domingo, 27 de marzo de 2011
La Internet y el tiempo libre en Cuba
Los jóvenes que poseen computadoras las usan para ver películas y videos prestados, pero nunca para acceder siquiera a un sitio de Intranet
Idolidia Darias/ martinoticias.com 27 de marzo de 2011
Foto: EFE La televisión estatal cubana ha proyectado en las últimas semanas diversos programas dirigidos a desprestigiar a quienes dentro de Cuba se expresan en distintos medios digitales de manera independiente.
Varios cubanos han sido víctimas de ataques desmedidos. Sin disimulo ni juegos de palabras el discurso oficial los presentó como mercenarios y utilizó como argumento los juicios emitidos por una joven que dijo que no tenía necesidad de acceder a Internet y que tampoco estaba interesada en participar en las redes sociales.
Pero lo que piensan y anhelan los cubanos va más allá de la opiniones expresadas por los encuestados en esa serie televisiva. Le preguntamos a Eric Sander, de 18 años, residente en Holguín, si le gustaría tener libre acceso a la Internet, y respondió entusiasmado que sí, “como no”, y enseguida agregó que “eso lo he conversado con mis amigos y a todos nos interesa conectarnos para acceder a las nuevas tecnologías que hay en el mundo”.
La provincia Holguín es una de las más extensas del país y cuenta con un polo turístico amplio en la zona costera norte, donde hoteles modernos y playas agradables sirven de punto de referencia para los turistas que deciden recorrer lugares alejados de la capital. Allí, pagando con dólares y mostrando un pasaporte que lo acredite como extranjero, el visitante puede entrar en las salas donde las computadoras dan servicio a los usuarios. Hasta ese lugar nunca han podido llegar Sander y sus amigos del barrio o de la escuela tecnológica donde estudia.
“Ni soñar que podamos entrar, pero lo peor es que tampoco aquí, en el pueblo, tenemos a dónde ir. No hay salas de computación para todos ni un Cibercafé en el que se pueda enviar un correo electrónico o se pueda chequear un sitio en la Web que a uno le interese. Mucho menos bajar un video con una música que nos guste”, agregó.
Sander afirma que los jóvenes holguineros han tenido que apelar a las “vías clandestinas” para distraerse. “Conozco varios jóvenes de la zona que se prestan memorias flash o dvd con musicales, películas y otros asuntos que les interesan y que nunca pueden ver en la televisión estatal”. El joven agrega que tiene una computadora y la usa para ver esas películas y videos prestados o alquilados, “pero nunca para acceder siquiera a un sitio de Intranet”.
Mientras tanto, Anderlay Guerra, de 33 años, residente en Guantánamo dice que “para nosotros es muy difícil conocer de primera mano lo que ocurre en el mundo, porque tenemos muchos inconvenientes que enfrentar aquí para conectarnos a Internet o para simplemente ver un canal de televisión de otro país que presente un programa musical que nos guste”.
Los jóvenes en la isla sólo tienen como opción recreativa lo poco que las instituciones estatales ofrecen. Las personas que buscan una diversión privada y prefieren sentarse frente a un ordenador a chatear con amigos virtuales o reales sin salir de casa, leer noticias de interés personal y deleitarse con un video musical del artista que prefieren, no tienen otras alternativas, porque agenciarse el tiempo libre de manera independiente es un riesgo.
Colocar una antena parabólica para ver canales de televisión extranjeros puede terminar en una multa o en la prisión puesto que el régimen lo considera ilegal.
La larga condena impuesta por el gobierno de Cuba al contratista estadounidense Alan P. Gross, por el “delito” de distribuir entre ciudadanos de la comunidad hebrea en la isla teléfonos con conexión satelital, y la proyección en la televisión nacional de imágenes de escritores, periodistas y civilistas que de manera independiente mantienen publicaciones digitales son muestras de lo que ha retrocedido el régimen. La Habana avanza en una carrera sin sentido hacia el pasado mientras el mundo se inserta en el desarrollo de la comunicación a una velocidad increíble.
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