Publicado para hoy 5 de julio
Por Aurelio Pedroso
El doctor Darsi Ferrer va para su cuarta mañana de amanecer en casa propia, luego de que un tribunal optara por que los cuatro meses que le restan de sentencia los cumpla bajo la categoría de reclusión domiciliaria.
Vive en una muy modestísima vivienda sin lujo alguno en la barriada de Santos Suárez y cuando llegué a ella sin previo aviso, el disidente veía en compañía de su esposa un programa de cocina china que trasmitía la televisión local. Instantes después le fue entregada una postal que desde una ciudad de Francia le enviaban por su excarcelación. Era de una mujer que ya previamente le había remitido otra durante la prisión en Valle Grande. Ferrer me mostró ambas sin disimulado orgullo.
Charlamos durante más de dos horas de múltiples temas todos de actualidad local, de los once meses que guardó prisión, sus encuentros y desencuentros con el personal de la penitenciaría, las condiciones de vida, la alimentación y que el único guardia que le propinó una golpiza estando él esposado había sido separado del penal.
Darsi Ferrer ronda los cuarenta años de edad y es un hombre con el que se puede conversar, discutir y polemizar. Tiene cultura para ello. Uno de los principales objetivos era, además de conocerle personalmente, indagar sobre sus criterios acerca de este diálogo iniciado entre las autoridades cubanas y la alta jerarquía de la iglesia católica cubana.
Recién salido de prisión y dentro de ella con poco y casi ningún acceso al acontecer nacional, me confiesa no tener todos los elementos necesarios. “No tengo mucha información acerca de lo que ha estado ocurriendo en los últimos meses”. Aún así posee criterios que no necesariamente nacen de la información, sino de su filosofía y las ideas que sostiene bajo rejas y fuera de ellas.
“Después de tanto inmovilismo encontrar a la jerarquía católica desarrollando un papel más activo, incluso mediando por cuestiones tan fundamentales como la excarcelación de los presos políticos y el fin de las agresiones a las Damas de Blanco, es para mí muy significativo”, señala.
“Quizás tenga grandes resultados o no” –precisa- “pero son circunstancias nuevas. En mi caso alimentan la esperanza de una salida pacífica a la situación dramática que vive el pueblo cubano”.
El doctor Ferrer, como otros tantos disidentes o no, sostiene la idea del peligro de un estallido social en la isla. “Temo mucho que después de tanto sufrimiento el pueblo cubano encuentre una solución en un estallido social que sería trágico para todos”. La equivalencia que establece entre “estallido” y “trágico” no deja dudas de cuál es su postura.
Ferrer piensa que la afectación “es humana” y la solución debe venir por el lado humano porque se trata de una situación “que nos tiene a todos como víctimas”.
“Lo que más me ha impactado en estos tres días (de excarcelado) es que encuentro en realidad que vive la nación, nuevas circunstancias donde veo que se reafirman más la necesidad de unidad en la búsqueda de soluciones, algo bastante difícil y complejo.
“Precisamente habría que encontrar consenso y un consenso que se pueda encontrar en las situaciones que son comunes a todos”.
El también director del Centro de Salud y Derechos Humanos Juan Bruno Zayas confirma que “venga de donde venga, aplaudo el diálogo, todo lo que facilite libertad, derecho, justicia”, pero también se pregunta, “¿Cómo llegar a eso? ¿Quién tiene la verdad absoluta?”. Reflexiona y entonces agrega: “La gente ha identificado claramente qué queremos y qué no queremos en medio de esta compleja realidad”.
Convencido de que no todos piensan igual, incluso dentro de las filas opositoras y menciona nombres con los que no comparte en totalidad sus argumentos, Darsi Ferrer no olvida su profesión como galeno y deja por sentado que “Lo que no tenemos es la receta para llegar a una solución”.
Ya afuera en el portal de la casa le pregunto que cuándo pondrá manos al final de la reconstrucción de una parte de la vivienda, que fue precisamente la que dio motivos a su detención acusado de receptación entre otros delitos. Sonríe con sinceridad y confiesa que cuando mejore su economía podrá continuar.
(Publicado en Progreso Semanal, la página de Francisco Aruca)
Enviado por Aldo Rosado
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