lunes, 5 de julio de 2010

Luis Fortuño Gobernador de Puerto Rico

Publicado para hoy 6 de julio


Muchísimas gracias. Hermanas y hermanos puertorriqueños… ¡Muy buenas tardes a todos!

Señor alcalde, gracias por sus palabras, y por mostrar una vez más que cuando se trata de celebrar el 4 de julio, San Juan lo hace mejor. Esta ciudad capital… que por cierto es la más antigua bajo la bandera americana… honra el nacimiento de nuestra Nación por todo lo alto, como se merece.

Quiero también reconocer a nuestro Comisionado Residente, Pedro Pierluisi. Muchas gracias por la labor que realiza al representarnos dignamente a todos los puertorriqueños en la capital federal.

Asimismo, me complace reconocer la presencia en esta ocasión de los demás funcionarios gubernamentales y federales, al igual que todos nuestros conciudanos que nos acompañan en esta espléndida tarde sanjuanera.

Es costumbre en cualquier celebración de la Independencia de los Estados Unidos, conmemorar no sólo el nacimiento de una nueva Nación en el Nuevo Mundo, sino el nacimiento de la democracia moderna. En un día como hoy usualmente recordamos los ideales democráticos que quedaron consagrados en la Declaración de Independencia y luego en la Constitución de los Estados Unidos…principios que unos años más tarde se extenderían a Europa y luego a todo el mundo.

Pero en cierto sentido, explicar lo que pasó en 1776 en esos términos es demasiado filosófico. Más allá de la belleza literaria de frases como “vida, libertad y el disfrute de la felicidad” y “cero contribuciones sin representación”, la importancia de la gesta de la Independencia de Estados Unidos es que nos recuerda que cuando un pueblo está insatisfecho con el gobierno que tiene, pide un cambio. En las trece colonias en 1776, el pueblo estaba insatisfecho con cómo lo estaban gobernando.

Un pueblo… para ir al grano… que estaba insatisfecho con que le cobraban muchos impuestos y no le dieran los servicios. Un pueblo que estaba cansado de que los que estaban a cargo eran unos burócratas que estaban lejos en Inglaterra y no escuchaban los reclamos del pueblo. Un pueblo que entendió que los que estaban administrando las finanzas públicas no estaban haciendo un buen trabajo y los estaban llevando a la quiebra. Más que nada, un pueblo que no tenía esperanza. Así que ese pueblo pidió un cambio.

En la gesta histórica del 1776, el cambio que se pidió fue “ya no queremos ser colonia”. Pero lo más importante fue que ese pueblo, cuando vio que su gobierno no le era responsivo, lo cambió. Y desde entonces estableció un sistema para que cada cuatro años el pueblo pudiera hacer precisamente eso, pero en las urnas.

Eso fue exactamente lo que pasó aquí en Puerto Rico hace apenas año y medio. En las últimas elecciones, la gente pidió abrumadoramente un cambio porque estaban abrumadoramente insatisfechos con la manera en que se le estaba gobernando.

Ahora bien, a veces tiene que pasar un tiempo desde que el pueblo pide un cambio hasta que logra ver los frutos de su esfuerzo. Por ejemplo, desde la Declaración de Independencia hasta la adopción de la Constitución de Estados Unidos pasaron varios años. O sea, el cambio no se logró de la noche a la mañana. Y saben que, durante ese tiempo tuvieron que luchar una cruenta guerra… donde se derramó sangre… porque las cosas buenas no vienen tan fácilmente. Porque pelear contra la manera en que se han hecho las cosas por décadas no es fácil… porque una cosa es clamar por un cambio y otra cosa es tener la visión, la disciplina y la paciencia necesarias para lograrlo y hacerlo realidad.

Como en la Independencia de los Estados Unidos, traer el cambio para el gobierno que todos queremos en Puerto Rico requiere más que meramente pedirlo abrumadoramente en las urnas. Después de las elecciones es que ha venido lo duro. Todos tenemos que seguir luchando juntos por ese cambio, trabajar para ello, fajarnos TODOS para lograrlo.

