jueves, 2 de septiembre de 2010

HOY EN EL CALENDARIO CUBANO, 3 DE SEPTIEMBRE


Escultura en Matanzas


• Santos católicos que celebran su día el 3 de septiembre:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

Nuestra Señora del Consuelo, Santos Sandalio, mártir y Santa Tecla y Eufemia, virgen mártir

- En el Almanaque Campesino de 1946:

Santos Sandalio, mártir y Santa Tecla y Eufemia, virgen mártir



• Natalicios cubanos:

Carrillo de Albornoz, Anastasio: -Nació en La Habana el 3 de septiembre de 1800 y falleció en Nueva York el 9 de julio de 1860. Abogado en 1820, catedrático de Economía Política, regidor y alcalde del Ayuntamiento de La Habana, escritor.



El 3 de septiembre en la Historia de Cuba

• 1896 -

-Antonio Maceo en Dimas, o San Pedro de Murias, Municipio de Mantua, Pinar del Río. Combate de Dimas.

- Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 499-500 nos describe los acontecimientos del 3 de septiembre de 1896 en la Historia de Cuba:

“La destrucción de Mantua en 22 de febrero de 1896, un mes después de ser visitado por el Lugarteniente General del Ejército Libertador, fue una contribución cívica a la ingente empresa de desatar los viejos lazos del vasallaje colonial. Mas, contrastando con aquella ruina, surgieron a poco en la comarca nuevas poblaciones, refugio de los moradores diseminados en todo el territorio. La playa de Dimas fue uno de los lugares escogidos con ese motivo. Las vicisitudes de la guerra, transmutatorias por excelencia, no podían dejar de sentirse a través de la ruda contienda un año atrás iniciada.

“Hasta 1896 Dimas no había pasado de ser balneario y punto de escala de los bajeles de cabotaje de la costa del Norte de Vuelta Abajo. El origen de su nombre era acaso debido al de algún oscuro pescador. Tal denominación corría en 1861. Antonio Tarafa y José Calvo en 1881 edificaron la primera casa, de maderas y tejas, y Leopoldo Carbajal en 1883 y Pedro Murias en 1892 obtuvieron sendas concesiones para construir muelles y almacenes de depósito, que facilitaron el tráfico marítimo que en el propio 1883 empezaron a utilizar el comercio y la agricultura del valle de Luis Lazo, enclavado en lo interior del país, en el seno de la Cordillera de los Organos. Cupo en definitiva al mismo Pedro Murias la buena suerte de coadyuvar con sus alientos, con su munificencia y con su caudal a la fundación del Caserío de Dimas en 1896, mostrándose tan propicio que la Junta Administrativa, constituida con atribuciones de ayuntamiento en 5 de agosto de 1896, acordó, con su elevación a categoría de pueblo, que Dimas se llamase en lo adelante San Pedro de Murias.

“Ante el pueblo así formado se presentaron las huestes libertadoras comandadas por el general Antonio Maceo la noche del 2 de septiembre de 1896. De improviso, con sorpresa grande para la guarnición y el vecindario, no mucho después del oscurecer, las tropas insurrectas, situadas a corta distancia del caserío, rompieron el fuego. El tiroteo, generalizado por espacio de varias horas, cesó sin determinar superioridad de ninguno de los combatientes. Los defensores de Dimas se aprestaron a la resistencia. En verdad, el Lugarteniente no hizo siquiera ademán de asaltar la plaza, defendida por mal formadas trincheras y por fuerzas tal vez inferiores en número a las cubanas.

“El 3 de septiembre de 1896 se hallaban las huestes libertadoras en las inmediaciones de Dimas. Al romper el alba fueron saludadas por disparos de granada lanzados por el cañonero Flecha. La zona de cultivo fue devastada. El general Maceo se encontraba sobre la ruta escogida para llegar a Cabo Corrientes. Su presencia, allí era meramente circunstancial. Pero, como parte del plan concebido para correr a dar la bienvenida al general Juan Rius Rivera, no dejaba de ofrecer el resultado apetecido la excursión insurrecta a lo largo de la costa del Norte de Vuelta Abajo.”



- José Miró Argenter en “Cuba Crónicas de la Guerra (La Campaña de Occidente) - Tomo III: Segunda Edición” de la Editorial Lex, 1942, páginas 78-79 describe los acontecimientos del 2 de septiembre de 1896 en la Historia de Cuba:

...“Maceo se encaminó a los Arroyos para provocar al batallón de Wad-Ras, que el día anterior había salido de Dimas, ya con conocimiento de que numerosas fuerzas enemigas se hallaban sobre el litoral, y no ignorante del objeto que motivaba aquella excursión del grueso insurrecto por las cercanías de la costa. Con la banda de cornetas se tocó diana para advertir al enemigo que se pusiera sobre las armas. En las circunstancias más críticas, nuestro intrépido capitán sola prevenir al adversario con los acentos ruidosos de la charanga. Los voluntarios de Dimas no salieron de las trincheras. Se levantó el campo a eso de las siete, con rumbo otra vez a Estorino pero reconociendo el litoral para poder deducir la intención de la columna española que se hallaba sobre nuestra pista, y no se resolvía a estrechar el lance. Nos saludó un cañonero con algunos petardos; únicas explosiones de pólvora que se oyeron durante la marcha (1).

