domingo, 10 de octubre de 2010

HOY EN EL CALENDARIO CUBANO, 11 DE OCTUBRE


La Gran Logia en la Avenida de Carlos III, La Habana


• Santos católicos que celebran su día el 11 de octubre:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

La Maternidad de la Santísima Virgen, Santos Fermín, confesor y Germán, mártir y Santa Zenaida, virgen

- En el Almanaque Campesino de 1946:

La Maternidad de la Santísima Virgen, Santos Fermín, confesor y Germán, mártir y Santa Plácida, virgen



El 11 de octubre en la Historia de Cuba

• 1896 -

- Sanidad en el Ejército Libertador.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 575-576 nos describe los acontecimientos del 11 de octubre de 1896 en la Historia de Cuba:

“El azote de las enfermedades infecciosas cayó sobre toda Cuba en el año de 1896. Las epidemias se propagaron con igual intensidad que la guerra. El hacinamiento en las poblaciones dominadas por las armas españolas desarrollaba vertiginosamente la fiebre amarilla, la viruela y el paludismo. Los campos enseñoreados por las fuerzas libertadoras no quedaron a salvo de tamaños azotes.

“El Consejo de Gobierno dedicó casi toda su sesión del 11 de octubre de 1896 a considerar las medidas indispensables para evitar en las filas del Ejército Libertador los estragos provenientes de la viruela. Dos médicos y patriotas, Gustavo Pérez Abreu y Eugenio Molinet, concibieron un plan sanitario y lo sometieron al estudio del Consejo. Pérez Abreu prestaba servicios profesionales en el Cuartel General. Molinet era el Jefe de Sanidad del Tercer Cuerpo. El Gobierno acogió la iniciativa de Molinet y Pérez Abreu con la buena atención que merecían ellos por su capacidad académica y por sus funciones oficiales.

“El informe sanitario de Gustavo Pérez Abreu y Eugenio Molinet enfocó la gravedad de la viruela y los medios y modos de combatir la terrible enfermedad. Era necesario vigilar el movimiento de personas que pudiesen trasmitirla. Era esencial procurar que la gente procedente de zonas infectadas estuviesen en las mejores condiciones de aseo y salubridad. Era urgente crear con el carácter de permanente un centro de vacuna animal que suministrase toda la linfa requerida por un servicio eficaz. Era preciso colocar al frente de este centro de vacuna a un médico o a un practicante entendido. Si la vacunación de las fuerzas libertadoras no llegaba a evitar casos de viruela, debía procederse primeramente a aislar al enfermo o a los enfermos y después a quemar todos los objetos de su uso, con exclusión de sus armas, que serían desinfectadas convenientemente.

“El Consejo de Gobierno aprobó sin reparo alguno el proyecto de Pérez Abreu y Molinet para combatir la propagación de la viruela. Los proponentes habían indicado a Camagüey como lugar en que debían ser aplicadas las medidas por ellos ideadas: en Camagüey estaba la esfera de acción privativa de ambos. El Consejo juzgó tan bueno el plan que hizo extensivas sus disposiciones a todo el territorio de la República.

“La sanidad en el Ejército Libertador constituyó un honor de los cubanos que combatían por la libertad. La capacidad creadora de los que así acomodaban la lucha a los medios deparados por los adelantos de la civilización no podía ser puesta en duda. Los propulsores de la República en esta Antilla sabían que tan importante como vencer a los adversarios con las armas de la guerra era usar a tiempo los recursos inventados por la sabiduría humana para evitar la pérdida de vidas a causa de horribles enfermedades.”




Máximo Gómez Báez
El Generalísimo
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Generalísimo Máximo Gómez


Nació Máximo Gómez Báez en Baní, República Dominicana, el 18 de noviembre de 1836 y falleció en la Ciudad de La Habana el 17 de junio de 1905. En julio de 1865 vino de su patria como comandante de la Reserva Dominicano destacada en Santiago de Cuba. Había cumplido los veintinueve años de edad. Al estallar la guerra del 68 se incorporó a la revolución distinguiéndose de tal manera, que de sargento llegó prontamente a la categoría de Jefe de Oriente, substituyendo a Ignacio Agramonte (al caer sobre el campo de batalla) en la jefatura de las fuerzas camagüeyanas en donde comenzó esa serie de operaciones -entre ellas el paso de la trocha del Júcaro (1875)- que lo llevaron o la Jefatura en Jefe de todo el ejército de la Revolución. Desgraciadamente era ya tarde. Las disensiones habían minado aquel formidable organismo de redención y fuerza les fue a los cubanos aceptar la paz del Zanjón en espera de mejor oportunidad. Y pasó a la emigración (el presidente Soto de Honduras le aceptó en su ejército).

José Martí tuvo la visión del guerrero y olvidando diferencias del pasado le ofreció la Jefatura militar de la Revolución que estaba preparando. Y con Martí embarcado vuelve a Cuba para librar la guerra decisiva. De acuerdo con su Lugarteniente Maceo planean y llevan a cabo la invasión de Occidente burlando las famosas trochas, inflingiendo sendas derrotas a los ejércitos hispanos y venciendo y humillando a cuarenta y dos generales españoles, entre ellos el feroz Weyler, última esperanza de la caciquería gubernamental de la metrópoli.

Máximo Gómez es el máximo militar cuyo nombre está unido a la historia de la epopeya libertadora cubana desde que Carlos Manuel de Céspedes se levantó en La Demajagua hasta que la bandera española como signo de soberanía fue arriada en 1898. En la paz y bajo la República vivió como ciudadano y aun capacitado legalmente para ocupar la presidencia de la República ni siquiera intentó, pese a su enorme prestigio, postular su candidatura. Soportó las injusticias y mortificaciones que le depararon las pasiones políticas con cívica y noble conducta. Murió pobre. Las generaciones que se han sucedido conservan intacta la admiración y devoción que ha merecido el Generalísimo por haber conducido al país hasta las riberas de la independencia creando en lo militar una táctica no aprendida en las academias, sino sobre el campo de batalla fruto de su genialidad.



POR: GUIJE CUBA

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