lunes, 28 de febrero de 2011

El Dr. House y el Dr. Castro




Escrito por Juan Gonzalez Febles


Lawton, La Habana, 01 de marzo de 2011,


(PD) Una serie norteamericana exhibida hace un tiempo por la TV cubana, nos puso en contacto con un médico simpático, carismático, excéntrico, discapacitado, genial y de un humor bilioso e incierto. Se trataba del Dr. Gregory House, protagonista de la serie televisiva, Dr. House.

Nuestro héroe dio vida desde la pantalla pequeña a un clínico fuera de serie. Este desarrolló habilidades casi mágicas y milagrosas en el diagnóstico clínico. El personaje fue capaz de descubrir las patologías más exóticas, sin apenas hacer uso de aparatos y exámenes clínicos invasivos o no.

Por supuesto que el personaje, al menos en Cuba, no es tan irreal. Tuve la oportunidad de conocer, en carne y hueso a un médico cubano muy similar en lo relacionado con sus capacidades al House televisivo. Se trataba del Dr. Guillermo Camayd. Este médico era capaz y doy fe de ello, de emular al House de la ficción. Era un mago del diagnóstico, pero no fue ni excéntrico y muchísimo menos extravagante. Sobrio, caballeroso y gentil, ciertamente era único y podría asegurar con poco margen de error, irrepetible.

De vuelta con el House de la ficción, los guionistas nos lo presentaron además como amante de las motocicletas, a las que prefería a los automóviles, del rock de los setenta y poseedor de un componente sexy muy chic que permitía ser amado en silencio por más de una de las doctoras que compartían el serial.

Ciertamente, alguien afirma que esta última característica sedujo a los machos verdeolivo, tocó su donjuanismo y terminó por conquistar sus voluntades. Encontró émulos entre nuestros poco ilustrados y menos creativos líderes. De repente y quizás por aquello que tanto han repetido sobre la potencia médica y otras boberías, que terminan por creerse y por hacer creer, decidieron que cada médico cubano de la familia o de policlínicos y hospitales, fuera un émulo del House de la serie.

Han implantado que los médicos cubanos corrientes y comunes, hombres muy profesionales y además competentes, aprendan o al menos intenten, ser magos del diagnóstico clínico. No importa la experiencia o el tiempo que lleven en el ejercicio de su noble profesión. Ellos deben ser, no ya como el Che, (que no fue médico) deben imitar a House. Hay que resolverlo todo sin pruebas diagnósticas. Es decir, sin tomografías, rayos x, análisis con reactivos “costosos”, etc.

De acuerdo a la nueva filosofía gubernamental para la salud, “los servicios médicos en Cuba, son gratuitos, pero cuestan”. Como necesitan ahorrar, lo hacen a costas del pueblo. A fin de cuentas, la buena noticia es, que “sólo se muere una vez y quien lo haga hoy, no tendrá que hacerlo mañana”. La mala es, que los entierros, ya no son tan gratuitos…

Por aquello de no ser absolutos y salvar las conquistas, los únicos servicios médicos del país, exentos de la nueva filosofía, son los consagrados para la élite (ellos) y los consagrados al “turismo de salud”, (los otros).

Sobre esto último, vale destacar lo publicado por el rotativo Granma sobre los servicios de salud el pasado 18 de febrero. Una joya típica de Granma. En este trabajo, Granma nos ofrece una relación de precios en términos de servicios médicos, tomados de cualquier país en Occidente. La primera falsedad es afirmar que el gobierno o la ‘revolución’, dan algo por nada al pueblo. Ellos ciertamente no dan, ni han dado cosa alguna gratis, nunca. Ellos se apropian de lo poco que produce el pueblo y como intermediarios indeseados, toman lo mejor para sí y reparten lo mínimo y de menor calidad. Por otra parte, como es costumbre en el mundo civilizado, en todas partes existe una correlación entre oferta y demanda y entre precios y poder adquisitivo. Cosa irrelevante para el Dr. Castro y sus fieles seguidores.

Estamos ante una muy pésima combinación de excéntricos. El Dr. House de la tele y el Dr. Castro, de la tele también. Tenemos una Mesa Redonda ampliada, extendida y en transmisión en vivo desde cada consulta, cada policlínico y cada hospital. Mucho cuidado, esto, que no es la película del sábado o Arte siete, viene con lenguaje de adultos y escenas de violencia. ¡Ah! Antes que lo olvide, en el menú de actualidad contamos por supuesto y sólo en “barrios periféricos de la capital”, con agua potable contaminada por aguas albañales. Suerte que la contaminación no ha llegado ni es probable que llegue a las zonas congeladas de Miramar, Siboney, Nuevo Vedado, etc. Ciertamente, me pregunto cómo alguien puede afirmar que “somos felices aquí”.

juanchogonzal@gmail.com

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