domingo, 22 de agosto de 2010

HOY EN EL CALENDARIO CUBANO, 23 DE AGOSTO


De las playas de Miramar, Marianao


• Santos católicos que celebran su día el 23 de agosto:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

Santos Felipe Benicio y Justiniano, confesores y Santa Teonila, mártir

- En el Almanaque Campesino de 1946:

Santos Felipe Benicio y Justiniano, confesor y Santa Teonila, mártir



El 23 de agosto en la Historia de Cuba

• 1824 -

- Pronunciamiento en Matanzas.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 477-478 nos describe los acontecimientos del 23 de Agosto de 1824 en la Historia de Cuba:

“Al asumir el mando de Cuba el capitán general Francisco Dionisio Vives la discordia entre peninsulares y criollos estaba demasiado acentuada. En diferentes poblaciones habían sido denostados los españoles y vitoreada la independencia de la Colonia. Tampoco faltaban luchas cuerpo a cuerpo, como las sostenidas por los afiliados de las logias Cadena Eléctrica o Cadena Triangular de Bolívar y Los Treinta y Dos Labradores, que representaban, respectivamente, la tendencia libertadora y el principio reaccionario en Puerto Príncipe.

“El espíritu insurgente de aquellos, tiempos debió de influir en el alférez de dragones Gaspar Antonio Rodríguez. Este exaltado oficial se propuso dar acción a la protesta del país contra el despótico, rapaz, ilegal y bárbaro gobierno imperante, que así calificó la situación política del momento al pronunciarse al frente de siete lanceros, en Matanzas, el 23 de agosto de 1824. La actitud de aquel hombre temerario y valiente iba enderezada no al logro de la emancipación de Cuba, sino al restablecimiento de la carta fundamental. Sus proclamas así lo dijeron con claridad meridiana. Los términos de su demanda fueron precisos.

“"Habitantes ilustrados que pobláis la fértil Cuba -decía el alférez Gaspar Antonio Rodríguez en uno de sus manifiestos-, el grito de libertad que acaba de resonar en vuestro suelo ahuyentó para siempre la infame voz de yo lo mando: la ley sabia y justa juzgará vuestras operaciones, para cuyo efecto el código de vuestras libertades, que por sorpresa os arrancó el perjuro Vives, será restablecido con igual pompa que lo fue en 1820. Al robo sistematizado de la administración pública sucederá una sabia y justa economía: la justicia, enervada hasta aquí en manos de magistrados imbéciles y venales, tomará el vigor inflexible de las leyes: vuestra fortuna dependerá de vosotros mismos y no del capricho de un tirano.

“"¡Cubanos! Las filas de los libres os esperan, lisonjeándose de que volaré a participar de sus fatigas, por las cuales el laurel de la victoria ceñirá vuestras sienes. La patria os convoca, el deber os llama, el código de los derechos que habéis jurado maldice vuestra apatía, y los manes de vuestros ascendientes yacen avergonzados de vuestra indolencia."

“La actitud enérgica de Vives, al dar muerte al régimen constitucional medio año antes, había acallado en todas partes las voces de inconformidad. Después surgieron alteradores como aquel alférez Rodríguez, que era peninsular, clamando por el restablecimiento de las libertades públicas. Pero el sopor en que estaba sumida la Isla parecía imperturbable. El alférez Gaspar Antonio Rodríguez, no amparado ni secundado en el país, perseguido y maltrecho, tuvo que hacer rumbo hacia playas extranjeras mientras los leales a la Metrópoli se apresuraban a enjuiciarlo y a condenarlo a la pena de horca.”




Gabriel de la Concepción Valdés
“Plácido”
( 1809 -1844 )


Gabriel de la Concepción Valdés, o “Plácido” (seudónimo con el cual firmó su obra), tal vez haya sido el poeta de mayor aceptación popular entre los escritores cubanos del siglo XIX. Versificador espontáneo como pocos antes o después, algunos críticos lo consideran entre los iniciadores del criollismo y también del siboneyismo en la lírica cubana. Normalmente se le incluye entre los románticos cubanos, donde sinceramente corresponde de acuerdo al período, pero gran parte de la obra de Plácido es mucho más alegre, sin dejar de ser fina, y carente del exceso romántico. Como dijo Lezama Lima -“Fue la alegría de la casa, de la fiesta, de la guitarra y de la noche melancólica. Tenía la llave que abría la puerta de lo fiestero y aéreo.” Indudablemente, capturó al verdadero espíritu cubano en sus versos.

Plácido escribió muchos poemas de carácter popular y para las fiestas familiares también fueron muchas las improvisaciones que redactó. Algunos críticos han caracterizado estas obras como vulgares, cuando en realidad exponían la vida cotidiana de aquellos años en Cuba como sólo los criollos lograron hacerlo. Otros aun reclaman que no debe ser incluido en la literatura afrocubana ya que su obra es muy refinada, semejándose demasiado a la de los blancos. Irónico que su obra también haya sido juzgada con el mismo perjuicio que fue su piel. Eso es lo que quería decir ser mulato en la isla durante los años de Gabriel de la Concepción Valdés: no ser aceptado ni por los de la raza blanca, ni por los de la casta negra.

