Escrito por Ainí Martin Valero
Regla, La Habana, 31 de enero del 2011,
(PD) Hortensia de la Caridad tiene 72 años. La acompañan dos gatos y un perro. Cuenta con una mínima pensión y con la caridad de sus vecinos. . Su único hijo murió en un accidente automovilístico y su esposo falleció de un cáncer en la próstata.
Hortensia luchó en el clandestinaje para echar del poder a Fulgencio Batista. Cuenta que todavía adolescente, ayudó a poner bombas y a lanzar proclamas desde balcones en La Habana.
Pero después de 53 años del triunfo de la revolución, por la cual pudo haber perdido la vida, la anciana vive en la más grande de las miserias.
“Aquello por lo que luché, me ha defraudado, hace años me desencanté de este gobierno. Para colmo, ahora quieren eliminar la libreta de abastecimiento. La verdad, sólo le pido a Dios que me mande la muerte”-expresa la anciana con lagrimas en los ojos.
La vivienda de Hortensia se cae a pedazos. Cuenta que el delegado de su circunscripción le ha prometido en varias ocasiones, materiales para el arreglo de su techo y paredes, pero todo se ha quedado en promesas.
Después de 12 años de quejarse de su situación en reuniones del Comité de Defensa de la Revolución (CDR), Hortensia ya no quiere nada. “Sólo deseo poder tener un poco de leche y alimentarme con algo de proteínas, pero ni a eso tengo derecho. Este gobierno nos mata de hambre y nadie hace nada”, manifiesta la anciana visiblemente molesta.
El caso de Hortensia no es aislado. En Cuba, millares de ancianos padecen situaciones precarias a diario. La hambruna, el hacinamiento, la falta de atención para con ellos, es un mal general dentro de la isla.
Ancianos, jóvenes, niños y población en general piden a gritos cambios en el sistema económico, pero mientras los gobernantes liguen la política socialista con la economía, Cuba seguirá sumida en la más triste y larga miseria.
ainimv@yahoo.com
Foto: Ainí Martín
Ancianos hacen mandados, tarea a la que dedican más tiempo diariamente.
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