viernes, 18 de marzo de 2011

Presentan bajo asedio libro de Maseda



El periodista Héctor Maseda presentó en la Habana su libro Enterrados vivos.

Manuel Vazquez Portal / martínoticias.com 18 de marzo de 2011

Foto: EFE

De izquierda a derecha, Angel Moya, Guillermo Fariñas y el autor Héctor Maseda
Bajo el asedio de turbas reunidas por la policía política cubana y en medio de la conmemoración del octavo aniversario de la Primavera Negra, se ha presentado el viernes en la Sede de las Damas de Blanco en La Habana, el libro Enterrados vivos, volumen dos, del periodista y opositor Héctor Maseda Gutiérrez.

Maseda es un hombre que ama la libertad y gusta de la verdad. La libertad para él ha sido, y es, el engrandecimiento del ser humano, el respeto al semejante y la posibilidad de pensar y expresarse que tiene cada individuo.

La verdad no la ve como única e irreversible, sino que la asume plural, abierta, susceptible de cambios para que en su fortaleza no devenga dogma irrevocable. Gusta de la discusión sin censura y del diálogo aportador.

Nunca lo vi imponerse como dómine, a pesar de su sabiduría. Nunca lo vi dictar desde la alta cátedra humana que es. De sencillez se engalana su espíritu. De nobleza y generosidad se visten sus acciones. De tesón se construye su cotidianeidad. De perseverancia se hacen sus anhelos. Alcanzó la dimensión de héroe sin proponérselo. Sólo aspiraba a ser un buen ser humano.

Un día me lo presentaron porque él quería hacer periodismo independiente. Venía de la política disidente. Era uno de los líderes del Partido Liberal. De palabra fácil y pensamiento hondo, pidió que lo entrenara. No llegaba a solicitar propaganda para su tendencia política ni a buscar lauros personales. Arribaba a incorporarse al periodismo como búsqueda de la verdad, como vía de apoyo y de defensa de toda la sociedad cubana. Sabía de las imposiciones de la política oficial y de la manquedad de la información que padecía, y aún padece, la nación. Traía sólo la intención de ser útil.

Trabajamos juntos por muchos años. Fue para el Grupo de Trabajo Decoro equilibrio y disciplina. En poco tiempo se convirtió en uno de los periodistas más agudos y prolijos de la pequeña agencia. Si en un principio, quizás herencia de sus quehaceres políticos, sus textos tenían un aliento editorializante, muy pronto alcanzó pleno dominio de las técnicas periodísticas y sus artículos, reportajes y comentarios se distinguieron por su objetividad, veracidad y pulcritud profesional.

Y, tal vez, fue eso lo que no le perdonaron los represores gubernamentales, que fuera lumbre de su propio fuego, que se alzara como individualidad valiosa e imitable, que su ejemplar conducta, su sentido liberador lo distinguiera.

Con veinte años de cárcel quisieron reducirlo, doblegarlo, acoquinarlo. Pero volvieron a chocar con su hombradía. Más de siete años transitó Maseda por los calabozos de un régimen despótico y cruel y su hidalguía sigue incólume. Desde la oscuridad de la celda en que lo confinaron se ha erguido sin temores. Desde su celda ha brotado una luz que los agricultores de la sombra desconocen y temen. La luz que envuelve a los amantes de la libertad y la verdad.

De manos de su esposa, Laura Pollán, me ha llegado el libro que Maseda, con entereza e inteligencia, ha trazado en la lobreguez de su encierro. Un libro lúcido y desgarrador. El testimonio de un hombre al cual los sufrimientos personales no han hecho más que radicalizarlo en su afán de borrar las calamidades que padece su pueblo. La historia fiel de los desesperados y fallidos intentos de un gobierno brutal de silenciar la verdad.

Héctor Maseda se eleva en este libro. No hay fanfarronería ni desplantes en sus narraciones. Hay eso sí, la confianza que los grandes hombres tienen en el futuro. Cuando se hable del presidio político cubano, habrá que acudir a este libro para saber cómo se crecían los héroes de una historia que no ha de repetirse cuando los seres humanos como Héctor Maseda hagan valer sus sueños.

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