lunes, 11 de octubre de 2010
COMITE PANAMERICANO PRO-DEMOCRACIA INFORMA
COMITE PANAMERICANO
PRO-DEMOCRACIA
P.O. Box 6794
Houston, Texas 77449
www.prodemocracia.com
El Comité Panamericano Pro-Democracia se honra en felicitar al recién escritor laureado don Mario Vargas Llosa por haber sido reconocido con el premio Nobel de Literatura que bien merecido lo tenía desde hacía tiempo, y que los favoritismos hacia la izquierda demoran a los que no militan en las mismas. Este premio no es solo por el valor intrínseco de los libros escritos sino por el contenido social y politico de los mismos, y también por el compromiso ciudadano con las cosas de la libertad y democracia de los pueblos latinoamericanos en contra de los caudillos que oprimen con modelos autoritarios y totalitarios que traen el retroceso de nuestros pueblos.
Siempre ha tenido la valentía de decir en alta voz las cosas que no les agradan a los “presidentes” Castro y Chávez que junto al plan del Foro de San Paulo tratan de destruir las instituciones que dividen los poderes, porque quieren todo el poder concentrado en si mismo y para si mismo, como el caso de Castro que ha convertido la nación cubana en su finca particular.
Nos recuerda al otro nobel de literatura y co-fundador de nuestro Comité Panamericano Pro-Democracia, don Ocatvio Paz, quien siempre fue diáfano en su lenguaje contra los regimenes anti-democráticos que oprimen y castigan a nuestros pueblos en nombre de un falso futuro prometedor que solo ha traído esclavitud y terror a sus ciudadanos.
Además de traer algunos trabajos de don Mario Vargas Llosa, también traemos el grito de dolor de la excarcelada del grupo de los 75, doña Martha Beatriz Roque, y de la Dama de Blanco doña Laura Pollán en su combate por las libertades y los derechos fundamentales del pueblo cubano.
Reforzamos el contenido del escrito de doña Martha Beatriz Roque respecto a preguntas básicas a los gobiernos español, a la tiranía de Castro y a la Iglesia Católica en su papel de mediación. Recordamos resulta escandaloso, que el régimen de los Castro tenga 618 establecimientos penales en comparación con 18 de la dictadura que derrotaron. ¿Cuánto tiempo necesita esta tiranía para liberar a los prisioneros políticos y de conciencia de la primavera negra del 2003? Y al resto de los prisioneros políticos en las prisiones castristas, que este régimen se niega a brindar los datos, porque ni la comisión de Derechos Humanos de la O.N.U nunca ha sido permitida entrar en las mismas. Y es la verguenza de los gobiernos que componen la ALBA protegen esta tiranía como un faro para sus gobiernos, o ¿es que la ALBA lo que precisamente busca es continuar gobiernos sin alternancia en el poder y violando derechos humanos y libertades como la tiranía de Castro en Cuba?
Paz, Amor y Bien,
Jorge Ferragut
Sec. Gral CPPD.
Lo que el gobierno español seguro sabe. Por: Martha Beatriz Roque
Las recientes declaraciones de Miguel Ángel Moratinos, ministro de Relaciones Exteriores de España, en la que expresa que el gobierno cubano ya cumplió, al haber permitido la salida de una parte de los presos del Grupo de los 75, son un planteamiento indigno de un gobierno democrático. No se conocen los acuerdos entre España y dictadura cubana, pero la promesa de “excarcelar” al resto de presos políticos y el hecho de que algunos de ellos hayan podido salir del país no le devuelve al pueblo cubano las libertades perdidas, ni le garantiza que no vayan a haber más presos por sus ideas.
Primero que todo, hay que recordar que en Cuba, entre: cárceles, prisiones y campamentos de trabajo con internamiento, existen más de 200; de ellos 50 de máximo rigor. Cálculos conservadores, estimados, sin muchos recursos técnicos, elevan a 100 mil el número de reclusos. Por eso cuando Moratinos se refirió a que no existe una lista de los presos políticos que quedan en prisiones, confeccionada por las organizaciones disidentes, debió haber dicho mejor: “No hay una información pública oficial”, ya que la enumeración de los presos es algo bien difícil para los que desde dentro o fuera del país, siguen este capítulo de la injusticia gubernamental. El acceso a la información no puede hacerse de forma directa, con suerte se consiguen nombres, documentos y contactos, a través de disidentes en provincia y de algunos familiares que no tienen miedo. Esto implica que los inventarios son parciales y ciertamente no coinciden, porque algunos tienen informaciones que otros no poseen.
