
Por Frank Correa
Un silbido nos trae
y otro nos devuelve,
de la vida.
Ignoro donde en realidad
comienzo o termino.
Nada hay más cierto y falso
que este itinerario escogido.
Sitios, horas y poses equivocadas
vuelven temblorosos puentes infinitos.
He sido infiel a mis dudas.
Solamente es tuya mi sonrisa,
mi silencio,
y estaciones intermedias desconocidas.
Como quien espera pacientemente una limosna
haré agradable la vista inmensa
que reporta mi asignada perspectiva.
Desaparecer en mi sombra
es perder el equipaje donde guardé mi futuro.
Ticket de viaje: un verdadero jeroglífico.
Día, mes, año, siglo,
destino desconocido.
Mi acompañante de viaje
posee el raro rostro de lo inaudito.
Debo cuidar no morir.
O por lo menos,
no dormirme en el camino.
CAMBIADO DE OFICIO
El controlador de la vía
en que quisiera convertirme
ha cambiado de oficio.
Dos líneas paralelas, infinitas,
sostienen la pesada carga
que rige mi destino.
Ultimo viaje, desesperado intento
por contener este honrado alivio.
Soy el humo, el chirrido,
las luces delanteras, incluso la ventanilla
donde asomo mis ojos desorbitados
de aludido.
En mí caben todos los adjetivos.
Qué importa que mi rima no rime.
El vaivén es reiterativo.
Las traviesas gastadas, los raíles fingidos.
Señales y nombres de estaciones
ahora crecen en el olvido.
Paisaje triste, árido, fugaz,
un campo con nada que segar,
segadores sin haces que blandir.
Hierba, soledad y espasmo,
atisban mi paso como el acontecimiento del día.
Quisiera ser feliz por derecho,
por deber soy uno más
al que han dado paso
hacia un objetivo imposible.
ABSTINENCIA DE UN DÍA
Manchar esta blancura de papel
con versos heridos
es agua en terreno baldío.
Versos terribles,
única opción a mi afligida mano
asida al risco.
Renunciaré a la mancha solo hoy
como el borracho descansado,
el enfermo ante los barbitúricos,
loco sin piedra y saco,
flor testaruda a seguir siendo capullo.
(Del libro de poemas inéditos Reversos)
No hay comentarios:
Publicar un comentario