lunes, 13 de diciembre de 2010
Ellos, ellos mismos y nosotros
Víctor E Sánchez
Periodista Independiente
victorernestosanchez@ymail.com
Santiago de Cuba, 14 de diciembre del 2010 - (www.aplopress.com) La triangulación política que se viene proyectando en Cuba cambia los escenarios previstos años atrás, que partían de los acontecimientos de la Unión Soviético y el campo socialista. Existían solo dos alternativas, socialismo o capitalismo. Ahora la dinámica cambia, en Cuba se puede producir un nuevo fenómeno político que se pudiera denominar: ellos, ellos mismos y nosotros.
Esta triangulación la podemos identificar en la siguiente cita de Héctor Ricardo Leis en su artículo, La democracia en choque: “En la región ya no tenemos procesos convergentes de consolidación democrática, aunque sea con diferentes velocidades. Si fuese así, el futuro democrático estaría garantizado, ya que los países de consolidación más rápida arrastrarían a los más lentos y, al final, todos llegarían. En cierta forma fue eso lo que ocurrió en la Unión Europea, en relación con los países de Europa del Este. En ese contexto, no estaba en discusión la visión o dirección de la democracia, sino los tiempos de su consolidación. Pero en nuestro continente tenemos un conflicto entre dos tendencias que se excluyen y van en direcciones opuestas. La democracia perdió el significado unívoco que pareció tener en los años 90”.
En Cuba se está preparando una base social de intelectuales jóvenes, militares y del Ministerio del Interior con un concepto, ajustado al planteamiento de Fidel Castro, de que el sistema no funciona, pero la solución es el propio socialismo con ciertos rasgos capitalistas, que permita ciertas libertades, pero que respondan a la nueva cúpula gobernante.
La nueva cúpula, encabezada por el Alejandro Castro, está recibiendo un entrenamiento intensivo de gobernabilidad. Mientras se prepara la sociedad para asimilar un cambio con ciertas aperturas, que respalde a esa nueva cúpula, que si las condiciones llegan a ser propicias hasta elecciones multipartidistas se pueden efectuar, con la convicción de ser ganadas por ellos. Aquí surge, los “ellos mismos”.
“Nosotros”, considerándonos los verdaderos demócratas, o sea los que después de “ellos” nos correspondía el poder estamos en la peor situación. No logramos desarrollar proyectos que sean comprendidos y aceptados por la población y lo peor de todo, que no tenemos lideres capaces de defenderlos como líderes sociales en representación del pueblo, asumiendo el riesgo que esa actitud pueda implicar.
Si a eso se le suma que la mejor opción es marcharse hacia el exilio, aunque después de una o dos semanas de protagonismo, representados por ciertas organizaciones, lleguen a la conclusión de que son un número más, las posibilidades de lograr un cambio democrático en una primera etapa son casi nulas. Los cambios vendrán desde arriba, se disipará un tanto la reincidía política y las nuevas generaciones de la burguesía comunista, se juntarán con los herederos de las viejas burguesías cubanas y juntos compartirán “marinas” campos de golf y las tradicionales fiestas sociales.
El arreglo al que llegó el Gobierno cubano con la Iglesia católica y el Gobierno español, sin contar en lo más mínimo con la oposición, demuestra que los acuerdos políticos que se logren en Cuba serán entre ellos, aunque cambien de protagonistas. Luego de reorganizado el escenario político se le dará participación a algunos opositores moderados, que legitimen el proceso como algo plural y democrático.
Mientras tanto, van a mantener la estrategia de una línea dura en el exilio histórico, que no encuentre compatibilidad con los intereses de las nuevas generaciones, para mantener la desunión, igualmente alentarán una oposición muy moderada, pero bien preparada en la Isla para contrarrestar a los más radicales, que serán presionandos para que opten por abandonar el país.
El país va a entrar en un proceso de debate nacional, con motivo del 6to. Congreso del Partido Comunista para dar la impresión que el pueblo ha asumido en papel protagónico de en sus problemas. Eso libera al Estado de ciertas responsabilidades que la nueva nomenclatura no está dispuesta a lidiar con ellas, como la tarjeta de “abastecimiento”.
Esa responsabilidad social se sustituirá por una mínima actividad privada, facilitada en recursos por los más de 50 mil nuevos ciudadanos españoles, acogidos al programa de nietos y la comunidad cubana radicada en el exterior, principalmente la de Miami.
La única forma que “nosotros” pudiéramos tener cierto impacto en el proceso que se nos avecina es desplegando toda una campaña social a nivel nacional, que a través de los Municipios de Oposición se convierta en una verdadera revolución social. A eso debe agregársele restricciones al programa de refugiados para abandonar el país y emplear los recursos otorgados por Agencias Internacionales para proyectos específicos, que involucren y beneficien a la población.
En lo político, hay que institucionalizar la oposición, crear un Consejo Electoral Provisional, que supervise y valide los partidos políticos bajo ciertas normas y plataformas programáticas y acogerse al llamado de Máximo Gómez en la Proclama de Yaguajay, cuando dijo: “Para andar más pronto el camino de la organización nacional, elegid para directores de vuestros destinos a los hombres de grandes virtudes probadas, sin preguntarles en dónde estaban y qué hacían mientras Cuba se ensangrentaba en la lucha por la Independencia”
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