martes, 16 de noviembre de 2010

HOY EN EL CALENDARIO CUBANO, 17 DE NOVIEMBRE


Plaza Dolores en Santiago de Cuba


• Santos católicos que celebran su día el 17 de noviembre:

- En el Almanaque Cubano de 1921:

Santos Gregorio Taumaturgo y Aniano, confesores y Santa Gertrudis la Magna, virgen

- En el Almanaque Campesino de 1946:

Santos Gregorio Taumaturgo y Aniano, confesores y Santa Victoria, mártir



• Natalicios cubanos:

Castillo Duany, Demetrio: -Nació en Santiago de Cuba el 17 de noviembre de 1856 y falleció el 27 de igual mes de 1922. Se educó en Francia y practicó el comercio en Estados Unidos. En 1877 regresó a Cuba y por su participación en la Guerra Chiquita se vio obligado a emigrar de nuevo a Estados Unidos. Al estallar la revolución del 95 se incorporó inmediatamente. Fue ayudante del general José Maceo y de Calixto García, bajo cuyas órdenes alcanzó el grado de Coronel. El plan de desembarque de los americanos por Daiquirí y Siboney fue de su iniciativa y con sus tropas lo protegió. Había alcanzado el grado de General de División al terminar la Guerra de Independencia. En la era republicana hizo política liberal en su provincia y en 1906 Estrada Palma lo encarceló por sus actividades políticas. Lo libertaron los americanos cuando vino la Comisión. Fue Secretario de Guerra bajo la presidencia de Zayas. Este destacado libertador no fue solamente hombre afortunado de armas. Era un espíritu cultivado, hablaba varios idiomas, poseía regular cultura y una buena preparación en economía.



Villanova, Florencio Herculano: -Nació en Camagüey el 17 de noviembre de 1848. Estudió para sacerdote y recibió la tonsura. Al estallar la revolución de Yara se unió en Bayamo a los patriotas. Sorprendido en comisión (y sin armas) por los españoles, fue muerto a tiros mientras el gritaba ¡Viva Cuba libre! Contaba veinte años de edad.



El 17 de noviembre en la Historia de Cuba

• 1898 -

- Italia y Cuba.

Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 649-650 nos describe los acontecimientos del 17 de noviembre de 1898 en la Historia de Cuba:

“Italia fue la nación europea que más fervoroso concurso prestó a Cuba en la lucha por la independencia patria. Italia y Cuba se hallaban unidas espiritualmente merced a la obra de varones ilustres. Desde los días del descubrimiento de la Isla por el inmortal genovés hasta las horas en que la República se constituyó y consolidó, de empeño en empeño, italianos generosos contribuyeron con el esfuerzo de su brazo, con su sangre y con sus talentos al progreso de Cuba.

“La intervención de Garibaldi, el héroe de ambos mundos, como Fernando Ortiz lo llamó, en los esfuerzos revolucionarios realizados alrededor de la independencia de Cuba a mediados del siglo XIX, aclaró que las aflicciones de esta Antilla no pasaban indiferentes para quienes trabajaban por la redención y la unidad italianas. Después, en el curso de la guerra de los Diez Años, a despecho de hallarse por allá consolidando la obra anhelada desde la época del papa julio II, hubo, ya que no esfuerzos colectivos, sí personales, para coadyuvar a los sacrificios del cubano, y, sobre todas las voces de aliento, se oyó la de Mazzini. En la Guerra Chiquita no se echó de menos la abnegación de italianos que, como Natalio Argenta, ofrecieron su vida por la causa cubana. Cuánto a la lucha de 1895 a 1898, mucho realizó Italia en favor de Cuba, con sus hijos que aquí pelearon, con las simpatías y la propaganda que se manifestaron en su propio suelo y con los actos oficiales efectuados en momentos difíciles para la Isla.

“Tantas y tan elocuentes eran las pruebas de adhesión de Italia a Cuba que pareció natural y hermoso que los hombres de la Revolución, aún no vueltos a sus hogares ni despojados de sus equipos guerreros, se apresurasen a rendir sincero cuanto expresivo homenaje de gratitud y admiración a la nación europea que no había hallado inconveniente en estar abiertamente al lado de los que aquí bregaban por la libertad. En Santa Cruz del Sur, donde estaba reunida la Asamblea de Representantes, escribió, en 17 de noviembre de 1898, el doctor y general Domingo Méndez Capote, presidente de la Asamblea, estas palabras:

“"El nacimiento de una nueva nacionalidad, en los últimos días del siglo XIX, realizado en un pueblo culto que ha batallado loca, decididamente por su independencia, es un fenómeno histórico que ha de interesar en alto grado a la noble nación italiana, a la que tantos sacrificios y tanta lucha costara su constitución como pueblo nuevo, independiente y libre. Y la República de Cuba, la más joven de las naciones latinas, volverá siempre, con amor y admiración, su vista hacia la vieja Italia, la madre de nuestra raza, para inspirarse en el elevado sentido jurídico que ha guiado a la heredera y sostenedora de la cultura tradicional romana."”