No se puede ser categórico sobre ningún registro. Tampoco Amnistía Internacional se debe poner de acuerdo con nadie, lo que pasa dentro de las cárceles de Cuba, solo lo conoce completamente la dictadura. Es por eso que se habla de lista parcial y bajo un mínimo de seguridad. Además durante sus visitas a la isla, Moratinos ha desconocido a la oposición interna, no se ha reunido con ella, ¿por qué ahora debe convertirse en su fuente de información? Que se sepa quedan en estos momentos unos 100 casos documentados, pero hay otros que no se ha podido acceder a los papeles oficiales, aunque los procesados consideran ser presos políticos.
Existen ejemplos de prisioneros políticos juzgados por causas comunes, los casos recientes de Darsi Ferrer y José Díaz Silva, que cumplieron sus condenas antes de celebrarse el juicio; cuando se hizo la audiencia, ya estaban en libertad, porque los sancionaron al tiempo que habían cumplido. Incluso, hay delitos que pueden calificarse como políticos, por ser propios del sistema, como el “estado peligroso”, que se considera como tal, por la especial proclividad en que se halla una persona para cometer violaciones, por la conducta que observa en contradicción con las normas de la “moral socialista”. La conducta antisocial es uno de los índices de peligrosidad, para ello se toman “Medidas de Seguridad Predelictivas”, que consisten –según la Ley- en internamiento en un establecimiento especializado de trabajo o de estudio; con un término de un año como mínimo y cuatro como máximo. Sin embargo estas personas, que no han cometido delito alguno, se llevan a prisiones de máximo rigor, incumpliendo lo que está legislado, se les obliga a vivir con los que han delinquido, haciéndolos propensos a tener problemas.
Cálculos provenientes de indagaciones en las provincias y prisiones, revelan que hay entre 3 y 5 mil presos en esta situación, de ellos el 25% son mujeres, en particular aquellas que ejercen la prostitución. Otros delitos, producto de las propias deficiencias del sistema, como el sacrificio ilegal de ganado mayor, que tiene como sanción entre 4 y 10 años de privación de libertad, aunque sea el dueño, y una sanción accesoria de confiscación de bienes. Imagínese si se le añade hurto y compárese con el homicidio, que prevé entre 7 y 15 años. La vida de una vaca, vale más que la de una persona.
Por otra parte, la falta de garantías procesales hace que si algún reo fue juzgado por un delito que considera fue incorrectamente tipificado, no pueda revertirlo. Según dicen las notas del Arzobispado de La Habana: “En continuidad con el proceso de liberación de los prisioneros…” cabría preguntar: ¿Hasta cuándo van a estar esperando los 12 que quedan del grupo de los 75 que no quieren someterse a la fórmula de salir para España? Según fuentes del Ministerio Relaciones Exteriores español, van a excarcelarlos con licencia extrapenal, igual los que fueron deportados, desterrados o expatriados como prefiera llamársele. Esto no es libertad, por lo que tanto el gobierno español, como la jerarquía de la Iglesia Católica, han fallado en sus gestiones con la dictadura, que como siempre busca soluciones intermedias, que le permitan salir con algún aire de los problemas. En este caso, los que se fueron del país, si regresan tienen una causa pendiente, y los que han dicho que se quedarán en Cuba, también tendrán sobre sí la espada de Damocles, porque en cualquier momento pueden volver a prisión, ya que esto solo significa suspensión de condena y no la libertad. Según la Ley, la responsabilidad penal se extingue por: muerte, cumplir la sanción, haber transcurrido la remisión condicional de la sanción, amnistía, indulto, sentencia absolutoria de procedimiento de revisión, prescripción de la acción penal, prescripción de la sanción, y desistimiento del querellante o denunciante.
