
Teatro Sauto, Matanzas
• Santos católicos que celebran su día el 6 de noviembre:
- En el Almanaque Cubano de 1921:
Santos Leonardo, abad y confesor y Severo, mártir y Santa Claudia, virgen
- En el Almanaque Campesino de 1946:
Santos Leonardo, abad y confesor y Severo, mártir y Santa Claudina, virgen
El 6 de noviembre en la Historia de Cuba
• 1895 -
- La Invasión Libertadora en Oriente: Avanza de Vista Alegre (en el distrito de Tunas) a Soledad (Tunas), en total 9 leguas recorridas.
• 1873 -
- El Virginius y la Niobe.
Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 627-628 nos describe los acontecimientos del 6 de noviembre de 1873 en la Historia de Cuba:
“Los fusilamientos perpetrados en las personas de los expedicionarios y tripulantes del vapor Virginius, como consecuencia de la captura del mismo por la corbeta española Tornado, fueron de los hechos más bárbaros e inicuos realizados por los servidores del poder colonial en Cuba. El bajel insurgente fue apresado el 31 de octubre de 1873 y conducido a Santiago de Cuba. La ciudad oriental comenzó a ser teatro de atrocidades propias no de una sociedad conturbada, sino de hombres habituados al crimen frío, fiero y despiadado.
“Todo estuvo propicio y fácil al cumplimiento de la orden dictada por el brigadier Burriel, gobernador de Santiago de Cuba, enderezada a la formación del consejo de guerra que había de juzgar a los ciento sesenta y cinco tripulantes y expedicionarios del Virginius. El 4 de noviembre fueron fusilados, entre otros, los generales Bernabé de Varona, Pedro de Céspedes y William O'Ryan. La inhumana matanza, consumada a despecho de las enérgicas protestas de los gobiernos británico y norteamericano, arrancó a Burriel un bando contentivo de aseveraciones tan desalmadas como la siguiente:
“"La ley se ha cumplido y la vindicta pública está satisfecha con los cincuenta y tres cabecillas y piratas extranjeros y cubanos fusilados."
“Tal era el tono de la actitud asumida por aquellos a quienes cupo desempeñar el papel de verdugos de los patriotas del Virginius. A mayor abundamiento, entre los adictos al régimen dominante no aparecía una sola persona con autoridad y coraje lo suficientemente decisivos para poner un dique a tamaño torrente de sangre. Hasta estuvieron a punto de resultar en absoluto baldíos los esfuerzos del ministro norteamericano que en Madrid logró que Emilio Castelar, presidente de la República, se mostrase digno y justo frente a la censurable conducta del general Jovellar, capitán general de Cuba.
“A los crueles desmanes perpetrados en Santiago de Cuba puso coto el noble y valeroso empeño de que fue vehículo la fragata británica Niobe. El 6 de noviembre de 1873 el gobernador de Jamaica dispuso que el mencionado buque de guerra saliese hacia Santiago de Cuba con instrucciones de impedir a todo trance que continuaran las ejecuciones. El capitán de la Niobe, Lambton Lorraine, supo colocarse a la altura del agravio inferido a la civilización.
“El 8 de noviembre hubo nuevas ejecuciones. Pero todavía quedaban ciento doce prisioneros en peligro de correr igual suerte que sus compañeros fusilados. Lorraine detuvo la marcha de la hecatombe, dando así tiempo y ocasión a que España se viese compelida irremisiblemente a entregar a los Estados Unidos el Virginius y a los sobrevivientes de uno de los sucesos más infaustos entre los registrados en los anales revolucionarios de Cuba.”
- Más información relacionada con el Virginius.
• Cuba y las reliquias históricas del vapor Virginius en Así es Cuba

Ramón Pintó
en Próceres
por Néstor Carbonel
“Nació el 20 de junio de 1803.”
“Murió el 22 de marzo de 1855.”