Es cierto que las poesías de Plácido no tienen la perfección ni la profundidad ideológica de Heredia o Milanés. Mas sin embargo, la versificación es tan natural que algunos de sus poemas eran escuchados cien años más tarde en las calles de La Habana, repetidos de memoria en muchos casos sin saber el declamador quien era el autor. En el siglo XIX Plácido fue el poeta de mayor aceptación y divulgación en Cuba, y en la literatura cubana uno de los de mayor sensibilidad.

Fueron muchas las poesías de Plácido que recibieron halagos por sus contemporáneos y otros poetas posteriores. Entre otras unas de las más reconocidas son Jicotencal, A Una Ingrata, La Flor del Café, La Flor de Caña, La Flor de la Piña. Se comenta que durante sus últimos días, en la cárcel, compuso Plegaria a Dios y que cuando era dirigido del calabozo al lugar de su fusilamiento iba declamando esta poesía. Si desea consultar una selección algo más amplia, por favor visite Algunas Poesías de Gabriel de la Concepción Valdés donde iremos añadiendo más obras de este poeta cubano.


¿Quién fue Gabriel de la Concepción Valdés?


El 18 de marzo nace Diego Gabriel de la Concepción Valdés en la ciudad de La Habana. Su madre, Concepción Vázquez, era bailarina española natural de Burgos. Su padre, Diego Ferrer Matoso, era peluquero de nacionalidad cubana y raza negra. De unos días de nacido, la madre dejó a Plácido en la Casa Cuna o Real Casa de Beneficencia y Maternidad de la Habana. El apellido “Valdés” se le fue dado, al igual que a todos los otros niños allí bautizados, en honor al Obispo Valdés, fundador de la Casa Cuna. El nombre Gabriel de la Concepción, Concepción de la madre, se dice que estaba escrito en una nota que acompañaba al niño al ser dejado en la Casa Cuna. Algunas referencias indican que tal nota se limitaba a “Nació el 18 de Marzo de 1809” otras la exponen a también incluir “... y se llama Gabriel de la Concepción”. El nombre del padre, Diego, se dice que estaba en la partida de bautismo; donde aparece el nombre del capitán de Milicias D. Joaquín de Cárdenas como padrino, que aparentemente en realidad lo fue Plácido Fuentes.

Su padre lo adoptó y mantuvo hasta que tenía unos diez años, más tarde lo dio a criar a la abuela paterna del niño. Existen diferentes percepciones con respecto al acto de la madre hacia el bebito. Hay quienes estiman que le abandonó debido a los rigores de su trabajo. Otros piensan, lo cual tiene considerable peso, que no lo abandonó, sólo lo dejó en la Casa de Beneficencia para que el padre lo pudiera adoptar legalmente y criar en un ambiente mucho más familiar de lo que ella podía proveer.

Creció en la pobreza, con todos los perjuicios de ser mulato en una colonia donde existía la esclavitud. Acudió a algunos colegios durante su niñez, aunque no fue una educación continua o estable. Después de su padre partir hacia México, de donde no regresó, ingresó como estudiante en el taller de Vicente Escobar aprendiendo allí dibujo y caligrafía. Dos años más tarde, en 1823, comenzó a trabajar como aprendiz de tipógrafo en la imprenta de José Severino Boloñá. Ya sus dotes de poetas se habían dado a ver, mas fue en la imprenta, donde expuesto a la poesía, surge la inspiración que le acompañaría hasta su muerte. Pero había que comer y tuvo que dejar la imprenta para dedicarse a labrar peinetas de carey, trabajo más lucrativo en aquellos tiempos.

Fue serio en sus relaciones amorosas. Por desgracia de la vida no llegó a casarse con Rafaela, apodada “Fe”, al morir ella durante el noviazgo. Pocos años después, en 1836, contrajo matrimonio con Celia, no durando mucho estos vínculos. En 1842 volvió a casarse, con María Gil Ramona Morales.

Su niñez transcurrió en la Habana. Se traslado a la ciudad de Matanzas en 1826 donde trabajó haciendo peinetas de carey. El resto de su vida lo desarrolló en temporadas entre estas dos ciudades. Al menos en una ocasión trató de establecerse en la provincia de Las Villas, pero tuvo que regresar a Matanzas.

En una de sus temporadas en Matanzas, fue visitado por Heredia. Hecho de por sí que descalifica toda la publicidad negativa de algunos críticos. Se rumora que Heredia lo invitó a irse con él a México. Lo cierto es que el gran poeta fue a ver a Plácido específicamente y lo trató como poeta y cubano igual a él.

Ya desde el comienzo de la década de 1840 las cosas estaban calientes en Cuba y Gabriel de la Concepción Valdés sufrió cierta persecución, llegando a estar preso al menos en una circunstancia. Eventualmente el 28 de Junio de 1844 fue fusilado en Matanzas habiendo sido acusado de ser uno de los integrantes en la Conspiración de la Escalera.

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