De igual forma 9 presos del Grupo de los 75 se encuentran en este limbo jurídico, en la calle; algunos de ellos quieren abandonar el país, tienen visa y no se les entrega la “tarjeta blanca”, que es el permiso de salida, comparable a la carta de libertad de los esclavos, porque incluso hay que pagarla con moneda convertible. ¿Correrán la misma suerte los que deseen emigrar de los 12 que quedan? No hay dudas que el gobierno español conoce de todo esto a la perfección, pero sus objetivos están claros: terminar con la Posición Común Europea, no importa que sea un “desatino” lo que esté planteando.
Esta es su Patria y nadie puede expulsarlo o desterrarlo de ella. Por Laura Pollán. Dama de Blanco.
Nos encontramos en una gran incertidumbre. No conocemos oficialmente cómo saldrán, ni cuándo los familiares que se negaron a ser deportados. Se rumora que el canciller Bruno Rodríguez, planteó será con licencia Extrapenal. Eso no es lo que habían manifestado, se habló de liberaciones y esa es una forma de continuar presos, en sus casas. Nuevamente este mal gobierno miente, no es extraño, así la comunidad internacional verá porque no podemos confiar en sus palabras. Mi esposo Héctor Maseda, me ha planteado él no acepta salir con EXTRAPENAL. Él no está enfermo y quiere su libertad, para decidir qué hará con su vida. Desea ir al Cobre, dar gracias a nuestra Virgencita de la Caridad, visitar las logias como siempre hacía y ver un amanecer en su malecón. Lo que hará con su vida sólo él lo decidirá, no acepta que ningún gobierno lo quiera dirigir. Esta es su Patria y nadie puede expulsarlo o desterrarlo de ella. Si un día desea viajar, será cuando él lo decida y para el país que desee. Maseda no acepta destierro, ni Extrapenal, ni libertad condicional. Las Damas de Blanco continuaremos luchando y lo seguiremos haciendo no sólo por los que quedan de los 75, sino por todos los presos políticos pacíficos.
Homenaje al Nobel don Mario Vargas Llosa.
Para Vargas Llosa, portento literario y gran demócrata, el Premio Nobel.
El autor reconoció: "Lo que tenemos como retroceso es que aún haya una Cuba, una Venezuela". No faltó el periodista que lo instará a hablar sobre su posición política con respecto al tirano Fidel Castro. Allí remarcó: "Critiqué a la dictadura cubana y al dictador chileno Pinochet. Defiendo la democracia, defiendo el liberalismo y la civilización, he sido muy crítico de cualquier tipo de dictadura. Me gustaría que me recuerden, si me recuerdan, por lo que he escrito”, agregó Vargas Llosa al ser consultado sobre el ángulo político de su obra. En cuanto al continente latinoamericano, el Premio Nobel afirmó, “soy optimista, creo que va por buen camino…me parece bien que la democracia pueda echar raíces…hay cierta tradición autoritaria en la región, pero mi impresión es que la tendencia principal es hacia la democracia…los regímenes autoritarios en Cuba y Venezuela son un retroceso histórico’.
Vargas Llosa marcó mi existencia. Por Yoani Sánchez. (extracto)
Después vino la universidad y mientras preparaba mi tesis sobre literatura de la dictadura en Latinoamérica, apareció su novela “La fiesta del chivo”. La inclusión en mi análisis de aquel texto sobre Trujillo no fue del agrado del tribunal que me evaluaba. Tampoco gustó que entre las características de los caudillos americanos yo resaltara justo aquellas que también ostentaba “nuestro” Máximo Líder. Por segunda vez un libro del hoy Premio Nobel de Literatura marcó mi existencia, pues hizo darme cuenta de lo frustrante que resultaba ser filóloga en Cuba. Para qué necesito un título donde se anuncia que soy una especialista en el idioma, cuando ni siquiera puedo unir frases libremente. Así que Vargas Llosa y su literatura son responsables, de una manera directa y “alevosa”, de mucho de lo que soy ahora: de mi felicidad matrimonial y de mi aversión a los totalitarismos, de haber renegado de la filología y acercarme al periodismo.