“No es el único español que amó la libertad de Cuba, ni el único que por ella sacrificó la vida. Otros también la amaron, y por conquistarla se sacrificaron. Pero ninguno tiene ganado puesto más prominente en nuestra historia que el catalán franco y generoso, precursor de Céspedes y de Martí en el alto empeño de crear una nación libre sobre las ruinas de la colonia esclava. El cadalso donde murió agarrotado fue antecesor del Calvario de San Lorenzo y del Calvario de Dos Ríos! Ramón Pintó, como López, como Agüero, dejó caer en el surco abonado con su sangre la simiente de la patria, que otros, más afortunados, habrían de construir, y otros ¡ay!, más tarde, logreros o patriotas, habrían de creer finca de su propiedad o templo bendito de sus más caros amores.
“En Barcelona, la ciudad más progresista de España, nació. De niño fue al colegio, y en su juventud, estudió para fraile. Para graduarse estaba, -o graduado ya,- cuando la perturbación en Madrid de 1820 a 1823, que lo hace cambiar la celda sombría del convento y el sayón del cura, por el traje del soldado y el bullicio del cuartel de la milicia liberal. Cuando, auxiliado por Francia, el monarca Fernando VII vuelve a reinar, suprimiendo la Constitución, vino a Cuba, temeroso de la venganza de los reaccionarios, como apoderado del barón de Kessel y maestro de sus hijos. A poco de estar en Cuba es nombrado Contador del Crédito Público, cargo del que no llegó a tomar posesión, debido a que el Jefe de Hacienda -que había de ser su superior jerárquico- no quiso aceptarlo como subordinado, dado, según él, su genio levantisco.
“Pensar libremente, no tolerar vejámenes, es para algunos signo de rebeldía. Ser un enamorado de la justicia, es para muchos ser un presunto delincuente. Y Pintó era todo eso, porque era un hombre. Y así, no cabía dentro de la Administración del Gobierno español en Cuba: su alma, como su pensamiento, no soportaban amarras. Obligado, para poder vivir, a agenciar distintos negocios, se abre camino, y es al cabo de poco tiempo Director del Liceo de la Habana, y redactor del Diario de la Marina, entonces periódico de la oposición. Sus simpatías crecen y su influencia también. Durante el primer período del mando del general Concha, supo ganarse la amistad de éste. Durante el segundo período, siguieron siendo amigos. No obstante, cuando le denuncian que Pintó conspiraba, Concha, sin pruebas mayores, lo manda matar. Concha, a Pintó, a su amigo probado en la adversidad, lo hizo morir en el garrote. ¿Será cierto que el poder ciega a los hombres y los hace capaces de los mayores crímenes?
“Hombre de talento y de ancho y generoso corazón, palpa la injusticia de España en Cuba, sometida a la más inicua esclavitud, y palpa la justicia de la aspiración de los cubanos a la plena libertad. Puesto en el dilema, prefiere estar con los oprimidos. Luego, siéntese capaz, como quien viene de la tempestad, de desatarla. Siéntese apóstol, y comienza, magnífico de sencillez, su apostolado. Su plan era, conquistar, atraer, por medio de la persuasión, y unir en la grandeza de la causa a blancos y negros, a ricos y pobres, a siervos y amos, y juntos todos, lograr, sin derramar sangre, o derramándola, la independencia de Cuba.
“Enamorado de su idea, no pierde oportunidad para buscarle adeptos, para ir formando el ejército con que ha de hacerla triunfar. Así, cuando por haberse declarado contrario a la trata de negros el general Pezuela, Capitán General de la isla, los españoles intransigentes, que con la infame trata se habían enriquecido y continuaban enriqueciéndose, pedían su relevo, Pintó creyó -¡pobre soñador!- llegado el momento de hacer saber a esos españoles que la mejor solución que había, la más conveniente a ellos y a todos, era hacer de Cuba una República. Esto hacía con sus paisanos, en tanto que se comunicaba con los cubanos desterrados, con hombres de tanto valer como Gaspar Betancourt (El Lugareño), Pozos Dulces, Valiente, Goicouría y otros, y les enviaba recursos monetarios para preparar la expedición del general norteamericano Quitman.
