de reclusión fue muy difícil, hoy tengo mayor conciencia de lo injusto y cruel del sistema carcelario cubano, que está concebido con toda intención no sólo para limitar la libertad de los condenados sino mancillar la dignidad de las personas.
Es increíble el sufrimiento sobreañadido en las familias de los presos, las madres, esposas, hijos, etc., que padecen por el aislamiento de sus seres queridos, por conocer en gran medida las condiciones deplorables y los maltratos cotidianos dentro de las prisiones, y por las humillaciones que de alguna u otra manera reciben de parte de los militares, quienes apelan al chantaje como precio a pagar para dejarles ver a sus presos o evitarles represalias.
Estoy muy agradecido por la enorme solidaridad y apoyo que recibí durante todo este tiempo, miles de voces se alzaron para reclamar mi excarcelación y, de manera decisiva, constituyen la causa fundamental por la que las autoridades del régimen se vieron obligadas a sacarme de la prisión después del juicio.
Ha sido emocionante en extremo la acogida que tuve en mi casa, por la familia, los amigos, vecinos, la prensa extranjera y las llamadas desde el exterior felicitándome, brindándome muestras de cariño, de simpatías, les agradezco a todos porque son precisamente esa clase de acciones las grandes razones que encuentro para alimentar mis convicciones de que con empeño, honestidad y compromiso podremos finalmente cambiar la dolorosa realidad que hoy ensombrece el panorama de nuestra querida nación, y encontrar entre todos las soluciones que urgen en bien de nuestro pueblo.
A todos les envío un saludo afectuoso, les deseo muchas cosas buenas y que Dios los bendiga,
Darsi
La Habana, Cuba.
Hola amigos:
Llegué el martes a la casa. Como imaginan estoy muy feliz de poder estar junto a mi familia, en mi casa, de reencontrarme con los amigos y continuar la labor a la que me dedico en favor de la libertad de Cuba.
También me albergan sentimientos de tristeza y pena porque aunque ya terminó para mí el sufrimiento de la prisión, otros centenares de hermanos de lucha siguen tras las rejas injustamente por sus ideas políticas y labor opositora, además de decenas de miles de cubanos que soportan las condiciones infrahumanas de la cárcel por el mero hecho de querer alimentar a sus familias.
La experiencia que viví durante estos 11 meses de reclusión fue muy difícil, hoy tengo mayor conciencia de lo injusto y cruel del sistema carcelario cubano, que está concebido con toda intención no sólo para limitar la libertad de los condenados sino mancillar la dignidad de las personas.
Es increíble el sufrimiento sobreañadido en las familias de los presos, las madres, esposas, hijos, etc., que padecen por el aislamiento de sus seres queridos, por conocer en gran medida las condiciones deplorables y los maltratos cotidianos dentro de las prisiones, y por las humillaciones que de alguna u otra manera reciben de parte de los militares, quienes apelan al chantaje como precio a pagar para dejarles ver a sus presos o evitarles represalias.
Estoy muy agradecido por la enorme solidaridad y apoyo que recibí durante todo este tiempo, miles de voces se alzaron para reclamar mi excarcelación y, de manera decisiva, constituyen la causa fundamental por la que las autoridades del régimen se vieron obligadas a sacarme de la prisión después del juicio.
Ha sido emocionante en extremo la acogida que tuve en mi casa, por la familia, los amigos, vecinos, la prensa extranjera y las llamadas desde el exterior felicitándome, brindándome muestras de cariño, de simpatías, les agradezco a todos porque son precisamente esa clase de acciones las grandes razones que encuentro para alimentar mis convicciones de que con empeño, honestidad y compromiso podremos finalmente cambiar la dolorosa realidad que hoy ensombrece el panorama de nuestra querida nación, y encontrar entre todos las soluciones que urgen en bien de nuestro pueblo.
A todos les envío un saludo afectuoso, les deseo muchas cosas buenas y que Dios los bendiga,
Darsi
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