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Por Ilei Urrutia
Esta ciudad es adicta a los derrumbes,
padece la mortal enfermedad del aburrimiento
y a 52 años de comandante invicto
el cáncer de las aguas albañales a flor de piel
embarra pies y desgarra olfatos.
Esta ciudad ha soportado el gran enema,
el de los ineptos,
por los ineptos
y para los ineptos.
Pero ya las escaras corroen sus paredes,
las ulceras carcomen calles, avenidas y autopistas
y la oscuridad se adueña de sus arterias
por falta de transfusiones petrolíferas.
Esta ciudad moribunda no se baña
y cada parte de su pestífera actualidad
logra megaconcentraciones de mugre
convocando a la salvaguarda del excremento
de los humildes,
por los humildes
y para los humildes.
Ilei Urrutia
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