domingo, 14 de noviembre de 2010
HOY EN EL CALENDARIO CUBANO, 15 DE NOVIEMBRE
Tienda de Santos en La Habana
• Santos católicos que celebran su día el 15 de noviembre:
- En el Almanaque Cubano de 1921:
Santos Eugenio, arzobispo y mártir y Leopoldo y Leoncio, confesores
- En el Almanaque Campesino de 1946:
Santos Alberto Magno, obispo, Eugenio, arzobispo y mártir Leopoldo y Leoncio, confesores
El 15 de noviembre en la Historia de Cuba
• 1895 -
- La Invasión Libertadora en Camagüey: Se encuentra en La Matilde.
- Desembarcó el “Horsa” en Cabañita, Santiago de Cuba, bajo el mando de los generales Francisco Carrillo y José Moría Aguirre. Además de los implementos de combate, armas, municiones, etc., venían 200 expedicionarios, que volvían a su patria para liberarla.
• 1863 -
- Funerales de José Jacinto Milanés.
Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 645-646 nos describe los acontecimientos del 15 de noviembre de 1863 en la Historia de Cuba:
“La muerte de José Jacinto Milanés, ocurrida el 14 de noviembre de 1863, en Matanzas, estuvo precedida de dilatado letargo moral. Veinte años de desarreglo mental, de dolores físicos incurables, como condenado por la fatalidad a sufrirlos, habían sustraído al esclarecido poeta de la plenitud de la vida. La desgracia fue inmensa. De su estro hubiese logrado Cuba, de no sobrevenir tamaño infortunio, frutos magníficos. La patria tuvo que llorar adversidad tan irreparable.
“Llegó la hora del desenlace final en la existencia de Milanés. Su acabamiento, por mucho que fuese esperado, no pudo dejar de estremecer el alma cubana. Los intelectuales de Matanzas y de La Habana quisieron aprovechar la triste ocasión para poner de relieve cuánto admiraban al bardo insigne. Los funerales de José Jacinto Milanés, llevados a cabo el 15 de noviembre de 1863, dijeron cómo estaba profundamente arraigado su prestigio en la conciencia de sus compatriotas. Como impulsados por ardiente deseo, pareció que aspiraban a comunicar su sentimiento de amoroso dolor al alma pura del cantor que había dicho:
Pero la cosa que ignoro
poder pintar como es ella
es el alma pura y bella
de la hermosura que adoro.
Como es tanto su decoro,
su compasión, su ternura,
a veces se me figura
que un ángel debe de ser
que ha bajado a ser mujer
por consolar mi amargura.
“Los discursos pronunciados ante el cadáver de Milanés por el licenciado José María Zayas y el doctor Emilio Blanchet reflejaron el pensamiento de la sociedad cubana con motivo de la pérdida del cantor de la inocencia y la virtud. Fueron expresiones de dolor arrancadas por el eclipse total del esclarecido poeta matancero. Pero quizá donde mejor se produjo la elocuencia fue en las palabras vertidas en el cementerio, en representación de la juventud habanera, por el doctor Ramón Zambrana. Todos los presentes dieron pruebas de hallarse hondamente conmovidos. El ilustre Zambrana supo hablar al corazón.
“"La muerte de Milanés -dijo- no ha sido un tránsito amargo, sino el triunfo de su espíritu. Este ha ido a abismarse en el seno del Eterno... El vaso se ha roto y el perfume se ha escapado. El espíritu de Milanés ha volado al Infinito que ya conocía cuando en sus grandiosas inspiraciones por él se espaciaba: ha ido a tomar posesión de su legítimo domicilio."”
Juan B. Spotorno
en Próceres
por Néstor Carbonel
“Nació el 13 de septiembre de 1832.”
“Murió el 29 de octubre de 1917.”
“Soldado, legislador y Presidente un día de la República en armas, ocupa, por derecho propio, sitio de honor en la legión sagrada. No importa que durante la última guerra por la independencia se mantuviera alejado del escenario sangriento, al parecer indiferente. Su vida gloriosa durante aquellos diez años de la primera guerra, su carácter redondo, su honradez y su civismo le ganaron un puesto en nuestra historia, puesto del cual las vacilaciones y perplejidades de un momento no lo pueden echar. No creyó Spotorno en la bondad de la última guerra, y por eso francamente la combatió. Pero en la primera, luchó, sin miedo y sin tacha, y cosechó tristezas y dolores. Y la primera fue escuela de sacrificios. El fue de los sembradores.
“En Trinidad, la antigua ciudad de los palacios señoriales, nació Juan B. Spotorno. Sus padres, oriundos de italianos, disfrutaban, al venir él a la vida, de una desahogada posición. Casi niño fue enviado a Europa. Después de algunos años de estancia en el viejo continente y en los Estados Unidos, volvió a su ciudad natal, rico de conocimientos, despierta la imaginación, gozoso el espíritu. En los Estados Unidos comenzó a estudiar medicina, carrera que no llego a terminar por haberse dedicado activamente al comercio. Inflamado de ardiente patriotismo desde los más tiernos años, tomo parte en la conspiración de que fue caudillo y mártir Isidoro de Armenteros. Huyendo en esa época de la persecución española, refugiose en los Estados Unidos, de donde regreso a poco. De nuevo en Trinidad, lloro en silencio a los caídos por el derecho, y remacho en su mente la idea reivindicadora de conquistar para su pueblo la independencia absoluta.