“Consiguen, por fin, los españoles intransigentes, el relevo de Pezuela, y llega de nuevo Concha a gobernar a Cuba. Y Pintó continúa conspirando. Ya tiene a su lado, como Director de la Caja de Ahorros de la Junta Revolucionaria, a Carlos del Castillo; a Cecilio Arredondo como encargado de comprar las armas necesarias; a Juan Cadalso, como propagandista en la provincia de Santa Clara. La organización tomaba forma: los hombres que habían de dirigir el movimiento en sus distintas ramificaciones estaban señalados para actuar en el lugar donde gozaban de más prestigio y eran más conocedores del terreno. Pero un criterio distinto era el de los conjurados. A este respecto, alguien que se le acercó a preguntarle si no sería eso un obstáculo para el triunfo, recibió de él esta respuesta: "El interés único y esenciales expulsar al gobierno español: esto se sobrepone a todos los demás intereses."
“No, no finé el despecho, ni la ambición, lo que arrastró a Pintó a la muerte, ni el arrebato de un atacado de fiebre heroica. Fue su fe profunda en el derecho humano, su fervoroso amor por los parias. De haberse podido poner en práctica, de haberse hecho realidad el plan de Pintó, ¿hubiera éste triunfado? ¡Quién sabe! Lo que es de pensar es que, si triunfa, entre los vencedores, la obra se ahoga en una orgía de sangre y de horrores.
“Tres son las versiones que corren escritas acerca de quién lo denunció. Unos dicen que fue un presidiario nombrado Claudio González, escapado de Ceuta, donde había estado con algunos cubanos deportados; otros, que un norteamericano al servicio del Gobierno de Washington, conocedor de los planes revolucionarios por otros norteamericanos complicados en la empresa; otros, que uno de los españoles ricos a quienes le había hablado de su empeño. Quien fue el delator, no se sabe ciertamente. Pero el 6 de febrero de 1855, el coronel Hipólito Llorente comenzó a instruir causa por conspiración para hacer la independencia de la isla de Cuba, ordenando el mismo día numerosas prisiones tanto en la Habana como en el interior.
“Los primeros en ser detenidos fueron Pintó, Juan Cadalso y el doctor Nicolás Pinelo. Constituido el Consejo de Guerra, después de deliberar, pide pena de muerte para los tres. El Auditor, Miguel G. Gamba, estimando injusta la sentencia, pide que se suspenda su aprobación y que de nuevo se vea la causa por un consejo de revisión. Pasa entonces la causa a manos de los magistrados de la Audiencia Pretorial, y éstos, "a pesar de no ser tantos ni tan convincentes los datos que contra los tres procesados arroja el sumario", solicitan pena de muerte para Pintó y cadena perpetua para Cadalso y Pinelo. Contra este nuevo fallo, el Auditor García Gamba insiste en su dictamen anterior. De lo expuesto por el Auditor no hizo caso el general Concha, quien aprueba la condena a muerte, en garrote vil, de su amigo Pintó, y la de diez años de prisión, en Ceuta, de Cadalso y Pinelo.
“Vanos fueron los esfuerzos hechos para lograr que Pintó revelara el nombre de sus demás compañeros de ideales. Más de una vez entró en su calabozo el jefe de Policía, para ofrecerle la vida a cambio de revelaciones. "Dejadme morir tan honradamente como he vivido", respondía a las preguntas que se le hacían. Él 21 de marzo fue puesto en capilla, y al siguiente día, a las siete de la mañana, tranquilo, sereno, fue ejecutado. Al subir al cadalso, el sacerdote que lo acompañaba volvió a instarle para que hiciera algunas revelaciones, a lo que respondió, alzando las manos atadas: "¡No, padre, no!"
“Dicen que en sus últimos momentos dijo a alguno, para que las hiciera llegar a sus hijos, estas palabras: "que no se avergüencen del nombre de su padre".
“A la muerte de Pintó, los revolucionarios cubanos todos, tanto los de adentro como los de afuera de la isla, se quedaron anonadados, contritos. Las Juntas se disolvieron. Hubiérase dicho que sobre las conciencias había descendido la noche... Con la muerte de Pintó, Cuba perdió un servidor leal y abnegado. Cuba le debe a Pintó la ofrenda de un recuerdo. ¡Qué su recuerdo sea luz inextinguible!”
POR: GUIJE CUBA
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