Lula y los Castro. Por Mario Vargas Llosa
Mi capacidad de indignación política se embota algo los meses del año que paso en Europa. La razón, supongo, es que vivo en países democráticos en los que, no importa los problemas que padezcan, hay un amplio margen de libertad para la crítica, y los medios, partidos, instituciones individuos suelen protestar con entereza y ruido cuando se suscita un hecho afrentoso y despreciable, sobre todo en el campo político. En América Latina, en cambio, donde paso tres o cuatro meses al año, aquella capacidad de indignación retorna siempre, con la furia de mi juventud, y me hace vivir desasosegado y alerta, esperando el hecho execrable que, generalmente, pasará inadvertido para el gran número, o merecerá el beneplácito o la indiferencia general.
Esta mañana he vivido una vez más esa sensación de asco e ira, viendo al risueño Presidente Lula del Brasil, abrazando cariñosamente a Fidel y Raúl Castro, en los mismos momentos en que los esbirros de la dictadura correteaban a los disidentes y los sepultaban en los calabozos para impedirles asistir al entierro de Orlando Zapata Tamayo, el albañil opositor y pacifista de 42 años, del Grupo de los 75, al que la satrapía castrista dejó morir de hambre –luego de someterlo en vida a confinamiento, torturas y condenarlo con pretextos a más de treinta años de prisión- tras 85 días de huelga de hambre.
Cualquier persona que no haya perdido la decencia y tenga un mínimo de información sobre lo que ocurre en Cuba espera del Régimen castrista que actúe como lo ha hecho. Hay una absoluta coherencia entre la condición de dictadura totalitaria de Cuba y una política terrorista de persecución a toda forma de disidencia y de crítica, la violación sistemática de los más elementales derechos humanos, procesos amañados para sepultar a los opositores en cárceles inmundas y someterlos a vejaciones hasta enloquecerlos, matarlos o empujarlos al suicidio. Los hermanos Castro llevan 51 años practicando esa política y solo los idiotas podrían esperar de ellos un comportamiento distinto.
Pero de Luiz Inácio Lula da Silva, gobernante elegido en comicios legítimos, Presidente Constitucional de un país democrático como Brasil, uno esperaría, una actitud más digna y coherente con la cultura democrática que en teoría representa, y no la desvergüenza impúdica de lucirse, risueño y cómplice, con los asesinos virtuales de un disidente democrático, legitimando con su presencia y proceder la cacería de opositores desencadenada por el régimen en los mismos momentos en que él se fotografiaba abrazando a los verdugos de Orlando Zapata Tamayo. El Presidente Lula sabía perfectamente lo que hacía. Antes de viajar cincuenta disidentes cubanos le habían pedido una audiencia durante su estancia en La Habana y que intercediera ante las autoridades por la liberación de los presos políticos martirizados como Zapata en los calabozos. Él se negó a ambas cosas. Tampoco los recibió ni abogó por ellos en sus dos anteriores visitas, cuyo régimen liberticida siempre elogió sin el menor eufemismo. Por lo demás, esta manera de proceder del mandatario brasileño ha caracterizado todo su mandato. Hace años que, en su política exterior, desmiente de manera sistemática su política interna, en la que respeta las reglas del Estado de Derecho, y en economía en vez de las recetas marxistas que proponía cuando era sindicalista y candidato -dirigismo económico, nacionalizaciones, rechazo a la inversión extranjera, etcétera-, promueve una economía de mercado y de libre empresa como cualquier estadista socialdemócrata europeo.
Pero, cuando se trata del exterior, el Presidente Lula se desviste de los atuendos democráticos y se abraza con el comandante Chávez, con Evo Morales, con el comandante Ortega, es decir, con la hez de América Latina, y no tiene el menor escrúpulo en abrir las puertas diplomáticas y económicas del Brasil a la satrapía teocrática integrista de Irán. ¿Qué significa esta duplicidad? ¿Qué el Presidente Lula nunca cambió de verdad? ¿Qué es un simple travestido, capaz de todos los volteretazos ideológicos, un politicastro sin espina dorsal cívica y moral? Según algunos, los designios geopolíticos para Brasil del Presidente Lula están por encima de pequeñeces como que Cuba sea, con Corea del Norte, las dictaduras donde se cometen los peores atropellos a los derechos humanos y donde hay más presos políticos. Lo importante serían cosas trascendentes como el puerto de Mariel, que Brasil financia con 300 millones de dólares así como la próxima construcción por Petrobras de una fábrica de lubricantes en La Habana. Ante realizaciones de este calado ¿Qué puede importarle al "estadista" brasileño que un albañil cubano del montón, y encima negro y pobre, muera de hambre clamando por nimiedades como la libertad?