“Ansioso, para mejor poder servir a su patria, de darse a conocer de cuantos habría de utilizar en la lucha por la redención, acepto el puesto de comandante del primer escuadrón de caballería de las milicias disciplinadas de la localidad. En el desempeño de este cargo aprendió Spotorno el arte militar: a mandar y a ser obedecido. ¡Y a saber obedecer! Saber obedecer es tan necesario como saber mandar. No es buen jefe quien no supo ser un buen soldado. Estos conocimientos de la milicia lo hicieron, sin darse cuenta, jefe de la conspiración local. Y más tarde, cuando en febrero de 1869 se decidieron los patriotas de las Villas a secundar la revolución iniciada en Oriente y apoyada por el Camagüey, al lanzarse Spotorno, en unión de O'Bourke y Federico Cavada, hijo también de Trinidad y teniente coronel del Ejército Federal de los Estados Unidos en la guerra de secesión, pudo arrastrar a un numeroso grupo de hombres armados y disciplinados, es decir, hechos ya a combatir a la, voz de mando y a recibir la muerte de frente y sin miedo.
“Los primeros servicios prestados por Spotorno a la revolución fueron eminentes. Al frente de su tropa y mientras otros, con mando también, se movían sin concierto, a guisa de remolino, el combatió sin descanso y con buena estrella al enemigo. Spotorno fue de los pocos que, mientras algunos de sus compañeros, desesperados por la constante persecución y la falta de armas, acogíanse a indultos o abandonaban el campo de la rebeldía, esperanzados de poder volver armados, o se marchaban para el territorio camagüeyano a la cabeza de sus huestes, resistió a viva fuerza más de un año en las Villas. El fue quien recogió y alimentó, quien salvo de una probable muerte a los expedicionarios del Salvador, desembarcados en las inmediaciones de Casilda, ante la indiferencia del cielo. Solo cuando ya se vio aislado y sin recursos emprendió la marcha al Camagüey, bajo la jefatura militar, entonces, del mayor general Ignacio Agramonte y Loinaz, el fiero y magnánimo caudillo a quien la maldad humana convirtió un día en cenizas y humo, "como para que el mundo olvidara su memoria".
“Agramonte recibió a Spotorno cordialmente. A su Estado Mayor lo llevo, y a su lado lo vio pelear en acciones tan reñidas como la de Sebastapol y la Horqueta. Luego fue nombrado jefe de la brigada del Sur, brigada compuesta, casi en su totalidad, de gente de a pie y mal armada. Defendiéndose prudente y enérgicamente, organizo al cabo la deshecha fuerza, llegando a tomar la ofensiva en algunos casos.
“Practicadas las elecciones para diputados, el voto de sus comprovincianos lo llevo a la Cámara de Representantes. En la Cámara se distinguió siempre por el radicalismo franco de sus ideas. Para el no había más que un camino el recto. Carácter irreducible, no soportaba la tiranía ni aun en nombre de la libertad. La libertad suele crear también tiranos, más de temer aún que los que engendra el despotismo. Nombrado más tarde Presidente de la Cámara, se vio, por tristes circunstancias, exaltado interinamente a la Presidencia de la República. Con motivo de los sucesos ocurridos en las Lagunas de Varona, Salvador Cisneros renuncio la primera magistratura. Nombrado Spotorno, recomendó inmediatamente a la Cámara la adopción de medidas enérgicas. Fue Spotorno quien promulgo el famoso decreto bolivariano a virtud del cual sería condenado a muerte y pasado por las armas todo emisario, español o cubano, que se presentara en el campo de la insurrección haciendo proposiciones de paz, no basadas en los principios sustentados por los cubanos rebeldes. Spotorno desempeñó la presidencia de la República a entera satisfacción de sus compañeros.
“Electo Presidente en propiedad Tomás Estrada Palma, volvió Spotorno a ocupar su puesto de Diputado en la Cámara. Cuando el convenio del Zanjón, fue uno de los que trató la paz. Mucho debió sufrir el que había puesto en vigor aquel decreto enérgico en defensa de la integridad de los ideales de independencia, al tener que aceptar como irremediablemente, una paz ¡ay! que estaba muy lejos de reconocer la independencia a los cubanos.
“Firmada la paz, vivió algún tiempo alejado por completo de la política. Luego ingresó en el Partido Autonomista, partido del que fue un leal y convencido adepto. La revolución del 95, obra de Martí, lo tuvo entre sus adversarios. Pensando acaso en hacer un bien a su patria, se entrevistó con Bartolomé Masó, a raíz del pronunciamiento de éste en Bayate, tratando de convencerlo y atraerlo a la legalidad bajo el régimen de España, cosa que fue inútil.
“Pero ni esto, ni el haberse mantenido durante toda la revolución última, al lado de España, es bastante a arrebatarle sus laureles de patriota, adquiridos en buena lid. Constituida la República independiente, el sufragio popular lo llevó a ocupar un escaño en la Cámara de Representantes, representación que llevó con la misma pulcra alteza que en los años juveniles la había llevado a caballo y en disposición de morir a cada hora, a cada minuto.
“Cargado de años, cerca ya de los noventa, murió tranquilo, como un justo, en la ciudad que lo vio nacer y lo vio en más de una ocasión con la frente tenazmente levantada ante la desvergüenza buscona, sin miedo a encararse con la virtud silenciosa y el mérito augusto y libre...”
POR: GUIJE CUBA
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