
Por Aimée Cabrera.
Las panaderías y dulcerías habaneras venden sus mercancías en la moneda nacional o en la convertible pero las mismas adolecen de la calidad requerida.
Los lunes por la mañana se exhiben dulces que no lucen frescos, y lo mismo sucede con los panes. Los más caros tienen poca venta y pierden brillo y consistencia pero no son rebajados de precio, sino que permanecen en venta hasta que alguien los compra, o tienen que botarlos.
La panadería La Candeal en la Calle San Lázaro tiene dos dulcerías- panaderias. La más espaciosa vende en la moneda convertible mientras que la menos atractiva lo hace en la moneda nacional, en esta última, los dulces rectangulares de chocolate o vainilla quedaron junto a los panes bonetes, y las rosquillas azucaradas.
“Esos dulces son de ayer y cuidado, porque no se les ve el merengue ,deben estar medio agrios, pero no les bajan el precio ni por casualidad”-comenta un cliente habitual de La Candeal. Uno de los vendedores explica que “no hay autorización para rebajarlos” y espera venderlos porque están en una zona céntrica, cercana a una escuela y “los muchachos de la secundaria (básica) arrasan con todo”.
Lo mismo sucede en la ducería Sylvain que está a escasos metros. Allí se ve una variedad de dulces en bandejas y puestos en un mostrador de exhibición. Tambié lucen viejos. Lo que allí se pueden adquirir otros refrigerios en la moneda convertible y, los usuarios prefieren comprar refrescos o cervezas enlatadas, así como potes de helado o chocolatines.
De paso por una panadería-dulcería Dulcinea (antes Pain de Paris) sucede lo mismo. Mientras los usuarios esperan tomarse un café capuccino o un coissant ignoran las panetelas variadas a precios superiores a 1 CUC ( 25 pesos al cambio). Antes eran bajados de un vehículo con logotipo de la entidad; ahora son transportados en autos particulares.
“Esos dulces son muy caros pero son caseros. Es un descaro. Yo he visto como los bajan de un carro, y no pasa nada” –sentencia Mildred cuyo centro laboral está cerca de la Dulcinea de 25 y O en el Vedado. Ella prefiere las ofertas de una cafetería particular que queda en la acera contraria. “ Los precios son más baratos y todo tiene calidad”-acota.
El período veraniego se caracteriza por las altas temperaturas que echan a perder los alimentos y los contaminan produciendo indigestiones y otros malestares. Blanca Ruíz se pregunta por qué los vendedores no pueden hacer un descuento a sus mercancías cuando éstas han perdido calidad “es una forma de recaudar y así ganan algo, peor es botarlas”-advierte Ruíz para culminar.
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