En verdad, todo esto significa, que Lula es un típico mandatario "democrático" latinoamericano. Casi todos ellos están cortados por la misma tijera y unos más, otros menos, cuando no tienen más remedio practican la democracia en el seno de sus países, en el exterior no tienen reparo alguno, como Lula, en cortejar dictadores y demagogos tipo Chávez o Castro, porque creen, que de este modo aquellos manoseos les otorgarán una credencial de "progresistas" que los libre de huelgas, revoluciones, acoso periodístico y campañas internacionales acusándolos de violar los derechos humanos. Como recuerda el analista peruano Fernando Rospigliosi, en un admirable artículo, "Mientras Zapata moría lentamente, los presidentes de América Latina –incluido el sátrapa cubano- se reunían en México para formar una organización regional. Ni una palabra salió de allí para demandar la libertad o un mejor trato para los más de 200 presos políticos cubanos". El único que se atrevió a protestar –un justo entre los fariseos- fue el Presidente electo de Chile Sebastián Piñera. De manera que la cara de cualquiera de estos jefes de Estado hubiera podido reemplazar a la de Luiz Inácio Lula da Silva, abrazando a los hermanos Castro, en la foto que me retorció las tripas al leer la prensa de esta mañana.
Esas caras no representan la libertad, la limpieza moral, el civismo, la legalidad y la coherencia en América Latina. Estos valores se encarnan en personas como Orlando Zapata Tamayo, las Damas de Blanco, Oswaldo Payá, Elizardo Sánchez, la bloguera Yoani Sánchez, y demás cubanos y cubanas que, sin dejarse intimidar por el acoso, las agresiones y vejaciones cotidianas de que son víctimas, se siguen enfrentando a la tiranía castrista. Y se encarnan, asimismo, en principalísimo lugar, en los centenares de prisioneros políticos y, sobre todo, en el periodista independiente Guillermo Fariñas, que lleva una huelga de hambre para protestar la muerte de Zapata y exigir la liberación de los presos políticos. Curiosa y terrible paradoja: que sea en el seno de uno de los más inhumanos y crueles regímenes que haya conocido el continente donde se hallen hoy los más dignos y respetables políticos de América Latina.
Vargas Llosa: El mundo parece resignado a esperar que Castro se muera. por Wilfredo Cancio Isla (extracto)
Mario Vargas Llosa, ciudadano mayor de las letras hispánicas, ha obtenido finalmente el premio que merecía hace mucho tiempo. El Nobel de Literatura concedido al escritor peruano hace justicia a una vocación creadora que nos ha dejado una de las obras más reveladoras de la contemporaneidad latinoamericana, pero también a un visionario sobre el valor de la libertad. Episodios fundamentales de su trayectoria periodística y literaria se vinculan con Cuba, los cubanos y su cultura. Fue un testigo excepcional del nacimiento de la ilusión revolucionaria en la isla y de la desintegración del sueño que marcó la existencia de varios compañeros de su generación. A raíz del premio, volví sobre la entrevista que sostuve con él hace exactamente 10 años, publicada en Encuentro en la Red. Por la vigencia de sus reflexiones sobre la realidad del continente y situación cubana, reproduzco esa conversación con el autor de La ciudad y los perros.
Vargas Llosa: “El mundo parece resignado a esperar que Castro se muera”
La terrible historia de caudillismo tropical que recrea La fiesta del Chivo es referencia cercana y herida abierta en buena parte de la comunidad hispana. “Presentar aquí la novela es hacerlo dentro de un microcosmos de América Latina”. “Hay una comunidad cubana muy amplia y especialmente sensible al tema de la dictadura, el autoritarismo y la brutalidad convertida en institución política”. Cuba, sus desgarramientos presentes, el papel de sus intelectuales, la inercia de la comunidad internacional y la hipocresía de la izquierda ante el régimen de Fidel Castro, marcaron el tono de esta conversación con el célebre autor de La guerra del fin del mundo.
¿Cómo usted valora la actual situación de Cuba en el contexto internacional? ¿A qué atribuye la pasividad y la deferencia que le profesan ciertos gobiernos democráticos al régimen?