“(1) A las nueve de la noche del día 2 fueron incendiadas varias casas inmediatas a Dimas y tiroteado el poblado durante tres horas. El enemigo tuvo que retirarse ante el nutrido fuego de la guarnición. La cañonera Flecha hizo dos disparos de granada sobre Loma Colorada, lugar donde se supo existía el campamento enemigo. Fondeado el cañonero Flecha frente al Quebrado de Galeras, en la noche del 2, observó su comandante que a las nueve próximamente había extensa línea de fuego en dirección a Dimas; inmediatamente se puso en movimiento y momentos después recibió nutridas descargas de fusilería. Fondeó en Dimas, y al comunicarse con el comandante militar supo que el enemigo había prendido fuego a los bohíos que se hallaban fuera de la trinchera, disparando tres tiros como señal, y atacando por todas partes el poblado. Después de dos horas de lucha, cesó el fuego. Al amanecer vieron gran número de rebeldes acampados en vuelta de Loma Colorada, oyéndose el toque de diana y después toque de avance en dirección al poblado. En vista de que insistían los rebeldes, continuó el cañonero listó para rechazar nuevo ataque al poblado." (Parte oficial).





Mascapiedras


Decían que Mascapiedras cogía las piedras del piso, se las metía en la boca, y las devolvía al suelo hechas polvo.

En todas las ciudades, grandes y pequeñas, siempre hay personas que se roban la popularidad, y hasta cierto punto el cariño de todos. Los mendigos son buenos candidatos en tal certamen. Buenos también son aquellos que en su afán de lograr alguna hazaña, a veces sin mucha explicación para los que se creen cuerdos, corren, o cantan, o hacen lo que su imaginación les indique, todo el día, sin cesar. Muy en especial se les toma a los que por su naturaleza tienen el físico, o el entendimiento, distinto a los demás. Y así, en todas partes siempre hay alguien, por lo general sin proponérselo, que llega a ser la celebridad del pueblo.

La ciudad paternal nuestra, San Juan de los Remedios, o simplemente Remedios, tenía varias personas de grata popularidad. Siendo una ciudad cubana, se mantenía la costumbre de la isla al apodar a sus ciudadanos peculiares. La práctica común era dejar el nombre de pila y cambiar el apellido por la característica propia de la persona. Si en un pueblo había un señor llamado Jesús, al que le faltaba un brazo, muy probable le llamaran Jesús, o Chucho, el Manco. No demostraba falta de respeto, simplemente era más fácil identificarlo así. Y como el señor Jesús sabía que no era a mal, más bien por cariño, no se ofendía.

En algunos casos se hacía lo contrario. Se le apodaba el nombre y el apellido permanecía, como en el caso del Andarín Carvajal. Pero por lo general, siempre se le unía al apodo el nombre o el apellido. De tal forma, en caso de que hubieran dos personas con incapacidad al caminar en el mismo pueblo, se les podían distinguir llamándoles Pepé el Cojo y Perico el Cojo.

En Remedios vivió un personaje que sólo necesitaba el apodo. Es más, nunca oímos a nadie referirse a él por ningún otro nombre, y todo el pueblo le conocía. A tal señor se le llamaba Mascapiedras. Porque en toda Cuba, que nosotros sepamos, sólo ha habido una persona con una dentadura tan prodigiosa como la de este señor.

Fueron muchos los relatos que oímos de Mascapiedras, y muchas personas afirmaban que sí mascaba las piedras. No sabemos hasta que punto creer tales cuentos. Pero sí tomamos por verídicos que pelaba con los dientes la caña de azúcar antes de comérsela. Y también cierto es que en una ocasión tomo un garrafón de cristal, de los que se usan para el agua, y de una mordida le partió el pico. Empezó a mascar. Momentos más tarde, expulsó hecho polvo de cristal lo que había sido la boca del botellón.

Esa es la historia que todo remediano conoce. Pero nosotros, como muchachos intranquilos que éramos, indagamos más en la vida de nuestro admirado héroe. Y nuestros abuelos, que sabían que con cuentos de calle no nos convencían, ejercitaban sus memorias para que no molestáramos más. Eventualmente nos contaban detalles, que cuando salían a relucir en las tertulias familiares y de amigos, muchos recalcaban como cierto.

Mascapiedras era un señor negro. De talla alta y dimensiones corpulentas. Nos contaban que era una persona de carácter muy respetuoso. Y también muy respetado, no tanto por su fuerza física, sino por su personalidad seria y caballerosa. Nos dijeron que cuando caminaba por las calles de Remedios cantaba en voz baja y ronca. Y los niños le tenían terror, los jóvenes y adultos mucha estimación.

Su origen no se nos fue nunca definido con claridad. Tal vez haya nacido en Remedios, o tal vez no. Lo que sí sabemos es que nació en tiempo de la colonia, muy posible bajo la esclavitud. Ya cuando nosotros llegamos a tener uso de la razón, por allá por el año 1960, ya había fallecido hacía algún tiempo.

Mascapiedras era sepulturero y dormía en el cementerio. Su cama era la camilla donde se tendían los difuntos para hacerle la autopsia. Y esto sí lo creemos a plenitud, porque nos lo dijeron personas de una seriedad absoluta. En varias ocasiones se dio el caso en que tenían que esperar hasta el otro día para poder sepultar al cadáver. Esas noches, Mascapiedras durmió en la misma camilla donde descansaba el cuerpo sin vida. Dicen que acomodaba a su compañero a lo largo de una mitad y él se acostaba en la otra. Entonces, antes de cerrar los ojos, siempre con las mismas frases, aclaraba las reglas de la casa. - “Hermano, usted en su lado y yo en el mío. Si usted no me molesta, yo no le molesto. Buenas noches.” -





Güije Cuba

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