(1-26-11)
FRAGMENTOS DE UN ESCRITO DE SALVADOR DÍAZ VERSÓN, DE 1963
Nadie creía en Cuba que el comunismo constituía un peligro para la nación, y cuando nuestras voces se alzaaban en la prensa, en la radio, en la tribuna pública o en los centros culturales, todos, absolutamente todos, nos miraban con la misma compasión con que se mira a un orate presa de fantástica obsesión. Sin embrago, el comunismo leggó y destruyó a Cuba, tal como lo habíamos vaticinado, y hoy aún hay miles y miles de cubanos que nada saben deo comunismo., como nada quieren aprender de nuestra lección los demás pueblos del Hemisferio Occidental.
En el año 1822, cuatro años después de haber nacido Carlos Marx, vino al mundo, también el Alemania, Georg Weerth (foto de la izquierda), quien en plena juventud, conoció a Carlos Marx, uniéndose a sus ideas, para continuar dentro de ellas todo el resto de su existencia.
Ligado a Marx y Engels por las mismas corrientes políticas, Weerth, se dedicó a la literatura y la poesía, aplicando a ellas las destructoras doctrinas de Marx, lo que lo llevó a prisiones y al destierro, partiendo para la isla de Cuba, donde vivió hasta el 30 de julio de 1856, q ue falleció después de haber permanecido allí largos años explicando cladestinamente las teorías de Marx y de Engels, y escribiendo poemas, en una de los cuales expresó “En Cuba se habrá de iniciar el viraje social de toda América.”
Georg Weerth, aureolado por su título de poeta, tenía siempre a su alrededor a un grupo de jóvenes y muchachos que le profesaban respeto. Y entre estos adolescentes se encontraba Pablo Lafergue, quien a pesar de llevar apellido francés, había nacido en santiago de Cuba y pertenecía a una holgada familia residente en esa ciudad.
Las explicaciones del poeta alemán sobre las teorías de Marx, se grabaron profundamente en el pensamiento del joven cubano Pablo Lafergue (en la foto), quien al ser enviado por sus familiares a estudiar a Francia, tuvo fijo en su mente el propósito de conocer y unirse a Carlos Marx, de quien tanto le había hablado el poeta Weerth, y lo consiguió.
Lafergue se puso en contacto personal con Marx; se convirtió en su secretario particular, y más tarde se casó con Laura Marx, la hija predilecta del escritor enemigo de la civilización.
Por medio de correspondencia con la isla de Cuba, Lafergue mantuvo cordiales relaciones de amistad con Carlos Baliño, a quien designó delegado en cuba, del naciente marxismo; y cuando el nuevo militante de las doctrinas disociadoras de Marx, salió al exilio junto a los que laboraban por la independencia de la islaó a los centro conspirativos de Key West y Tampa, la semilla del veneno socialista, que fue impugnada por José Martí, en hermoso alegato de fe democrática y de amor a la libertad.
A la voz de Carlos Baliño se unió en el destierro la voz de otro poeta: Diego Vicente Tejera, y ambos, Baliño y Tejera, propusieron y lucharon porque al triunfar la revolución libertadora y se estableciera la república, esta fuese “la primera nación socialista del Continente americano”.
Cuando en el año 1917, Lenin se apoderó de Rusia e implantó el comunismo, ya habían dentro de Cuba, elementos propicios o inclinados a establecer agencias de Moscú, y así fue que en distintos pueblos, surgieron pequeños partidos comunistas que actuaban independientemente, hasta que el 16 de agosto de 1925, un delegado de la III Internacional, reunió a estas agencias autónomas en La Habana y las unificó en lo que se llamó “Partido Comunista de Cuba”.
Durante muchos años los comunistas estuvieron en Cuba, dedicados a publicar revistas, periódicos, libros y folletos, sin que las rectorías sociales, políticas, económicas y religiosas del país, les dieran importancia alguna a esa propaganda, como hoy tampoco se le da en otros pueblos de América.
El hecho de que Fidel Castro hubiera podido encontrar calor en su criminal destrucción de Cuba por algunos grupos de cubanos se debe única y exclusivamente, a dos factores determinantes” el adoctrinamiento marxista de unos y la ignorancia política de los demás. La maldad se unió a la estupidez, y el marxismo pudo apoderarse de una nación próspera, y rica, destruyéndola totalmente. Y así ha de ocurrir en el resto de América, si antes no despiertan los dormidos y sacuden a los traidores.
En Cuba, en comunismo no llegó en 1917, ni en 1959 con Castro. Las raíces de estos males hay que buscarlas y encontrarlas en el siglo pasado, con las prédicas de ese poeta marxista; con las gestiones de Pablo Lafergue, de Diego Vicente Tejera, de Carlos Baliño. Enrique Roig y otros; y el abono que sirvió para que estas ignominias fructificaran en necesario encontrarlo en la dejadez de los ricos, de los intelectuales, de los políticos, de los clérigos, y de los profesionales cubanos, que nunca quisieron creer ni ver la gravedad e importancia del comunismo dentro de nuestro país; y que reían ante nuestras denuncias y daban dinero y apoyo a los comunistas, sosteniendo imbécilmente, que los “comunistas cubanos eran distintosa los comunistas rusos” y han resultado iguales o peores en muchos casos.
La hierba mala estaba sobre nuestra tierra, pero nadie la quería ver’ y esto que hoy sufrimos es el resultado de ese abandono de muchos años de apatía e indiferencia.
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