domingo, 18 de noviembre de 2012


 

OSTRACISMO, EXPLOTACION Y CHANTAJE
Por: Lcdo. Sergio Ramos

La política migratoria del régimen castrista se ha caracterizado por tres elementos nocivos que siempre han estado presentes a lo largo de su existencia: Ostracismo, explotación y...
chantaje.

Ostracismo: Desde los comienzos de la revolución el régimen totalitario optó por la expulsión de aquellos ciudadanos que representaban un peligro, problema o estorbo. De ese modo han forzado y fuerzan a los opositores a abandonar el país. La forma empleada ha sido bien a través de poner en peligro su libertad y vida de ellos y la de sus familias o bien, una vez encarcelados canjearles su excarcelación a cambio de su partida del país. Un ejemplo fue la reciente liberación de presos políticos a cambio de que salieran a España con la anuencia y acuerdo de la Iglesia y el gobierno español. Una vez fuera de la Isla los opositores quedan impedidos de retornar a al país, aplicando así una política de ostracismo digna de mas cruel de los emperadores romanos.

Todavía hoy hay miles de cubanos que por su activismo político frontal contra la tiranía se les coarta el derecho a retornar irrestricta y libremente a su patria, lo cual viola un derecho humano consagrado en el Artículo 13 inciso 2 de la Carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que establece que “Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso el propio, y regresar a su país.”

Dentro de las expulsiones están también las de aquellos que la dictadura entiende como descontentos, los cuales representan potenciales enemigos. A veces estas han sido masivas y dramáticas como ocurrió en Camarioca en 1965, en El Mariel en 1980 y en la Crisis de los Balseros en 1994. Otras veces han sido paulatinas y legales por espacio de algún tiempo como lo fueron los Vuelos de la Libertad ( De 1965 a 1973) y actualmente con el Tratado Migratorio entre Cuba y los Estados Unidos vigente firmado en 1998, que implican 20,000 visas anuales para los cubanos en la isla. Con estas expulsiones el régimen tiene cuatro objetivos, uno sacarlos para evitar que se les conviertan en un problema político o en una explosión social. Dos, aliviar al régimen del peso económico de suministrarles vivienda, alimentación, educación, salud y productos de primera necesidad a un nutrido grupo de ciudadanos. El tercer propósito es neutralizarlos a base de que si ‘se portan bien’, podrán, eventualmente, entrar de visita a la Isla y cuatro, dejar sustanciales cantidades de divisas en remesas de ayuda familiar.

Otro de los propósitos perseguidos por el régimen con las expulsiones masivas, ha sido de limpiar al país de delincuentes, drogadictos, locos y otros considerados anti-sociales para enviárselos a otro país. Así en 1980 a través del Puerto de El Mariel el régimen vació las cárceles y los manicomios y recogió delincuentes, vagos, etc. para meterlos en las embarcaciones que venían del exilio a buscar a sus familiares, sobrecargándolas de ellos, so pena de no dejarles sacar sus familias si no llevaban a esos pasajeros forzosos.

Estas medidas constituyen una violación al derecho humanos a permanecer y vivir en el país de origen de la persona. Así lo establece el Artículo 13 inciso 1 de la Carta de Derechos Humanos de la ONU que dice: “Toda persona tiene derecho a circular libremente y elegir su residencia en el territorio de un Estado”.

Explotación: La otra modalidad es la explotación de la mano de obra cubana, sobretodo de médicos, ingenieros, técnicos y otros profesionales. Desde los inicios de la dictadura totalitaria, esta ha enviado a miles de cubanos a trabajar en las llamadas “Misiones Internacionalistas”. Los países recipientes de estos trabajadores pagan sus salarios en sustanciales dólares al gobierno cubano, y este a su vez paga a estos una reducida porción de dicho sueldo en devaluados pesos cubanos. De este modo, en contubernio con el país receptor, el régimen percibe sustanciales cantidades de divisas, a costa de explotar a trabajadores altamente cualificados. Inclusive este método se ha usado y se usa con militares que son enviados a misiones o guerras al exterior. De hecho, durante la Guerras de Angola y Etiopia la dictadura envió miles de soldados por los cuales la URSS pagaba al gobierno cubano $150 dólares mensuales por cada soldado raso, mientras la dictadura les pagaba los míseros $7 pesos mensuales a los daban los reclutas.

