viernes, 10 de junio de 2011

MONOPOLIO DEL PENSAMIENTO





por Jorge R. Enríquez (*)



Tanto se ha hablado en los últimos tiempos de los monopolios mediáticos desde los más altos estamentos del poder para denostar a quienes no comulgan con el oficialismo, que ello ha servido de pantalla para que éste avanzara en la construcción del pensamiento uniforme.

Viene al caso este comentario inicial porque el pasado 7 de junio, con motivo de la celebración del Día del Periodista y como en una saga se escribió un nuevo capítulo del enfrentamiento que tiene el gobierno con los medios de comunicación. En esa fecha, tanto la Presidenta como Hebe de Bonafini denostaron a la prensa libre.

Bueno es recordar que la celebración se instituyó en 1938 en recuerdo del primer número de La Gaceta de Buenos Aires, que apareció el 7 de junio de 1810, pocos días después de la Revolución de Mayo.

La publicación, dirigida por Mariano Moreno, era un órgano de comunicación de los actos de la Primera Junta y servía para difundir las ideas revolucionarias y templar los espíritus en esas febriles jornadas de la etapa inicial de las luchas por la Independencia.

Tales órganos de prensa oficiales sólo se justifican en momentos excepcionales, como aquellos. En el siglo XXI, me atrevo a decir que ni siquiera en esas ocasiones.

Hubiera sido loable, entonces, cuanto menos una mención para uno de los más prominentes próceres de nuestra Patria. Ello no ocurrió: su recuerdo quedó sumido en el olvido y postergado por el “Día del Radar”.

Sí, leyó bien. Cristina Fernández, en complicidad con el Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, nos recordó que, además, también era el “Día del Periodista”, sugiriendo con una infeliz humorada “que tendríamos que desarrollar un radar que detectara operaciones periodísticas”.

Las torpes ironías continuaron. El dócil Aníbal acotó que “ese radar se recalentaría demasiado”, a lo cual la Presidenta con un sentido del humor básico y vulgar remató: "¿Se recalienta mucho? Sí, tendría mucho trabajo, un recalentamiento, bueno, no, son los riesgos de la vida, de la política, de la Argentina".

En consonancia son estas expresiones, la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, saludó a los periodistas independientes de una manera muy particular dado que los acusó en términos que no se compadecen con una felicitación: “estuvieron con la oligarquía, esos no son periodistas, son pura basura y ahí están entre la basura",

El objetivo de semejantes ataques es claro. El gobierno nacional y sus medios adictos, cuando ya no pueden ocultar lo evidente, denuncian operaciones de prensa y llevan a cabo acciones para separar tajantemente a la "madre de todos los argentinos" (Kirchner “dixit”) de su hijo putativo, Sergio Schoklender. La noble anciana, depositaria de todas las virtudes imaginables, fue estafada por una persona perversa, que se aprovechó de su buena fe.

Lo curioso es que aún muchos de los medios no adictos suelen incurrir en este deslinde. Creen que es imperioso, antes de referirse al escabroso tema, afirmar que no dudan de la honorabilidad de la buena de Hebe.

¿Por qué este trato privilegiado? Como autoridad principal de la Fundación que se halla involucrada en este escándalo, ella debe dar explicaciones. Es la responsable principal de la administración de esa entidad. Los Schoklender eran sus empleados.

No postulo su culpabilidad. Pero tampoco tengo por qué descartarla desde el inicio.

Por todo esto es que el 7 de junio no tuvimos mucho para celebrar en la Argentina. No fue una jornada para festejar, sino para meditar.

La prensa libre es un ingrediente esencial de la democracia. Puede medirse la calidad de ésta en función de la libertad y pluralidad de aquella.

Podemos decir que, lamentablemente, la libertad de prensa no goza de su mejor momento en la Argentina. Para ser más directos: atraviesa el peor momento desde la recuperación de la democracia en diciembre de 1983.

Hay una deliberada y persistente política oficial de unificar el discurso de los medios para alinearlo con las directivas que emanan de la Casa Rosada. El modelo es Santa Cruz, donde Kirchner obtuvo esa casi completa uniformidad.

El uso arbitrario de la publicidad oficial, el hostigamiento a los periodistas independientes, el empleo de los medios estatales como usinas partidarias donde se ridiculiza a quienes no se pliegan al oficialismo, entre otras cosas, hablan de una baja calidad de la libertad de prensa.

Así, se presiona de mil formas a los periodistas independientes, se procura a través de la ley de medios audiovisuales restringir los espacios de quienes no se pliegan al libreto oficial y se usan los cuantiosos recursos del Estado, es decir, de todos nosotros, para conformar un multimedios kirchnerista con la nave insignia de Canal 7 y una gruesa flota que integran también medios paraestatales financiados por el Estado. Este es el verdadero "monopolio" que se intenta construir.

Los periodistas dignos, los que no alquilan su conciencia, deben mantener en alto los valores de su profesión. Es tiempo de resistir y de mostrar la verdad, pese a los millonarios recursos con que el kirchnerismo fomenta la mentira.

No se trata sólo de un derecho constitucional. Se trata, en esta hora, de un deber cívico.

(*) El autor es abogado y periodista

Viernes 10 de junio de 2011

Dr. Jorge R. Enríquez

jrenriquez2000@gmail.com

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