viernes, 10 de septiembre de 2010

LA CALMA (cuento)

PUBLICADO PARA HOY 11 DE SEPTIEMBRE


Por Ana Torricella

-Todo va a estar bien… No tengas miedo, yo estoy aquí…

Le digo a mi padre con expresión segura. Miro calmada sus ojos azules llenos de ansiedad, como si mi presencia pudiera resolver algo.

Caminamos despacio tomados de la mano por los pasillos de paredes descascaradas y pisos de granito, donde se acumulan papeles y colillas debajo de los pocos bancos ocupados. Los pasillos parecen infinitos. Estamos de pie.

Busco en la mochila algunos caramelos, los saboreamos sentados en un escalón que da a uno de los jardines interiores. Esperamos, contando las plantas semi secas y los desperdicios regados en ese jardín desamparado, sembrado de fantasmas y emociones viejas.

Buscamos como siempre el lado bueno de este día. Mi viejo me mira con expresión de niño pequeño para encontrar en mis ojos otra vez la fuerza que lo sostiene todavía.

-Todo va a estar bien-miento con voz segura-Estoy aquí.

Mi madre está de regreso en la sala. Pálida, con los ojos cerrados. Tomo su mano, la acaricio con delicadeza como para no romperla. Paso un pañuelo por su frente sudada.

-Te vas a poner bien. Sólo vas a estar molesta unos días.

Con los ojos cerrados trata de esbozar una sonrisa. La veo ojerosa, pequeñita y frágil en esa cama ajena. Mi padre sentado a mi lado me mira interrogante, preocupado, como si fuera a quedarse ya sin ella.

-Ahora si se cura, en unos días estará en casa- le digo- Necesitas descansar para que estés fuerte.

Lo despido con una sonrisa luminosa que no sé de dónde saco. Mi viejuca duerme mientras sujeto su mano pequeña para que no escape. Miro en silencio su pecho plano cruzado por una enorme costura de hilo oscuro. Despierta y acaricio su frente. Le doy a beber algo de jugo y miro sus ojos calmada, sonriendo le digo con ternura:

-Vas a estar bien.

La dejo sola un instante. Sola en el baño espanto mi rabia y mi miedo con agua. Maldigo la cabrona prueba que le puso la vida y muerdo mi mano. Sentada en el muro del baño lloro.

Salgo con la cara seca y tomo otra vez su mano con una sonrisa. Mi vieja acaricia mi cara tiernamente, mira mis ojos con una sonrisa pequeña.

– Todo va a estar bien- me dice.

anatoricella@gmail.com

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