viernes, 24 de septiembre de 2010

¿ACEPTAN O NO ACEPTAN LA LIBERTAD DEL ESCRITOR?


Por Ramón Díaz-Marzo


Habana Vieja, La Habana, 25 de setiembre de 2010, (PD) En los siglos XIX y XX, los escritores publicaban si pertenecían a la claque del poder de turno. Y mucho antes, desde el Renacimiento, los artistas tenían que tener un mecenas, o en el mundo occidental, contar con el visto bueno del clero.

Hoy por hoy, la historia se repite. El mundo está repartido en varios cotos cerrados donde los escritores tienen que responder a los intereses creados de sus respectivos cotos o las pequeñas y grandes mafias de la ideología, para publicar y ser reconocidos.

Por supuesto que no todo es negativo. Cuando un escritor coincide, en su pensamiento y proyección ideológica, con un coto de marras, es aceptado y puede vivir el resto de su vida protegido y aprobado sin remordimientos. El hipotético escritor tendría que ser muy estúpido para no aceptar las reglas del juego; aunque siempre, si se trata de un escritor sensible e inteligente, sufrirá alguna vez pequeños o grandes remordimientos cuando su comprensión lo golpea diciéndole que la Verdad no está en un solo coto.

Así vemos que desde los tiempos pasados los artistas y escritores han estado directamente vinculados con el poder político y religioso que en cada etapa de sus vidas les tocó vivir.
La organización del mundo y su control ha podido ser sencilla, pero la ignorancia (no la maldad) ha convertido la interconexión de los diferentes cotos en un asunto complicado.
Cuando los artistas y escritores no quieren ajustarse a las diferentes reglas de juego de los diferentes cotos, en primer lugar jamás serán promovidos, es decir, nadie sabrá que existieron. Y si por accidente salen a la palestra pública pero en algún momento no responden a las reglas del juego, serán tildados de librepensadores, en el mejor de los casos, pues en esencia serán considerados anarquistas.

No responder a ninguna ideología, de derecha o izquierda, es un pecado mortal. En este sentido, nuestro mundo continúa siendo tan primitivo como en la época en que el clero católico o el Islam les arrancaban la cabeza a sus propios hijos si adelantaban alguna nueva idea.

Utilizando la categoría del antropomorfismo, pienso que Dios hace mucho tiempo se arrepintió de su proyecto humano de vida en nuestro planeta. Pero no todo está perdido. Continúo con la esperanza de que un nuevo modo de pensar nazca y nos salve a todos. Sé que decir esto a los oídos de los poderosos del mundo les arranca carcajadas y piensan en un niño que dice tonterías. Pero los niños y los locos son los únicos, que no totalmente, pero sí parcialmente, dicen la verdad, porque no están comprometidos con ningún coto ni tienen nada que perder.

En ese sentido, aún continúo siendo un niño y un loco porque el día que le entregue mi alma a un coto de poder perderé mi facultad de escribir. Ahora escribo con absoluta responsabilidad y no estoy especulando. Si ahora, y desde hace muchos años escribo, es porque hace muchos años soy un hombre libre, independiente y soberano, y antes de caer en la trampa de cualquier coto de poder, prefiero ganarme el diario sustento en el más humilde de los trabajos.
Así, no creo en la izquierda ni en la derecha política. Tampoco soy tan tonto para negar que algunos de esos cotos, parcialmente, posean una parte de la verdad, pero no toda la verdad. Y entonces tampoco seré tan tonto para convertirme intelectualmente en un antisocial.
Franz Kafka dijo: “En tu lucha contra el mundo apoya al mundo”. Sin jamás pretender compararme a tan insigne escritor checo, digo: “En tu lucha contra el mundo deja que el mundo te apoye”.

Esto significa que las reglas del juego deben de ser aceptadas durante un tiempo, no todo el tiempo, por los artistas y escritores, pero la independencia del alma hay que garantizarla en medio de los avatares de la vida.

Si nosotros, los artistas y escritores, defendemos y ponemos a buen recaudo a nuestra alma, no sólo tendremos el derecho moral de existir, sino que le haremos un favor a los “dueños” del mundo que piensan que tienen toda la verdad en la mano. Incluso, algunos “dueños” del mundo verán con agrado nuestra actitud de independencia intelectual porque la necesitan, porque ellos (los “dueños” del mundo, atrapados en las “leyes del juego”) saben que nuestro mundo está jodido, no lo pueden reconocer públicamente, y nos combaten y nos niegan, pero en el fondo de sus conciencias nos apoyan y nos agradecen que existamos.

Así, no todo estará perdido mientras defendamos nuestra individualidad. La salvación de la Humanidad es individual, no colectiva. Cuando todos los individuos, individualmente se atrincheren, la salvación de la colectividad humana estará garantizada y el reinado de la estupidez y la falta de información llegará a su final.

ramon597@correodecuba.cu

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