lunes, 1 de julio de 2013


Manifestantes se congregan junto al Maracaná

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RIO DE JANEIRO (AP) — Más de 5.000 manifestantes antigubernamentales marcharon el domingo cerca del estadio Maracaná antes de la final de la Copa Confederaciones en protesta contra los miles de millones de dólares que gasta el gobierno brasileño en grandes eventos deportivos en lugar de servicios públicos.
Casi media hora antes del inicio del partido ocurrieron pequeños enfrentamientos entre la policía y algunos manifestantes que se habían congregado frente al perímetro de seguridad lo rompieron. Algunos lanzaron piedras a las fuerzas del orden y éstas respondieron con gas lacrimógeno y granadas aturdidoras.
Aunque menor en magnitud, la marcha fue la más reciente de una ola de protestas que ha sacudido al país en semanas recientes. Muchos consideran que el movimiento es el mayor visto aquí en décadas, con más de un millón de personas en las calles sólo en la noche del 20 de junio.
Las manifestaciones han disminuido en tamaño y frecuencia en los últimos días, a medida que funcionarios de todos los niveles de gobierno se han apresurado a intentar tranquilizar la indignación pública con el lamentable estado de los servicios públicos y los altos impuestos.
Incluso así, la atmósfera era tensa frente al Maracaná el domingo. Algunos grupos de manifestantes trataron de cruzar el perímetro policial alrededor del estadio, pero fueron rechazados.
Pese a que las protestas han disminuido de tamaño, la manifestante Eliane Milazzo, una maestra de secundaria de 54 años que marchaba con su hija y su yerno, dijo que el pueblo brasileño va a seguir adelante.
"Tienen que continuar porque las razones por las que la gente está en las calles no van a desaparecer de un día para otro", dijo. "Yo sé que voy a continuar en las calles, al igual que mi familia, hasta que veamos cambios reales en nuestra vida diaria".
La presidenta Dilma Rousseff ha sufrido el peso del daño político. El primer sondeo nacional realizado tras el estallido de las protestas mostró una drástica caída en la popularidad de la mandataria y arroja dudas sobre lo que parecía su fácil reelección el próximo año.
Rousseff decidió no asistir a la final de la Confederaciones que disputaron Brasil y España. La competición es considerada preámbulo del Mundial que se celebrará el año entrante en Brasil.
Otros altos funcionarios del gobierno e incluso el legendario Pelé no acudieron al encuentro, un revés importante para las autoridades, que pretendían aprovechar el Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos del 2016 como vitrina para exaltar el ascenso de Brasil como una potencia global.
"La gente está enojada con el Congreso, con los hospitales en pésimo estado y las peores escuelas", dijo Tania Nobrega, una psicóloga de 56 años que protestaba cerca del Maracaná. "Pero no piden la cabeza de Dilma. La gente está hastiada de la situación y eso significa que están hastiados no sólo del (Partido de los Trabajadores, en el gobierno), sino de todos los partidos".
Las protestas comenzaron este mes a consecuencia de un alza de 10 centavos en el costo del transporte público en Sao Paulo, antes de transformarse en un movimiento nacional de protesta contra una serie de problemas, como la corrupción gubernamental, el mal estado de la educación y la salud pública.
El súbito estallido de indignación popular sorprendió a la clase política del país, que demoró varios días en reaccionar y responder a las manifestaciones, tanto con palabras como con acciones.
Varios gobiernos municipales y estatales dieron marcha atrás al aumento de precio del transporte público, pero los manifestantes ya habían rebasado el asunto y se enfocaban en otros problemas.
El 21 de junio, Rousseff pronunció un discurso televisado que sirvió de poco para calmar las protestas. Luego la presidenta convocó a una reunión con los líderes de las manifestaciones el 24 de junio y con los gobernadores estatales y los alcaldes de las ciudades más grandes.
En el encuentro, Rousseff anunció que se destinarán 23.000 millones de dólares a nuevas inversiones en el transporte, que traería a médicos extranjeros para trabajar en áreas menos favorecidas y prometió un plan de cinco puntos para centrarse en mejorar los servicios públicos y combatir la corrupción.
Se espera que la presidenta entregue al Congreso a principios de la semana entrante su propuesta para un plebiscito nacional sobre reformas políticas.
La mayoría de las protestas han disminuido desde la presentación de las propuestas.
El periódico Estado de S. Paulo informó el domingo que en las últimas tres semanas hubo 490 protestas en el país, que alcanzaron su cifra más alta, 150, el 20 de junio, cuando hubo enfrentamientos entre policías y manifestantes en diversas ciudades.
Muchos inconformes han dicho que aprendieron que las movilizaciones multitudinarias pueden propiciar una respuesta rápida del gobierno.
También anticiparon que otros grandes acontecimientos mediáticos podrían ser aprovechados como tribuna, como la visita en julio del papa Francisco, el Mundial de 2014, las elecciones presidenciales unos meses después y los Juegos Olímpicos de 2016.
"No creo que las manifestaciones disuadirán a las personas de venir al Mundial, pero espero que no vengan", dijo Tatiana Poggi, profesora de Historia, durante la protesta del domingo cerca del Maracaná.
"Sería una forma en que los extranjeros nos ayudarían a protestar. Boicoteen la gran competición", apuntó.
"Aquí en Brasil tardamos mucho tiempo para despertar y descubrir que se habían gastado miles de millones en estadios, pero eso sí, dicen que no hay dinero para hospitales ni suministros para los médicos", dijo la manifestante Mariela Simao.
"Intentan adoptar medidas para mostrar a la población que están haciendo algo, pero podrían hacer más", afirmó.
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Los periodistas de la AP Stephen Wade en Río de Janeiro y Bradley Brooks en Sao Paulo contribuyeron a este despacho.

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