Los Plantados de Miami
LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -Debo reconocer que tenía recelos. 45 años escuchando las mentiras del régimen cubano, aunque no convencen, crean recelos. Cuando fui invitado a la Vigilia, organizada por los miembros de la organización de ex presos políticos cubanos, Plantados, frente al restaurant Versalles, de la calle 8, en Miami, esperaba encontrarme a un grupo de ancianos inflexibles en sus posiciones contra los hermanos Castro. O sea, la otra cara de la moneda.
Para mi sorpresa, las reuniones públicas que se efectuaban todos los miércoles, a las 8:00 pm, eran para reencuentros, recordatorios y oraciones que se realizan, a partir de este año, el primer miércoles de cada mes. Una oda a quienes ya no están, un apoyo a los enfermos, una crítica a quienes se quejan de la vida.
Sentí minimizada mi década de encarcelamiento político en la que recibí la ayuda constante de los Plantados. Todos, mujeres y hombres, arrastran penas por las condenas carcelarias cumplidas que sobrepasan los 20 años. Condenas sin juicios, golpizas sin denuncias, represiones sin culpables.
Las condenas de los cubanos que allí se reúnen suman, en conjunto, más de quinientos años de prisión política. Algunos se salvaron en tablita del paredón de fusilamiento. Otros fueron amenazados de muerte por el Che Guevara. Pero algún milagro amparó sus vidas. Todos sufrieron represión en la etapa más vengativa del triunfante proceso revolucionario, la cual, para mi, fue la más cruel.
Familiares de presos políticos y fusilados también se reúnen allí, para no olvidar. Sólo para no olvidar, y no como asegura el gobierno cubano en sus campañas televisivas, cuando acusa de terroristas a quienes lo han enfrentado durante toda su vida.
A lo largo de dos meses asistí a las Vigilias de Plantados y no escuché una frase ofensiva de aquellos cubanos hacia quienes les impusieron años de adversidad y sufrimiento.
Más bien recuerdan las necedades de los represores y se burlan de ellas con anécdotas que dejaron de ser grises en sus recuerdos. Hacen bromas sobre las recetas que inventaban para aliviar el hambre, o la sordera que padece alguno debido a una neumonía que atrapó en la cárcel. Se ríen como si nunca hubieran llorado.
Mencionar uno solo de sus nombres sería injusto para ellos mismos, prefieren contar las historias de otros ante que las propias. Recordar los años de encarcelamiento político forma parte del castigo eterno de quienes sufren el encierro, las peores escenas saltan a la conciencia cuando menos se espera. Pero ese grupo de ex prisioneros políticos reta las tinieblas del pasado.
A partir de febrero, se reunirán una vez al mes en el Cubanaleco, antiguo Rincón del feeling, en Miami, para compartir el desayuno. Pero no un desayuno cualquiera, sino un desayuno al estilo de la prisión, que les recuerde que aún existen prisioneros políticos que pasan por lo que les hicieron pasar a ellos.
El primer domingo de enero asistí a la celebración del nacimiento del niño Jesús, homenaje organizado por los Plantados. Aunque no pude compartir toda la velada, conversé con muchos de ellos y sumé otros quinientos años de encarcelamientos a la culpa del gobierno. Pero sobre todo sumé el orgullo de haber servido a Cuba. Entonces obtuve la respuesta del porqué de sus satisfactorias sonrisas.
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