domingo, 3 de abril de 2011
El mito de las armas
Escrito por José Antonio Fornaris
Managua, La Habana
2 de abril de 2011
(PD) En el alegato pronunciado en su auto defensa, conocido como “La historia me absolverá”, unos meses después de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en julio de 1953, Fidel Castro esbozó lo que presuntamente sería el programa de un gobierno revolucionario en el poder.
Entre las muchas cosas que afirmó en esa ocasión están las siguientes:
“Un gobierno revolucionario con el respaldo del pueblo y el respeto de la nación, después de limpiar las instituciones de funcionarios venales y corruptos, procedería inmediatamente a industrializar el país.”
”Un gobierno revolucionario resolvería el problema de la vivienda (…) demoliendo las infernales cuarterías para levantar en su lugar edificios modernos de muchas plantas y financiando la construcción de viviendas en toda la isla en escala nunca vista”.
“Cuba podría albergar espléndidamente una población tres veces mayor, no hay razón pues para que exista miseria entre sus actuales habitantes. Los mercados deberían estar abarrotados de productos; las despensas de las casas deberían estar llenas…”.
Para llevar a la práctica esas y otras ideas de importante beneficio social, Castro iba a sacar los recursos, según dijo, de lo que el país gastaba en armas y en mantener al ejército. Argumentó que no eran necesario cañones, tanques o algo parecido porque Cuba era una isla que no tenía enemigos.
No hay que hacer comentarios al respecto, porque ese es el mismo individuo que también manifestó, muy ofendido, en 1959, que era una canallada decir que él era comunista.
No obstante, es necesario apuntar que el presupuesto anual de las Fuerzas Armadas Revolucionarias ni siquiera se hace público; amén de lo que otros organismos del Estado y entidades de diferente tipo le tributan de manera directa o indirecta.
Y en honor a la verdad, dada la situación calamitosa en que el gobierno comunista ha sumido al país, aquella idea de desarme nacional planteada por Castro es cada día más necesaria.
Además, el asunto de la carrera armamentista interna que se lleva a cabo a partir de los primeros momentos de la llegada al poder de la revolución, es cada momento más absurdo si se tiene en cuenta también que el enemigo escogido, y fabricado desde dentro de nuestras fronteras, es el Estado más poderoso económica y militarmente de la historia de la humanidad. Así que la posibilidad de dañarlo o “hacerle pagar un alto precio si osa agredirnos”, no existe.
Pero nada de eso parece tenerse en cuenta. El próximo 16 abril se realizará un desfile en la Plaza de la Revolución (Cívica), donde de nuevo -esa práctica se había dejado a un lado- las gloriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias mostrarán su musculatura.
Lo de “gloriosas” es la vaselina del tarro puesto en un lugar delicado al pueblo de Cuba.
Gloriosas son las madres que han visto sus familias divididas por el accionar del régimen, las mujeres que no tienen vivienda para albergar a sus hijos, las que ni siquiera poseen los recursos para comprarle una cuna o culeros a sus bebés porque los precios son excesivamente altos. Gloriosa es la población cubana embaucada con las promesas de la construcción de un futuro promisorio y posible que se le han hecho durante más de 50 años.
¿Para qué sirven los desfiles militares? Castro lo explicó muy bien antes de llegar al poder: “Se ha querido establecer el mito de las armas modernas como supuesto de toda imposibilidad de lucha abierta y frontal del pueblo contra la tiranía. Los desfiles militares y las exhibiciones aparatosas de equipos bélicos, tienen por objeto fomentar este mito y crear en la ciudadanía un complejo de absoluta impotencia.”
fornarisjo@yahoo.com
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