Desgraciadamente pasa con Cuba algo triste: hay una comunidad internacional que parece haberse resignado a la existencia de la dictadura cubana, que hoy ya ostenta el triste privilegio de ser la más larga en la historia del continente. La comunidad internacional parece dispuesta a aceptar que esa dictadura terminará con la muerte de Fidel Castro, pues no existe una presión sobre el régimen como años atrás, salvo la de grupos heroicos dentro y fuera de Cuba, pero que no cuentan el respaldo de los países democráticos. Pero es todo un símbolo de resignación, aceptación de la comunidad democrática de una dictadura que, justamente por haber llevado al país a una situación crítica, ya no representa el peligro que se pensaba hace unos años. Ese cansancio favorece a los designios de Castro. Y lo veo con mucha pena, pues da la impresión de que todo el mundo parece resignado a esperar que Castro se muera para que la isla se sacuda de la dictadura que padece.
Por largos años los movimientos de izquierda latinoamericanos —muchos de ellos incitados y financiados desde La Habana— representaron un baluarte de la defensa del régimen cubano en la arena internacional. Hoy evidentemente las circunstancias han cambiado, pero aún la influencia castrista es capaz de movilizar admiradores, incluyendo los “militantes de la izquierda festiva”…
Hay grupitos de izquierda que todavía defienden a Castro, pero son pequeños e insignificantes. Hay una izquierda incómoda y avergonzada de identificarse con una dictadura tan prolongada, que ha llevado a Cuba a un empobrecimiento y marginación. Es muy difícil encontrar una izquierda que trate de ganar votos presentando a Cuba como modelo. La izquierda con una actitud típica no habla del tema cubano, mira a otros lados y se refiere a otros temas. Lo que hacen es atacar a quienes todavía mantenemos una actitud crítica activa contra Castro. Pero no se atreven a defenderlo.
Como hizo recientemente ante el plenario de Naciones Unidas, Castro se autopromulga como luchador incansable de la pobreza del mundo. ¿No cree que esa imagen continúa cautivando a sus seguidores alrededor del mundo?
Si alguien puede hablar de pobreza es Castro, pues ningún gobernante ha empobrecido tanto a su propio pueblo como él en 42 años en el poder. Puede hablar con absoluto conocimiento de causa…
¿Quisiera volver? Tal vez para escribir reportajes como los que concibió al filo de la efervescencia revolucionaria de los años 60…
Yo voy a volver. En el justo momento que la dictadura se derrumbe, seré uno de los primeros en volver a la isla a celebrar con los cubanos el regreso de la libertad.
¿A qué atribuye que la intelectualidad juegue un papel tan pasivo y hasta muestre una actitud genuflexa dentro de los sistemas totalitarios, cuando muchos de esos intelectuales admiten y critican en privado la incapacidad del régimen?
El sistema es tan aplastante y destructivo que coloca a los intelectuales ante una alternativa terrible: la de ser sumisos o héroes. Y muy poca gente tiene la vocación del heroísmo. Declarar que la Patria es de todos puede significar un acto subversivo, suficiente para enviarlo a uno a la cárcel. Eso basta para explicar y entender por qué muchos intelectuales y cubanos en general prefieran callarse y muerdan amargamente lo que debe ser para ellos una inmensa frustración.
El Comité Panamericano Pro-Democracia fundado entre otros por el nóbel don Octavio Paz, don Emilio Martínez-Paula, don Jesús Chao, Embajador Dr. Manuel J. Sosa, Padre Enrique T. Rueda y por los siguientes directores: Evelio Fernández, Agustín Lastre, Renier Suárez, Celso Alonso, Dra. Isora Camps, Marcello Marini, José Arenal, Yolanda Calderón, Harold Feeney, Carlos Vázquez, José Morell, Rev. Martín N. Añorga, José Prats, Rafael M. Estévez, Lázaro A. González, Luis Baralt, Delfin Leyva, Miguel A. Cancio, Manuel Barrios, Eloy Vázquez, Vicente R. Gutiérrez, Eduardo Santander, José R. Hernández y apoyado en diferentes ciudades de Iberoamérica. Por su Vice-Sec.Gral. Dr. Rafael Saumell y su Sec. Gral. Jorge Ferragut.
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