Después de la Declaración de Independencia…antes de poder disfrutar de los logros de lo que fue la gesta más revolucionaria de los tiempos modernos… los ciudadanos en la nueva Nación confrontaron varios años de penas y sufrimientos. Igualmente, el cambio que pidió nuestra gente en las urnas nos ha costado trabajo y lo seguimos trabajando… pero ya vemos que nuestros esfuerzos han valido la pena.

Nos ha costado trabajo a todos… sufrimientos inclusive… pero ha valido la pena… porque ya empezamos a ver los frutos… en la estabilización de nuestra economía, en el incipiente crecimiento en los empleos, en el progreso que llevamos en nuestra lucha contra el narcotráfico y el crimen, en el logro de poner verdadera salud en Mi Salud y, próximamente, en bajarte la luz y las contribuciones… y sí, en avanzar, a paso firme, hacia la consecución de nuestra igualdad política como ciudadanos americanos.

Hoy celebramos también las conquistas de las libertades y derechos individuales que comenzaron hace 234 años…en un mundo donde cientos de millones de hermanas y hermanos…algunos a poca distancia de aquí…todavía las carecen. Son libertades y derechos anhelados por millones alrededor del mundo. El deseo de disfrutar de esas libertades y derechos ha impulsado la llegada de ola tras ola de inmigrantes a nuestras costas. ¿Por qué se anhelan y se atesoran tanto estas libertades y derechos? Porque constituyen los elementos más básicos para la vida integral de un ser humano. Su ejercicio no sólo significa el respeto a la ley y el orden y la protección de la misma vida del individuo, sino la garantía de que como ciudadanos podremos alcanzar todo nuestro potencial como seres humanos, y una sociedad justa y de progreso.

Libertad individual, libertad religiosa, el respeto a la ley y el orden, el derecho a tener tu propia casa y propiedad, todo en un marco de gobierno democrático, claramente delineado y limitado, con el reconocimiento del poder creador de cada individuo y la libre empresa… eso es lo que ha dado lugar a la Nación que más progreso, más prosperidad y más adelanto ha traído a toda la humanidad en la historia moderna. ¡Claro que da gusto… y es motivo de orgullo… ser parte de esa Nación!

Para nosotros en San Juan, la celebración de las conquistas democráticas de nuestra Nación…por más que valen y significan…queda corta…queda incompleta. Como territorio de ciudadanos americanos, aún carecemos de la igualdad política a la que tenemos derecho.

Aún así, sin temor a equivocarme, puedo afirmar que los que nos unimos hoy a esta celebración entendemos ese espíritu de 1776. Entendemos que vale la pena luchar por nuestros ideales y por nuestros sueños. Compartimos un compromiso de lograr la extensión plena a nuestra bendita Isla de todos los derechos y garantías de nuestra ciudadanía americana. Son los principios esenciales de libertades y derechos ciudadanos y de buen gobierno donde quiera que flote la bandera de las franjas y estrellas.

La historia de los Estados Unidos ha sido una de conquistas… cada vez mayores… en la expansión y disfrute de los derechos democráticos de sus ciudadanos. Prueba de ello, tan reciente como hace 18 meses atrás, fue la toma de posesión de nuestro primer Presidente afro-americano, Barack Obama. Y hermanas y hermanos, prueba también de ello es la juramentación, tan reciente como hace 11 meses atrás, de la primera latina y puertorriqueña al Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Sonia Sotomayor.

Y no me cabe la menor duda que, en un futuro quizás no muy lejano, una hija o hijo de esta tierra también aspirará a ser elegido por sus conciudadanos como Presidente de los Estados Unidos. Y lo va a lograr. Porque de eso se trata ser ciudadano de esta gran Nación: que podemos aspirar y alcanzar cualquier meta que nos propongamos.

Hoy es un día feliz en el que celebramos ese espíritu de1776 con el cual se creó la sociedad democrática que atesoramos. Más feliz será el día, cuando la promesa y conquista de un futuro más luminoso, en igualdad ciudadana, se cumpla a cabalidad en Puerto Rico.

Que Dios los bendiga a todos. Muchísimas gracias.

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