• 1895 -

- La Invasión Libertadora en Camagüey: Avanza de San Andrés a Ciego Najasa, en total 5 leguas recorridas.



“Leoncio Vidal Caro”
en “2 Vidas que Parecen 2 Novelas”

Presentamos el editorial acerca del héroe cubano Leoncio Vidal Caro lo más fiel posible a como comienza en la página 125 de la Bohemia publicada el 24 de Febrero del 1952; Año 44, Número 8.


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LEONCIO VIDAL, MARTIR DE LA INDEPENDENCIA


Ninguna provincia de Cuba ha dado a la independencia más mártires que Las Villas. Miró Argenter las llamó “corazón del país” en párrafos bellos, y Ramiro Guerra ha dicho que “ninguna región de Cuba supera a los villareños en heroísmo ni en espíritu de sacrificio”. En efecto, de los asambleístas de Guáimaro, además de Céspedes y Agramonte, los únicos que cayeron peleando en la Guerra del 68, fueron los seis delegados villareños. Viene la Guerra Chiquita del 79 y el brazo de los hijos de estos lares es el último en rendirse. Se desencadena nuestra última gesta redentora y la provincia entera se vuelca animosa.

En la lucha, uno de los que más se distingue es Leoncio Vidal Caro. Había nacido en Corralillo el 12 de septiembre de 1865. Los primeros años de su juventud los pasa en Barcelona (España), donde residen algunos familiares (uno de ellos era el famoso general Mola, que junto al siniestro Franco hizo la última guerra civil española y luego pereció en un accidente de aviación).



De regreso a Cuba, Leoncio Vidal se consagra activamente a la política autonomista en el término de Camajuaní. Pero en este Partido dura poco. Los chambelanes del opresor no pueden ser tomados como guías, precisamente cuando junto a ellos otros espíritus se yerguen retadores. De ahí que, como otros tantos militantes, tan pronto estalla la Revolución, Vidal se lanza al campo de la guerra. Todo lo sacrifica para cumplir lo que para él constituye su más alto deber patriótico.

En febrero de 1896 se une a otras fuerzas que marchan a Vueltabajo, volviendo poco después a su territorio de Villaclara. Sus actividades de guerrero las va anotando en su “Diario de Campaña”, que señala las innúmeras acciones en que toma parte. Es un hombre temerario que se encima sobre la muerte a cada minuto. En lo más recio del conflicto, cuando Weyler en Las Villas movía sus columnas por todo aquel territorio, Leoncio Vidal asalta la ciudad de Santa Clara. Arrojo y valentía era preciso para empresa tan audaz. En ella dejó la vida nuestro heroico mambí. El parte oficial no tanto, como una correspondencia periodística nos habla de lo que fue tal hazaña. A la una de la madrugada del 23 de marzo de 1896, eran despertados los vecinos por el tropel de mil caballos y descargas incesantes de fusilería. Además, un inmenso vocerío dando vivas a Gómez y Maceo y a Cuba Libre, acompañados por los gritos de “Al machete”. Aquello era la señal más evidente de que los insurrectos estaban dentro de la plaza. Mientras unos grupos trataban de surtirse de lo más necesario, otros recorrían las calles dando gritos y haciendo disparos. La pólvora corría. Uno de tales grupos, como de 30 hombres llegó al Parque Central. Fueron repelidos por las fuerzas españolas destacadas en el Teatro y en los bajos de la Audiencia.

Restablecida la calma, entre los mambises había dos muertos: uno era un pobre vendedor ambulante que se había unido a los insurrectos; el otro era el coronel Leoncio Vidal. Su intrepidez le había costado la vida. Expuestos ambos cadáveres al público, Vidal tenía un balazo en el pecho y otro en la frente, que desfiguraban su apuesta presencia.

Al ahondar en nuestro heroico pasado, vale recordar las palabras de un gran español, don Nicolás Estévanez, quien en su “Historia de América”, dice: “Exceptuando Venezuela, ninguna república de América derramó tanta sangre como la de Cuba, ni hizo tantos sacrificios, ni tuvo tantos mártires”.




POR: GUIJE CUBA

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