sábado, 21 de agosto de 2010

HOY EN LA HISTORIA CUBANA, 22 DE AGOSTO


En Güines


• Santos católicos que celebran su día el 22 de agosto:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

Santos Timoteo, Sinforiano e Hipólito, mártires

- En el Almanaque Campesino de 1946:

Santos Timoteo, Ceferino, Sinforiano, confesores e Hipólito, mártires



• Natalicios cubanos:

Aguirre Valdés, José M.: -Nació en La Habana el 22 de agosto de 1843. General del Ejército Libertador. Murió en la sierra el 29 de diciembre de 1896.



Duque, Matías: -Nació en San Antonio de los Baños el 22 de agosto de 1869. Médico graduado en 1891. Al estallar la revolución del 95 se incorporó inmediatamente, permaneciendo durante todo su curso en pie de guerra, en la que alcanzó el grado de coronel. Bajo la República ocupó diversos cargos relacionados con su profesión, incluso el de Secretario de Sanidad. Es un leprólogo notable. Sus principales obras son: “La vivienda del guajiro en Cuba”, “Historia de la lepra en Cuba”, “Cómo deben ser las leproserías”, “Elementos de anatomía, fisiología e higiene”, “Nuestra Patria”, lectura para hombres y otra edición de lectura para niños. Además, la zarzuela en dos actos “La guerra libertadora”. Dio numerosas conferencias y colaborado en revistas nacionales y extranjeras sobre los temas en que se ha especializado y en los cuales, como se ha dicho, es una verdadera notabilidad.



El 22 de agosto en la Historia de Cuba

• 1942 -

- De la Iglesia Católica en Cuba: En La Habana se funda la Liga de Damas de Acción Cató­lica Cubana (después denominada Mujeres de la Acción Católica).

• 1896 -

- Un Mensaje a Antonio Maceo.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 475-476 nos describe los acontecimientos del 22 de Agosto de 1896 en la Historia de Cuba:

“La segunda mitad del año de 1896 avanzaba sin que las huestes libertadoras comandadas por Antonio Maceo en Vuelta Abajo cesasen de hacer notar su presencia. El buen éxito de la Revolución pendía en gran medida de esa actividad continua. El General seguía siendo ejemplo vivo de las prácticas que recomendaba. El sueño dorado del patriota se traducía entonces en un constante bregar. No podía ser lo mismo para los leales al régimen colonial una campaña pasiva que una acción ofensiva y vigorosa de los que se habían propuesto lograr la emancipación de Cuba o perecer en la demanda.

“El Lugarteniente General del Ejército Libertador llegó a confundir a sus contrarios. Su segunda invasión del país occidental, atravesando campiñas y serranías a despecho de obstáculos naturales y humanos, revistió los caracteres de culto refinado a Marte. La guerra había de ser la guerra siempre. Perder una ocasión, desperdiciar un día u olvidarse un momento de la necesidad de pelear, incidir en negligencia u omisión, en suma, comprometer el buen suceso de las armas cubanas, a juicio del caudillo, debía ser evitado a toda costa.

“"Después del combate de Bacunagua, y no habiendo señales de que las tropas españolas volvieran por el desquite, Maceo -escribió el general José Miró- levantó el campamento de Santa Teresa y se trasladó a Puerta de la Muralla, para hostilizar el pueblo de San Cristóbal. Correspondencia que llegó de la capital le colmó de satisfacción. Le anunciaba Estrada Palma que el general Rius Rivera estaba al frente de una importante expedición y que ésta llegaría a Cabo Corrientes, conforme lo convenido, después del 22 de agosto. Sólo faltaban tres días para el anunciado desembarco en el supuesto de que la expedición hubiese salido dentro `del plazo señalado oportunamente. Tan halagüeña noticia hizo cambiar los planes de nuestro caudillo, que todo lo pospuso al propósito de acudir en auxilio de los expedicionarios, y de llegar él mismo hasta el Cabo Corrientes, si tenía tiempo para ello."

