viernes, 1 de octubre de 2010
EL HORROR DE VIVIR O PENSAR COMO FRIEDRICH NIETZSCHE
Por Ramón Díaz-Marzo
La Habana Vieja, La Habana, 2 de octubre de 2010, (PD) La filosofía surge desde el momento que un ser humano se pregunta: “¿Cómo es posible que te he conocido y he compartido toda o una parte de mi vida contigo, y el día que la muerte nos llega a cualquiera de los dos, ya no volvemos a vernos nunca más? ¿Cómo es posible que después de la muerte desaparezcamos tragados por lo Desconocido y todo lo vivido sea borrado y como no quedan huellas (exceptuando nuestras obras), sólo podamos continuar vivos en la memoria de los que nos suceden?
De ahí parte toda la filosofía: del horror a la total y absoluta desaparición de nuestras vidas. Si tuviéramos absoluto convencimiento de que más allá de la muerte nuestra conciencia continuará existiendo, las personas no le temerían a eso que llamamos muerte. Pero es descabellado pensar que durante años fuimos y de repente dejamos de ser. Y el horror de los vivos es contemplar como los que mueren se descomponen hasta convertirse en un montón de huesos.
Todas las religiones, lo principal que le pueden ofrecer al Hombre es que más allá de la muerte física continúan vivos en espíritu. Es difícil de creer en ello. Lo que sí es fácil creer que existe un Dios o Padre Creador del Universo y de nosotros mismos. Pero este lógico y real convencimiento no garantiza que cualquiera de nosotros pueda trascender en espíritu más allá de la muerte. Tampoco en vida es lógico y real que estemos animados por un cuerpo espiritual que vive dentro de nuestro cuerpo físico, pues todo puede ser una burbuja sicológica de la cual no somos conscientes. La lógica nos indica que con la muerte del cuerpo también sobreviene la muerte del espíritu, aunque es bueno señalar una sentencia que conozco: “Hay cosas lógicas que no son reales, y hay realidades que no son lógicas”.
Lo único que sabemos es que lo inolvidable que sobrevive a los seres humanos son sus obras, pero nadie ha regresado con objetivas pruebas demostradas del más allá para hablarnos de una vida después de la muerte.
Las religiones son un comodín donde nos refugiamos para soportar en vida la idea de la muerte, especialmente si ya estamos enfermos o viejos, o quizás muy cansados por los años para continuar viviendo y lo único que deseamos es desaparecer en el hondo olvido, dejar de ser, borrar toda nuestra vida, que son simples recuerdos, salir de la cadena de los sucesos, darle fin a una maravillosa vida que para muchos ha sido una pesadilla.
Se habla de milagros, las personas quieren creer en ellos, pero en el fondo nadie se traga el cuento pues todo pueden ser historias inventadas por nuestros antepasados para lavarnos y formatear el disco duro de nuestro cerebro y entregarnos esa herramienta de esperanza.
Nadie se acuerda del momento de nacer y nadie tendrá un existir posterior para recordar su muerte. Este es el horror de vivir, haya sido nuestra vida una cadena de triunfos o de infortunios.
Recientemente estuve enfermo. No estaba muy seguro de encontrarme en el primer peldaño de la definitiva escalera que conduce a lo Desconocido. Pero el pensamiento y el casi total convencimiento de un Dios justo y generoso que nos dio el don de la vida, vino a mí. Luego recuperé la salud, pero si hubiera continuado enfermo presiento que la esperanza y la resignación se habrían adueñado de todo mi ser.
Y auguro que más adelante en el camino, cuando la escalera se atraviese en mi senda de forma definitiva, así será. Pensaré que Dios existe, que no estoy solo, que la muerte es sólo una transición hacia formas superiores del existir y creeré en ello con toda la fuerza de mi lógica y mi fe. Lo contrario, morir negando toda esperanza, es demencial. Y así han terminado todas las mentes oscuras o pre claras que estuvieron y están convencidas de que Dios no existe. Muchas de estas personas, antes de morir, terminan en el manicomio. Y creo que el manicomio es el verdadero infierno y no hay que morir para conocerlo, ni tampoco ingresar en el hospital. Cada persona lleva a cuestas su manicomio o su paraíso.
ramon597@correodecuba.cu
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