Esta apropiación y disposición del de los salarios de los trabajadores “internacionalistas” cubanos violan el Convenio 95 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)

Muchos profesionales aceptar salir en dichas misiones internacionalistas, porque a su retorno pueden llevar algunos artículos que no están a su alcance en Cuba, otros optaban por viajar como un medio de despejarse de la tensión opresiva que se vive en el país y otros buscando una oportunidad para escapar de la opresión y ser libres.

En otra época, durante las décadas de los sesenta y setenta se envió por dos años a campos de trabajos agrícolas forzados a aquellos que solicitaban la salida, con lo cual ayudaba el corte de cana para las zafras de esos años, lo cual viola l Convenio 29 y 105 sobre trabajo forzoso de la Organización Internacional del Trabajo. (OIT)

Al mismo tiempo que se prohíbe la entrada del país a aquellos que conspiren contra la tiranía, según el Decreto 302 articulo 24.1 párrafo ( c ) antes citado.
Por otro lado, se reserva para si a los profesionales, médicos, técnicos, deportistas, etc. según el Decreto Ley número 306, articulo 1, que impide y/o limita la salida de estos. Y en tercer lugar extiende las salidas llamadas “indefinidas” o sea los que se reserven el derecho a volver a la isla a vivir, extendiendo el plazo de 11 meses a 24 meses. (Decreto Ley 302 artículo 9.1 párrafo 2). Con ello permite a estos salir y trabajar en terceros países para que traigan al país las divisas y/o envíen estas a la isla para sus familiares, algo que ya viene sucediendo de un tiempo a la fecha, inclusive con Estados Unidos y otros países como por ejemplo México, España y Ecuador. Esto constituye otra forma de explotar al cubano y subsidiar su ineficiente economía.

Chantaje: Como parte de la política migratoria la dictadura siempre ha usado el chantaje basado en que “o te portas bien o no entras” a Cuba. De hecho, en el reciente Decreto Migratorio numero 302 en su articulo 9.1 párrafo 2 establece que son inadmisibles toda persona envuelto en “Organizar, estimular, realizar o participar en acciones hostiles contra los fundamentos políticos, económicos y sociales del Estado Cubano”

Una característica cultural del pueblo cubano ha permitido que el régimen tenga éxito con este maquiavelismo. Se trata del fuerte arraigo familiar que existe entre los cubanos. Usando de rehén a los que se quedan en la Isla, la dictadura obliga a que el familiar exiliado este al tanto del que quedo atrás, proporcionándoles dinero, artículos de necesidad y medicinas, con lo cual logra dos fines: Uno minimizar la militancia
anti-castrista de la diáspora a cambio de no tomar represalias al que quedo en la Isla y dejarles entrar a los de afuera a visitarlos y dos, traspasar al exiliado la responsabilidad de satisfacer las necesidades básicas del familiar, a través del envío de sustanciales remesas, lo que simultáneamente representa un medio por el cual la tiranía reciba jugosas remesas de divisas.

Los efectos nocivos: De esa manera, la dictadura ha manipulado para su beneficio económico y político las migraciones cubanas durante todos estas más de cinco décadas.
Ambas cosas facilitan la continuidad y sobrevivencia del régimen.

El efecto económico es que la diáspora cubana ayuda sustancialmente a subsidiar la económica del régimen. Cuando empezó el Pacto Migratorio en 1998, lo cubanos radicados en Estados Unidos y en otros países enviaron 987 millones de dólares y en el 2011 dicha cifra fue de $2,295 millones dólares, o sea, el equivalente a un 76.5 % del subsidio que la URSS le enviaba a Cuba en la década de los 70. (Dicho subsidio ascendía a un promedio de $3,000 millones anuales)

El efecto político ha sido que las migraciones cubanas durante todos estas más de cinco décadas han servido de escape a la presión de la caldera del descontento político y social del país, y al mismo tiempo, envuelve en un preocupante circulo vicioso a la diáspora basado en: “No te opongas y manda dinero o sino tu allegados pagaran las consecuencias.” Dos elementos que siempre están presentes en aquellos que son afectados por la captura como rehén de un familiar y que han creado, en un sector considerable del exilio, un forzado colaboracionismo económico junto al síndrome de la inacción contra la dictadura.
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