“La presteza con que en ocasión tan señalada procedió el general Antonio Maceo fue asombrosa. El 22 de agosto de 1896 fue uno de los días en que el prócer se halló enfrascado en la disposición de los aprestos que habían de auxiliar el alijo de la expedición del general Juan Rius Rivera. Sus planes y empeños no pudieron ser más eficaces. El héroe comunicó, como de costumbre en semejantes casos, su entusiasmo a los suyos. Todos participaron del anhelo de iniciar la difícil, riesgosa y larga excursión proyectada.

“La Revolución tuvo servidores silenciosos. Uno de éstos fue Andrés Sánchez Amaro, nacido en San Cristóbal y residente en La Habana cuando, en agosto de 1896, Perfecto Lacoste solicitó su cooperación para hacer llegar a Maceo un mensaje. Sánchez aceptó el encargo, tomó el ferrocarril del Oeste, bajó en San Cristóbal y encontró en su pueblo natal al hombre de confianza necesario para enviar al Lugarteniente lo que él había recibido de Lacoste. El cubano de San Cristóbal puso aquello horas después en manos de Maceo, en Puerta de la Muralla. Así llegó a la Cordillera de los Organos, en el corazón de Vuelta Abajo, el anuncio de que después del 22 de agosto de 1896 arribaría a Cuba una expedición dirigida por Rius Rivera.”




José Martí
( 1853 - 1895 )





José Martí es el Apóstol de la República de Cuba. Después de innumerables intentos patrióticos por independizar la isla de Cuba del Imperio Español, Martí organizó la guerra que lograría lo imposible. Menos de 30 hombres - pobres ya, con carabinas de un sólo tiro, varios revólveres y muchos machetes - vencieron un ejército profesional de más de un cuarto de millón de soldados. Tal ejército disponía de las armas más modernas y potentes del momento, además de una gran reserva adicional de hombres. Esa guerra costó sangre, mucha sangre, incluyendo la vida del Apóstol.

Por eso se le tiene en un pedestal donde quiera que haya un cubano. Pero, no es de José Martí el héroe del que vamos a tratar aquí. Es Martí el autor a quien exponemos. No en todo su esplendor, ni tampoco profundizando mucho en su filosofía, aunque, ¿quién sabe? Tal vez, con el tiempo, algún día logremos llegar a ese mundo ideológico tan bello con el que él soñaba y que a través de sus palabras aun nos presenta el camino.

En la prosa, la forma de Martí se destaca por la claridad y musicalidad de su narración. Adoptó el criterio de que cada palabra tiene que justificar su uso en la oración. Desde muy joven demostró ser un verdadero maestro de la descripción. En la poesía, la musicalidad es asombrosa, tanto que sus Versos Sencillos se le incorporan a la canción La Guantanamera sin tener que hacerle ningún arreglo.

Tocando brevemente su filosofía, Martí nos instruye en tres temas fundamentales. Primero, y a corto plazo, la libertad de su patria, interés por el cual ofreció su vida. El segundo, la fraternidad entre los pueblos hispanos es esencial para la subsistencia y desarrollo civil, económico y cultural de estos. El tercero y más profundo, el “mejoramiento humano” no debe ser contemplado como una probabilidad sino como una realidad y por tanto debe ser enfatizado en nuestra civilización. Como parte de este último nos demuestra su inquietud publicando La Edad de Oro, un patrón ejemplar en la enseñanza propia de los niños y “las niñas, por supuesto”.

Fue admirado por los más grandes escritores de su tiempo. Manuel Gutiérrez Najera lo idolatraba y Rubén Darío lo declaró su padre. Martí, orgulloso, le correspondió aclamándolo como hijo. Con razón todos le respetaban y adoraban, Martí abrió las puertas al camino que ellos después tomarían. Liberó la literatura de la pedantería a la que el Romanticismo se había encaminado.

Debemos hacer relucir un detalle que muchos no han sabido interpretar. Martí no luchaba ni contra España ni contra el Romanticismo. Sus enemigos eran los abusos y excesos de ambos. La injusticia personificaba en el Imperio Español y la incapacidad literaria de los románticos del momento causó que el Apóstol pusiera en marcha las revoluciones que aplicaron los puntos finales a los dos.

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