sábado, 20 de noviembre de 2010
HOY EN EL CALENDARIO CUBANO, 21 DE NOVIEMBRE
Por los campos de La Habana
• Santos católicos que celebran su día el 21 de noviembre:
- En el Almanaque Cubano de 1921:
La Presentación de Nuestra Señora en el Templo y Santos Gelasio, papa y Alberto, mártir
- En el Almanaque Campesino de 1946:
La Presentación de Nuestra Señora en el Templo y Santos Gelasio, papa y Alberto, mártir
El 21 de noviembre en la Historia de Cuba
• 1895 -
- La Invasión Libertadora en Camagüey: Se encuentra en Antón.
• 1868 -
- Fue atacado y tomado el pueblo de El Cobre por el ejército patriota.
• 1786 -
- Benigno García Calderón
Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 657-658 nos describe los acontecimientos del 21 de noviembre de 1786 en la Historia de Cuba:
“Benigno García Calderón, hijo de La Habana, vivió en el último cuarto del siglo XVIII y en el primer tercio del XIX. Estudió literatura por mera afición, se hizo helenista y latinista y sostuvo asiduo comercio con los autores clásicos. En relación con el estado de la instrucción pública en La Habana por el tiempo en que se desarrolló su juventud, el esfuerzo que realizó para cultivar su inteligencia fue digno del mayor elogio. El Colegio Seminario de San Carlos no había llegado a ser una fuente de sabiduría para el cubano. García Calderón, supliendo con sus desvelos las deficiencias escolares, logró alcanzar un grado de cultura superior a su época en su país. Su tenacidad debió de correr parejas con su talento, que era lozano.
“Este hombre, a despecho de sus inclinaciones artísticas, no pudo sustraerse a los hábitos y a las prácticas de su tiempo, que tendían, más que a coronar la frente del hijo de Apolo o de Minerva, a ceñirle la espada militar, en busca siempre de querellas que sostener, agravios que vengar y entuertos que enderezar, a modo de reminiscencia del manchego sublime. García Calderón ingresó en la carrera de las armas. Muy joven aun, cuando apenas le permitían sus condiciones físicas tomar demanda alguna, el 21 de noviembre de 1786, quedó alistado, a título de lo que entonces se llamaba distinguido, en el regimiento de Luisiana, fijo en Nueva Orleáns.
“En Nueva Orleáns alcanzó García Calderón diversas preeminencias. Ascendió a comandante. Mereció que a menudo se le confiasen comisiones delicadas. Fue secretario del Gobierno y de la Real Hacienda en Penzacola, comandante del castillo de Placaminas y de la plaza de Mobile y secretario de la Subinspección de Luisiana. En 1819 volvió a La Habana, donde figuró como jefe del batallón de pardos y morenos, desempeñó papel importante en el período constitucional de 1820 a 1823 y recibió de la Metrópoli señaladas muestras de aprecio y condecoraciones en premio a su brillante hoja de servicios militares y civiles.
“El caso de Benigno García Calderón, abrazando la carrera de las armas cuando sus inclinaciones intelectuales lo indicaban para más suaves empleos, no pasó, al cabo, de ser uno de los muchos de su tiempo. José Martín Félix de Arrate, uno de los primeros, por orden cronológico, de los historiadores de Cuba, abogado y hombre esencialmente civil, no dejó de empuñar las armas. De Manuel de Zequeira y Arango, el padre de la poesía cubana, pudo decirse que ciñó sus sienes con los laureles que alternativamente cortaba en el Monte Parnaso y en el Campo de Marte. Cosa parecida fue posible aducir respecto de casi todos los varones de tales días. Las circunstancias de ocasión y lugar mantenían dulcemente hermanadas la pluma y la espada.”
Ignacio Agramonte y Loynaz
Patriotas Cubanos
Biografías Cubanas
Mayor General Ignacio Agramonte
“Cuando no hay armamento ni parque para pelear,
se pelea con la vergüenza”
Nació Ignacio Agramonte y Loynaz en la Ciudad de Camagüey, en aquellos tiempos llamada Puerto Príncipe, el 23 de diciembre de 1841. Hizo sus primeros estudios en varias escuelas de la propia ciudad natal. A los 14 años de edad fue enviado a La Habana, ingresando en el colegio El Salvador de José de la Luz y Caballero y posteriormente en la Universidad de San Jerónimo, donde obtuvo el título de licenciada en Derecho Civil y Canónico. Orador brillante y cultivador de las letras, los días de Yara le convirtieron en soldado decidido y valiente. Su primera gesta de armas tuvo efecto en Bonilla el 28 de noviembre de 1868, después de haber participado directa y activamente en la organización de la revolución en la provincia de Camagüey. El respeto y atracción que inspiraba su arrogante figura, unida a su generosidad y lealtad, le sirvieron de mucho para la orientación de la lucha revolucionaria.
Fue nombrado jefe de operaciones de Camagüey, en cuya puesto brilló cuanto en él había de militar y estratega. Intentó asaltar a la Ciudad de Camagüey el 20 de julio de 1869, pero sólo consiguió apoderarse del barrio de la Caridad. Tomó parte en los combates de Bagá, Sabana Nueva, La Uretania, San Fernando, Hicotea, Asiento, San Rafael, La Matilde, Jacinto, Carmen. Rescató en golpe de audacia y bravura sin par a Julio Sanguily (10 de octubre de 1871).
Fue el alma de la revolución en Camagüey y el nervio de la guerra. En esa de los Diez Años, los ejércitos del orador y abogado Agramonte fueron los mejor organizados y eficientes, distinguiéndose en una serie de luchas que castigaron enormemente a las españoles. Ignacio Agramonte, hasta el momento de su muerte, fue el temperamento militar mejor y más eficaz de la Revolución Cubana. Máximo Gómez, que le substituyó, supo aprovechar de aquel cuerpo organizado y diestro. Ignacio Agramonte trataba a sus soldados como padre y amigo. Se hacía todo para todos.
Recién casado, destacado y con un porvenir asegurado, desecha comodidades, abandona placeres y de 26 años se lanzó resuelto y valerosamente a libertar a la Patria. Aquel joven de física atracción, de bellas palabras, empollado en leyes y derechos, trocó la pluma por la espada, y se llegó destacar como la primera figura militar en la Guerra de los Diez Años.
El 11 de mayo de 1873, en una acción de sorpresa, fue derribado de una bala en la sien derecha. El 12 fue expuesto su cadáver en el Hospital de San Juan de Dios e incinerado con leña y petróleo por orden del gobernador hispano Ampudia. A los 32 años, en plena juventud, traspasó los umbrales de la inmortalidad.
POR: GUIJE CUBA
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