martes, 3 de mayo de 2011

De la plusvalía a la estafa comunista




May 3, 2011 | Por Francisco Chaviano González


LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) – Carlos Marx criticó la ganancia de los capitalistas como una extorsión del sudor obrero que definió con la palabra “plusvalía”, y Lenin puso en práctica la dictadura del proletariado.

El socialismo real, como se le conoce por ser lo opuesto a su filosofía, es una maquinaria cuyo fundamento práctico es el engaño, y a ello dedican la mayor parte de sus esfuerzos y recursos los gobiernos que lo imponen. Su vehículo inicial fue la Internacional Socialista, que enfatiza en su himno: “Ni César, ni burgués, ni Dios, debemos de ser los obreros, los que guiemos el tren”. Bajo este manto se fomentan los sindicatos izquierdistas, caracterizados por la intransigencia y la violencia.

Cuando estas huestes llegan al poder sitúan a su caudillo entre César y Dios, y el clan que le rodea ocupa de hecho el lugar de los burgueses, de quienes se diferencian por ser malversadores, deshonestos y malos trabajadores.

Al principio el pueblo se llena de expectativas al beneficiarse con los mendrugos del despojo perpetrado contra los capitalistas y algunas facilidades de empleo, educación, salud pública, pero las efímeras ventajas iniciales pronto desaparecen por la desidia y los malos manejos del poder, mientras se entroniza una represión integral que siembra temor hasta para pensar.

Si, en 1940, Jesús Menéndez, un conocido sindicalista comunista cubano, luchó por la causa del diferencial azucarero: fracciones de centavos dejadas de pagar en el equivalente a las 50 libras diarias por cortador de caña; hoy el partido que representaba aquel líder obrero y por el que entregó su vida, paga la decima parte a los obreros por una producción mucho mayor. Lo mismo ocurre con todos los empleos, con un salario medio general de menos de un dólar al día, a contrapelo de lo establecido por la Organización Internacional del Trabajo.

Para colofón, desaparecen los sindicatos independientes y surge uno centralizado que responde sólo a los intereses del gobierno y es un flagelo contra el obrero. Los trabajadores cubanos son dependientes e indefensos ante el gobierno, su empleador, y la relación establecida es una neo esclavitud. Esto se hace más evidente en las contrataciones de empleados cubanos a compañías extranjeras, tanto en el país como en el extranjero, donde el trabajador, luego de la plusvalía que dejó al capitalista extranjero, es despojado del 95% de su paga por el gobierno comunista, una especie de “plus estafa”.

A esta explotación se suman los precios exorbitantes a que nos vende el gobierno los bienes más indispensables. En Cuba, un par de zapatos de mala calidad cuesta el salario de dos meses y hacen falta 10 días de salario para comprar un pollo congelado. Ahora pretenden eliminar la canasta alimentaria básica, que venden a precios subsidiados a través de la libreta de racionamiento y que apenas alcanza para los primeros días del mes. Agrava la miseria el gravamen que impone el gobierno sobre las remesas familiares que envían los cubanos del exilio.

El pueblo vivió esperanzado con que al fin se resolverían algunos de los problemas en el VI Congreso del Partido y, como siempre, terminó defraudado. Ahora los sueños deben esperar hasta la I Conferencia Nacional de los comunistas, a finales de 2011.

Ayer, 1ro de mayo, muchos extranjeros estuvieron en la Plaza de la Revolución para celebrar el Día del Trabajo junto a los comunistas cubanos, sin saber que los trabajadores de este país, víctimas de la plus estafa comunista, no tienen absolutamente nada que festejar.

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